Capítulo 4.

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- Cuéntenme, ¿Qué fue lo que sucedió? - Doy un suspiro y me recuesto en la silla.

No dudo en tirarle el primer puñetazo directo a su rostro, justo en su pómulo izquierdo, lo que le dejaría un lindo recordatorio por unos cuantos días. Ella decide jalonar mi cabello y clavar sus uñas falsas en mi brazo, tiro de este y provoco unas superficiales heridas. Tomo su brazo y le doy un golpe en su muñeca para que me suelte y tiro otro puño directo al centro de su rostro, un pequeño "crack" me da la satisfacción de verla gritar y sollozar de sentir su nariz partida. En ese descuido, vuelve a manotear contra mi, tratando quizá de volver a tomarme del cabello, pero solo logra rozar mi mejilla con una fuerza que me sorprende.

Siento unas manos envolver mi cintura con un poco de presión, pero mi estado de enojo hace que tire mi codo hacia atrás y deje sin aire a esa persona. Miro de nuevo a la barbie falsa y termino por dejarla en el suelo con una patada en su estómago. Probablemente Maxi estaría orgulloso de mi en estos momentos. Satisfecha por el resultado, me separo de ella viéndola con prepotencia mientras esta me clava miles de dagas con sus ojos, le sonrío con burla, pero antes de que pueda abalanzarse de nuevo sobre mí, noto que un maestro la retiene seguido de otros 2 que nos miran con enojo.

-.... Y es por eso lo que paso, todo es culpa de esta loca. - Me encojo entre hombros.

- Tengo entendido de que usted es una alumna nueva, ¿No es así, señorita...? - Deja la duda al aire esperando a que le responda con mi nombre.

- Parker, Megan Parker. -Digo a regañadientes, esto de vivir doble es fastidioso.

- Por lo cual espero que mejore su actitud. - Levanto una ceja en su dirección lo cual decide pasar por alto y se enfoca en la rubia. - Respecto a usted, señorita Blowett, tiene suerte de que estemos comenzando un nuevo semestre porque de otra forma ya estaría imponiéndole un castigo. - Su tono de voz suena más a una reprimenda - Bien, se pueden retirar, espero no volver a verlas por acá. - Asiento mientras la loca echa humo por todos lados.

Salgo a zancadas de allí y me dirijo a la cafetería, hay pocas personas quienes miran en mi dirección. Tomo una fruta, agua y salgo de allí.

Camino por los pasillos de la universidad, haciendo uso de mi poca memoria para visitar cada salón y con suerte, recordarlo en cada clase. El paseo me aburre un poco puesto que estoy sola. Aunque me siento más a gusto así. Detesto la compañía, me parece irritante tener alguien a mi lado, desde de mis nueve años, había aprendido que no debía tener amigos.

He estado sola desde que entré a la escuela, ya que todos querían ser mis amigos porque me recogían en autos lujosos, por los guardias de papá o por la ropa lujosa que me compraban. También porque me metía con muchas personas ahí y creían que sería cool estar conmigo, con la niña rebelde. Pero los mandaba a la mierda cuando veía que se acercaban a mí por interés. Desde ahí comprendí que nadie estaría conmigo por solo querer ser mi amigo de verdad, aunque tiempo después conseguí al mejor grupo de amigos, quienes, de un modo u otro, demostraron que me querían a mí y no a mi fortuna o por mi padre.

El timbre suena lo que es cambio de hora, bajo las gradas y camino de nuevo dentro, hasta el casillero 718. Tomo los libros de mi siguiente clase, historia, uhg, toda una tortura.

 Tomo los libros de mi siguiente clase, historia, uhg, toda una tortura

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-... Te estoy diciendo que nadie aquí parece conocerme, solo la secretaria y los maestros. - Me exaspera tener que dar explicaciones, pero era por mi bien.

-Tienes que actuar como alguien normal Scarlett. - Habla la voz fría del otro lado.

- ¡Lo sé, pero intento lo mejor que puedo! - Grito.

Pues inténtalo mejor. Aún no estamos seguros del paradero de... -Le interrumpo.

Me importa un comino ese imbécil, no será más que comida para perros una vez que tenga la oportunidad de acabarlo. - Gruño.

Vaya que hoy estás toda una fiera, relaja la raja Scarlett, ¿Qué mierda te puso así? - De solo pensar en todo el problema con aquella rubia mi genio se volaba.

Hoy me metí en problemas por culpa de una maldita rubia. - Su risa al fondo es ronca.

Espero que estés consciente de que no puedes meterte en problemas, no me cansaré de repetirlo, debes...- Le interrumpo girando los ojos fastidiada.

- Mantener un perfil bajo. - Completo por él. - Tranquilo, lo mantendré bajo control, pero si sigue, sabes la primera regla. - Puedo escuchar su respiración entrecortada.

- Mierda, ¿No te puedes quedar quieta un instante? - Ruedo los ojos. -Con un pequeño susto le bastará. -Río recordando las veces que hemos hecho los famosos "pequeños sustos" que no resultan nada pequeños.

No me jodas, Lizarazo. -Veo la hora que marca mi teléfono. Ya es hora de ir a entrenar. -Tengo que dejarte, quiero que me mantengas informada. -Cuelgo antes de que pueda decir algo y voy a preparar mi bolsa de gimnasio.

Voy hasta el armario y selecciono un conjunto para utilizar hoy. Una falda short color azul, un crop top negro y unos tenis negros. Decido irme de una vez cambiada con las vendas puestas, en mis manos una pequeña toalla, una botella de agua y mis guantes en una bolsa.

Una vez llego al lugar, decido dejar en las penumbras mi auto, aunque, si querían seguir viviendo, lo mejor era que ni intentaran algo. Cuando estoy a punto de entrar siento una pequeña punzada en mi nuca. Me tenso un poco, a sabiendas de que a veces suele resultar como un sexto sentido. Me giro mirando a ambos lados, sin encontrar algo sospechoso. Entro totalmente y tomo mi teléfono, directamente a los mensajes para dejarle uno a Mike.

>> Revisa la zona, cualquier detalle fuera de lugar me lo avisas, no demores.

Doy una última mirada a la calle, tratando de convencerme de que solo es una estupidez. Suspiro y con desgano voy hacia la caminadora, hoy en definitiva no quería hacer ejercicio.

Scarlett Dinovik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora