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-Hay una feria cerca de aquí Van, me gustaría ir- murmuró Eliza aferrada a mi brazo.

-¿una feria? ¿Para que quieres ir a un lugar de esos? Si quieres ver a personas vomitando puedo llamar a mis amigos ebrios- contesté con un ligero disgusto.

- Oh vamos, Van. Me gustaría mucho ir a divertirme un rato.- dijo con voz seductora.

- Eh, no. No gracias, odio los lugares con muchas luces de colores-. No iría a lugares así, realmente no me gustaban, me traían malos recuerdos.

-Por favor-. A largo la última "o"-. Por mí, vamos, hazlo por mí.

Debo decirles que su mano viajo a mi pecho para empezar a hacer círculos en el.

-Por favor, Ryan-. Murmuró contra mi oreja.

Mierda, mierda, mierda.

-Está bien, sube arreglarte, nos vamos en 15 minutos.-dije embelesado.

La chica de ojos cafés mordió su labio y empezó su camino a la planta alta, moviendo sus caderas de lado a lado. Estaba en su casa, desde que inicié el plan de seducción, pasaba mucho tiempo en su casa y en cualquier lugar donde ella quisiera. Sus padres estaban separados, su madre estaba en algún lugar de Italia con su nuevo esposo desde hace 10 años y su padre trabajaba muchas horas y luego salía con su novia, por lo que nunca me había topado con él.

A su casa le decía "el calentón" porque eso era para mí. Venía y nunca la besaba ni tocaba de esa manera; pero ella, Jesucristo. Llegaba a abrirme la puerta casi siempre con shorts diminutos y camisetas cortas u pegadas.

Veíamos películas o series atraves del televisor, por lo que tenía que aguantar a una Eliza juguetona... sus manos se movían por mi cuello, pecho, brazos y de ves en cuando muslos. Su respiración chocaba con mi manzana de Adán y el lóbulo de mis oídos. Sabía que era una calienta pollas, me calentaba pero no dejaba que le ponga un dedo encima, lo más lejos que había llegado era a rodearla con mi brazo. Y joder, la manera en que sus dedos paseaban por mi cuerpo me encantaba.

Yo odiaba a ese tipo de chicas, yo odiaba a Eliza pero la deseaba tanto que tenía que aguantarme. Odiaba el hecho de que me provocara, odiaba que me gustara tanto, odiaba que era un idiota que se quedara a soportarlo por no querer herirla, odiaba que me importara lastimarla si ese no era el plan principal. Odiaba volver a ser Ryan.

El estúpido e imbécil Ryan.

-¡Hey Van! ¿Cómo me veo?

Bajo las escaleras con unas sandalias cafés, un short corto blanco y un top a juego con escote igual blanco.

Preciosa.

Su maquillaje no era tan cargado pero no era tan simple, remarcaba las facciones de su rostro y la hacía ver bien. Me encantaba aquel labial que usaba tanto, sus labios rosados cereza me volvían loco.

-Te ves demasiado guapa, Eli-. Imaginen el tono de bobo caliente, porque ese era el tono con el que empecé a hablarle a partir de ese día.-. Me siento como un hombre afortunado al tenerte.

-¡Qué tierno eres Van! Yo igual me siento bien contigo-. Me dio un beso en la mejilla y caminó hacía la puerta principal-. ¿Te vas a quedar ahí admirandome o vas a ir?

Rango (Van McCann)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora