Me convierto en Maléfica

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Cuando me desperté a la mañana me dirigí al salón y vi a Josh tumbado boca arriba en el sofá y mirando algo en el móvil, pero en cuanto notó que estaba allí lo apagó y se sentó.

-Hola. Buenos días.- Le dije.

-Buenos días.- Sonrió.- Creo que esto es en lo único en lo que podemos decirnos "bueno" sin enfadarnos: Para decir "Buenos días".

-Es verdad.- Afirmé.- No había caído.- Me senté junto a él en el sofá frotándome los ojos y bostezando.

-Es que yo soy más listo.- Dijo con fingido egocentrismo y poniéndose una mano en el pecho.

-Quizá.

-Ya, claro. Estoy seguro de que solo lo dices por decir.- Sonrió hacia mí.

-Quizá.- Le sonreí también.

-¿Enserio?- Quitó su sonrisa y me entrecerró los ojos.

-Quizá.- Sonreí más.

-Te odio.- Quitó su sonrisa y me entrecerró los ojos.

-Bue... Digo. ¿Te apetece desayunar?- Rectifiqué en el último momento y cambié de tema para evitar problemas.

-Casi eres grosera conmigo, pero, tranquila, te lo perdono. Y sí, quiero desayunar.- Y ahí estaba su brillante sonrisa de nuevo.

-Vale.- Se lo dejé pasar.- Vamos.- Señalé con la cabeza hacia la cocina.

Josh se levantó y fue directo hacia la cocina (Creo que ya le estaba cogiendo el truco). Le seguí y me senté en la mesa con él.

-¿Qué quieres desayunar?- Le pregunté.

Algo con chocolate y zumo de manzana.- Lo tuvo super claro.

-Vale.- Me levanté de la silla.

Fui a la nevera, cogí un zumo de manzana de los de litro y saqué unos cereales de chocolate de la encimera. También saqué dos vasos donde serví el zumo, y dos boles donde serví los cereales. Por último llevé mi obra culinaria a la mesa junto con un brick de leche.

-Ahí tienes.- Le dije.

-Gracias.- Sonrió y empezó a devorar. Casi se atraganta una de las veces en las que tragaba.

-De nada.- Dije como siempre y empecé a comer.

Al acabar de desayunar Josh iba a recoger la mesa como siempre pero...

-Josh, mejor recojo yo los platos, que tú vas muy lento.- Le detuve cuando iba empezar a llevarse trastos.

-No es verdad.- Se ofendió, vaya por Dios. Ya vamos a tener lío y solo acabamos de desayunar.

-Vale, pues te reto a que lo lleves rápido sin romper nada.- Le desafié con la cabeza alta.

-Reto aceptado.- Me entrecerró los ojos con mirada desafiante. Recogió los dos boles de plástico poniendo 1 encima del otro, cogió los dos vasos y los puso encima de los cuencos poniendo a su vez uno de los vasos dentro del otro y metió las 2 cucharas en los vasos. Todo sorprendentemente bien por ahora, y es de suponer que lo habría hecho bien, pero es Josh, así que no.

Cuando se levantó y fui a dar el primer paso uno de los pies se le enganchó a una pata de la silla y tropezó. Cayó de cara, los vasos se rompieron y uno de los trozos de cristal se le clavó en el antebrazo.

.¡Iiiiiiii!

-¿Estás bien?- Le pregunté preocupada.

-Sí. Solo me duele el brazo y el orgullo.- Pareció pensarlo mejor.- Vale, no. No estoy bien.

La Enfermedad de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora