una mujer misteriosa

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Al despertarse, vio a Elena cepillarse el cabello ante el espejo. Era hermosa todo de negro otra vez. Un vampiro. El pensamiento casi la hizo reír. Bajo los ojos recordando su cuerpo la noche anterior. Un gran deseo de llamarla a la cama se apodero de ella. Sintió curiosidad de como estaba terriblemente excitada con solo mirarla. Pensó lo que podría decir al ver sus ojos hermosos volviéndose en su dirección. Sólo una mirada y cerró la puerta. Yulia cayó en la cama gruñendo. Qué mujer más complicada. Su cuerpo ardía de deseo. ¿Todavía estaría enojada por lo de anoche? Esperemos que no. No toleraría esa cara de enfadado por más de una noche. La llamaría por la tarde. Si. Eso haría. Sería bueno darle un masaje a su ego. Con ese pensamiento fue a tomar su baño.

Se dirigió a la empresa resignada. Si eso era una vida de casadas lo estaba haciendo muy mal. No dejaría que las cosas estuvieran así entre ella y Elena. Tendrían que vivir juntas, pero tendrían una vida muy agradable. No se sentía enojada con ella por haber tomado ventaja de su situación. No sabía por qué, pero el hecho simplemente no le molesta. ¿De qué sirve recordar aquello o acusarla de eso? La vida era demasiado valiosa como para dejar de vivirla intensamente. Era eso lo que quería pensar.

Cuando llegó, María Novikova estaba haciendo una revolución general, con su poderoso equipo. Trabajaban como nunca había visto a otro grupo de trabajo. A los dos de la tarde María estaba ante su escritorio. Le preguntando con una hermosa sonrisa.

- ¿Y nuestra cena? ¿Qué tal hoy?
- Iría si pudiera, disculpa. No me malentiendas no es personal.
- Hum. Ya no estas libre. Me alegra que encontrara tu otra mitad. Nos vemos mañana.
- Nos vemos.

Levantó el teléfono y marco el número de su agenda. Llamo anunciando su nombre, mientras esperaba se preguntó si le respondería o la rechazaría. Pensaba cuando oyó su voz.

- ¿Hola? ¿Yulia? ¿Hay algún problema?
- No.
- ¿Entonces?
- Me preguntaba si tu enfado ya habría pasado -comentó con una voz seductora.
- ¿Por qué estabas pensando en eso?
- Bueno, anoche dormimos peleadas.
- No, dormimos no. Yo dormí feliz después de lo que me diste.
- Pero hoy por la mañana...
- Tu estabas seduciéndome con tus ojos y yo tenía una reunión inaplazable pero sé que estoy en deuda contigo.
- Ah, bueno. Es que hoy desperté medio fogosa -Yulia rió sintiendo un gran alivio- no me malentiendas. No suelo ser tan obvia.
- No me lo tomes a mal, me encantó verte de esa manera. Yo me excedí ayer. Merecía todas las cosas que me dijiste.
- Que bueno que no estas enfadada, confieso que me preocupé.
- Tonterías.
- Voy a cenar con mi madre hoy después iré para la casa.
- Muy bien. Te estaré esperando. Adiós.

Colgó el teléfono con la sensación de una inmensa alegría. El enojo había pasado. Afortunadamente le había dado placer, por esa razón, no durmió enojada. Había sido un golpe maestro. Negó con la cabeza riendo feliz. Necesitaba dejar de pensar tanto en ella. Tenía que trabajar y eso es lo que hizo para evitar volver a pensar.

Se fue a casa, cenó con su madre y su hermana. Natasha comentó emocionada al final la cena.

- A Grigor le encantó el nuevo automóvil que le enviaste.

Yulia dejó caer los cubiertos mirando a su hermana.

- Dijiste que estábamos en control de costos -dijo su madre- ¿Ha cambiado algo?
- Pensé que se lo merecía. No lo pienses demasiado.
- Pero tú dijiste...
- Olvídalo. Si estaba contento, mejor para todos. Me tengo que ir todavía tengo que pasar por el hospital.
- ¿Dónde estás viviendo? -dijo Natasha yendo a la puerta con ella.
- Con una amiga.
- ¿Una amiga? -pregunto de riendo- ¿Se casaron? ¿O algo así?

Yulia rió besando su mejilla.

- Creo que es por ahí, pero... -Yulia sonrío mirando a su madre- ningún comentario a mamá no le gusta la idea.
- Por supuesto ¿Cuando vas a traerla por aquí?
- Tal vez algún día si el destino da un empujón. Adiós.

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