una mujer misteriosa

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Hola pues como todo lo bueno tiene que terminar aquí les traigo el final de esta historia Una Mujer Misteriosa espero que le haya gustado :)

CAPITULO 6

No había visto a Elena ni sabido nada de ella durante una semana. Se contenía para no llamarla. Los recuerdos de la última reunión con ella en su oficina la hizo ruborizarse. Elena seguramente debía pensar que era fácil. Podía poseerla en cualquier lugar. No tenía vergüenza ni pudores cuando estaba en sus brazos. La verdad no tenía nada más. Ni su corazón era más suyo. Le había entregado todo. Necesitaba conservar al menos el resto de dignidad que aún le quedaba. Un anhelo insoportable la consumía día y noche. En la noche estaba rodando en la cama con los ojos fijos en el teléfono. Le había le enviado su maleta. Esto bastó para dejar a su madre muy feliz.

Yulia estaba de pie en la cocina, comía un racimo de uvas observando a su madre colocar una carne en el horno. Dio un suspiro hablando bajo.

- Mamá, quería decirte una cosa ¿Podemos conversar?

Larissa se volvió dando una amplia sonrisa.

- Pero claro hija. ¿Qué sucede?
- Yo quería que supieras que Elena no es una persona mala.
- Yulia, por favor. Claro que ella es una pésima persona.
- No, no lo es no. Tú no entiendes. Fui muy feliz mientras viví con ella, es amable y dulce, es...
- Me estás diciendo esto porque follaban todos los días. Es natural que juzgues que aquello era la felicidad.
- No era sólo sexo. Yo...
- Yulia -levanto su mano para que se detuviera- No quiero oír nada acerca de esa mujer. ¡Basta ya!
- Mamá...
- Voy a subir a tomar un baño. Bajare para que cenemos.

Se quedo muda mirando la puerta. Se sentó en una silla sintiéndose horrible por dentro. Una tristeza que nunca tenía sentido no abandonaba más su pecho.

La madre descendió una hora más tarde. Estaban cenando en silencio cuando ella le dijo mirando a los tres hijos con pesar.

- Se acerca la navidad, se cumplirán nueve meses que su padre está en el hospital.
- ¿Mamá?
- Yo lo sé Natasha -suspiró y volvió a comer.

Yulia aparto el plato casi lleno mirando a su madre con cariño.

- Si no quieres no haremos ninguna celebración este Año Nuevo.
- Todavía no lo sé.
- Piénsalo y dime lo que decides.
- ¿Tenemos algo que celebrar? -Pregunto mirando a los tres.

Un suspiro general, llenó la habitación y nadie dijo nada. Yulia encendió un cigarrillo, pasando los ojos disimuladamente por el teléfono. Larissa empujó la silla comentando en voz baja.

- Ustedes me disculparan, pero voy a dar una vuelta. Debo airear la cabeza, no demorare mucho tiempo.

Elena entró en el restaurante treinta minutos después mirando para todas las mesas. Vio a Larissa y se encamino para la mesa donde se encontraba con una amplia sonrisa.

- Hola -saludo besándola en el rostro.
- Disculpa por haberte llamado tan tarde. Estoy sintiéndome muy mal y necesito hablar o me volveré loca.
- Yo lo entiendo -Habló extendiendo las manos y apretando las de ella afectuosamente- ¿Qué sucedió?
- Todo y nada. Mi marido aún está allá sin esperanzas de mejora.
- Sé cuan difícil debe ser para usted.
- Yo me siento como si fuera al velorio de él todos los días.

Elena la dejó desahogarse y llorar sin interrumpirla. Cuando Larissa se calmó, volvió a hablar avergonzada.

- Siento mucho por la escena. Disculpa.
- No se preocupe por eso.
- ¿Te acuerdas de mi hijo?
- Sí
- Fue detenido. Una cosa horrible.
- Lo siento.
- A causa de esto mi hija regresó a casa. Está olvidando a aquella mujer que le hizo mucho daño a ella.
- Creo que todo va a pasar. Vendrá un tiempo más feliz para usted.
- Ni siquiera sabe mi nombre -se echó a reír torpemente- Mi nombre es Larissa. ¿Y el tuyo?

Elena pensó en inventar algún nombre, pero contestó con franqueza.

- Elena.
- ¿Elena? Qué casualidad absurda, esa mujer también se llama Elena.
- Es toda una casualidad -Elena sonrío divertida.
- Tú me dijiste que eras soltera ¿Aún lo estas?
- Si, lo estoy.
- ¿No te interesa el matrimonio?
- Sólo hice una elección diferente para mi vida.
- Ah sí -rió satisfecha- ¿Tu eres lo que estoy pensando?
- Soy lesbiana -afirmo con orgullo- Espero que esto no le asuste.
- Oh querida. ¿No te hablé de mi hija?
- Me hablo, si.
- No tienes idea de cómo me gustaría ver a Yulia feliz con una mujer que realmente ame.
- ¿Cree que ella no ama a la otra Elena?
- ¡Oh por Dios! Nunca ha habido sentimientos entre ellas. Desde su regreso a casa nunca menciono su nombre. No la llamo, o fue a verla. Esto sólo demuestra que ya la ha olvidado, creo que Yulia necesita conocer una mujer diferente. Bien diferente de aquella mujer misteriosa, alguien que sepa ser amiga. ¿Qué piensa de ir a cenar a mi casa mañana? Si no tienes ningún compromiso voy a estar encantada de recibirte. Quiero que conozcas mis hijos.
- Será un placer cenar en su casa.
- ¿No sientes que necesitas una novia?
- Si, pero hoy en día es difícil encontrar una persona que quiera tener una relación seria.
- Oh, pero eso es todo lo que Yulia sueña -Larissa dijo explotando de alegría- de hecho Elena, ella es una mujer muy romántica. Ella...

Elena se quedó quieta oyéndola hacer mil elogios a Yulia. Estaba sintiendo un alivio inmenso por saber que iría a verla al día siguiente. Lo que más quería era ser aceptada por su madre. Medio camino ya estaba resuelto, cuando Larissa descubriera que ella era la Elena que detestaba, lo dejaría en manos del destino.

Oyó el sonido del timbre volviendo a la realidad. Vio su madre dando un salto del sofá sonriente.

- Por favor, no se asusten con su belleza -pidió dramática- La pobre puede sentirse incomoda. Finjan que no lo notan.

La mucama llegó acompañada de Elena. Larissa corrió a abrazarla. Natasha se puso de pie para mirarla con una sonrisa de admiración, Yulia también se levanto sin creer lo que veían sus ojos. Era ella todo de negro, como de costumbre. Larissa la tomó de la mano presentándole primero a Natasha. Sólo entonces se acercó a Yulia y dijo llena de orgullo.

- Esta es Yulia ¿No es hermosa Elena?

Yulia miró a su madre y luego a Elena, quien extendiendo la mano totalmente atónita.

- Es un placer conocerte Yulia. Eres tan bonita como lo dijo tu madre -dijo con una gran sonrisa Elena.
- Gracias -fue lo que Yulia pudo decir.

Larissa arrastró a Elena hacia el sillón. Natasha fue a preparar las bebidas en el bar. Desde allí sitúo los ojos en las maravillosas piernas de Elena. Llevaba una falda con una abertura en el costado. Natasha sostenía la botella completamente inmovilizada con esa visión. Yulia se le acercó en ese momento, se detuvo frente a ella tapando su visión. Natasha la miro confundida, sin entender su intención.

- Si no te importa yo la vi primero. Cuidado que mamá se va a dar cuenta de que te gustan estas cosas.
- Yulia hasta una semana atrás estabas casada.
- Eso es solo un detalle -sonrío yendo a unirse a Elena y su madre en el sofá.

Larissa se volteo hacia Yulia comentando eufórica.

- ¿Te había dicho que nos conocimos en el hospital?

Yulia abrió la boca sin emitir ningún sonido. Larissa siguió hablando y monopolizando la conversación. Las tres bebían sus bebidas sin tener la oportunidad de hablar. De nuevo Larissa se volteo hacia Yulia mirándola sugerente.

- ¿Creerías que Elena es soltera? ¿Puedes imaginar una mujer bonita cómo ella pasando las noches de sábado sola en casa?

Los ojos de Yulia se cruzaron con los de Elena. Estaba herida. No necesitaba decirlo para que lo supiese. Había mucha tristeza en aquellos ojos. Esos ojos que siempre hallo tristes y melancólicos. Pudo sentir que se sumergía dentro de los ellos permitiéndole ver todo su dolor. Estaba más bella que la última vez que se vieron. El corazón le latía en el pecho debocado. Su intención era tomarla de la mano y correr hacia su habitación. Ajena a sus pensamientos, dijo Larissa, para su sorpresa.

- Yulia, te estoy hablando.
- Te oí madre -dijo mirándola con cariño- Debe ser terrible pasar las noches de sábado sola en casa.

Recordó las muchas noches de sábado en la que ambas se amaban con locura, olvidándose del mundo.

Larissa sonrió tomando la mano de Yulia diciendo angustiada.

- Tu no tienes idea de cuánto sufrió mi hija, Elena. Aún está recuperándose con nuestra ayuda. No le deseo a nadie, todo que ella tuvo que soportar en aquella situación.

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