Capítulo 18.

12 1 0
                                    

Duré varios días vigilando a Samantha, aprendiendo su rutina desde que se levantaba hasta que dormía nuevamente. Necesitaba conocer lo más mínimo de ella, para explotar alguna debilidad suya.

Esperé hasta dos semanas luego para verla al finalizar clases y hablar con ella, porque por más que intenté, no pude conseguir nada malo de ella, aún.

La observo salir mientras camina a su andar relajado, atrayendo algunas miradas a su paso. Algo que sí pude notar, es que llama la atención de los demás aún con sus ropas anchas y cero femeninas.

- Vaya, qué agradable sorpresa. - Me sonríe mientras termino de llegar a ella.

- Tenemos que hablar. - Tiro a mis pies un cigarrillo que ya había terminado y lo aplasto con mi pie. - Pero primero tengo que hacer algo. - Le hago un gesto para que me siga hasta el auto y nos subimos juntas.

Arranco con dirección a la escuela de Lucy, aunque le dije que no iría por ella, siempre estoy pendiente de su salida. Estaciono a dos calles de distancia y observo que llegan Mike junto a otro, creo que es nuevo

- ¿Qué se supone que hacemos aquí? - Pregunta Samantha con un poco de miedo.

- No es algo que tenga que preocuparte. - Le respondo con tono aburrido, sé que su hermana menor estudia aquí, por lo que es comprensible que se sienta así, pero yo jamás utilizaría menores para atormentar a alguien.

Esperamos 5 minutos hasta que finalmente empiezan a salir, observo con Mike se baja y camina hasta toda la entrada sin notar (o quizá sí) lo mucho que intimida a las personas allí con su musculatura y ropa.

Lucy no tarda en salir y saltar a su alrededor mientras lo saluda energéticamente, veo que se gira y se despide de una niña de su edad a quien no puedo visualizar debido a la cantidad de infantes, para finalmente subirse al auto.

Espero un minuto más para arrancar e ir a un restaurante pequeño que conocí hace poco. Me bajo sabiendo que me sigue y tomo asiento en una de las mesas de afuera, hace tan buen clima que es imposible no aprovechar.

- ¿Cómo lo sabes? - Pregunto apenas se acomoda en el asiento frente a mí.

- Qué directa. - Me mira con las cejas alzadas y suspira. - Mi hermano tiene algo así como una obsesión contigo. - Esta vez quien alza las cejas soy yo, sorprendida. - Sigue tu carrera desde hace tiempo y aunque te ves diferente de como esa temporada, vi patrones de comportamiento, aparte tu voz no cambió. - Se encoje en hombros y mira la carta con interés. 

Acabamos pidiendo únicamente dos limonadas y las tomamos de forma paciente, en lo que asimilo sus palabras, patrones de comportamiento. Es increíble, creía que solo mis rivales analizaban eso de mí, pero resulta que cualquiera podía hacerlo.

- Entonces, ¿cuál es tu precio? - Cruzo las piernas y la observo fijamente.

- ¿Precio de qué? - Pregunta haciéndose la desentendida. Aprieto lo dientes con molestia.

- ¿Cuánto o qué quieres para mantener la boca cerrada? - Me mira durante algunos segundos que parecen minutos en completo silencio.

- Quiero que hagas algo por mí. - Sonrío satisfecha. - Pelea en el Bronx. - Mi sonrisa cae de golpe. Aprieto los puños encima de la mesa.

- Cualquier cosa menos eso. - Escupo casi con odio.

- Es lo único que puedes hacer si quieres que me mantenga callada. - Sonríe inocente. Maldita bruja.

- Bien, ¿cuándo es? - Pregunto resignada.

- Hoy.

- Te inscribí con tu nombre falso, de todas formas, nadie te va a reconocer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Te inscribí con tu nombre falso, de todas formas, nadie te va a reconocer. - Asiento mientras observo el lugar. 

Es el sótano de un local abandonado al sur de la ciudad, conocido por la cantidad de peleas clandestinas que se celebran casi diario y la forma tan brutal que son los enfrentamientos.

Me acompaña hasta lo que son los camerinos de este lugar, allí cambio mi ropa y caliento un poco mi cuerpo para evitar alguna lesión.

- ¿En qué momento será la pelea? - Pregunto en un murmuro mientras lanzo puños hacia el aire.

- Se supone que vas luego de los que acaban de subir. - Asiento y voy hasta mi bolsa para ponerme unas vendas ligeras.

Espero pacientemente en una silla mientras observo mi teléfono y los avances que Mike me pasa con respecto a Lucy, quien ya cenó y se acostó a dormir. Él sabe dónde estoy, no porque le haya dicho sino porque exactamente no le dije, aparte de que puede verlo en el rastreador que tengo en mi celular.

- Scar, vas. - Samantha me llama y me levanto de un salto, le entrego el aparato y soy unos pequeños saltos antes de finalmente salir. - Hey, tengo que decirte una cosa. - Me acerco más a ella con el ceño fruncido. - No te dejes intimidar de quien está ahí arriba, también espero que no me odies. - Sonríe de lado y me empuja al cuadrilátero improvisado.

No entiendo lo que dice hasta que estoy arriba y observo a mi contrincante. Molesta me giro a donde se supone que debía estar ella, pero se esfumó, genial. Me volteo hacia Damon con mirada iracunda y él no sale de su sorpresa por verme ahí.

- Acérquense. - Habla el "réferi". - Ya saben las reglas, no hay reglas. - Sonríe de forma desquiciada y hago una mueca.

- Espero que te duela. - Le murmuro antes de que el hombre haga la seña para comenzar y suelto un puñetazo directo a su pómulo.

Me observa en estado de shock llevándose una mano al rostro, como si no me reconociera. Sonrío con soberbia y retrocedo un poco esperando su golpe de vuelta. 

Siempre he tenido la ventaja de ser de complexión delgada y baja, lo cual me hace más ágil y me permite escapar de algunos golpes, sin embargo, sé que Damon perfectamente podría acabar conmigo, pero noto que no pelea con toda su fuerza y eso me enfurece.

- ¿Qué pasa, tienes miedo de que te gane? - Me burlo en su cara. - ¿Crees que no seré capaz de derrotarte? - Observo que aprieta la mandíbula, pero sigue sin responder a mis provocaciones. - ¿Acaso esa es toda tu fuerza? Un marica lo haría mejor que tú. - Asesto un golpe en su estómago y luego uno en su rostro. - Deberías rendirte por tu cuenta, no sirves para esto. - Sus ojos inmediatamente se nublan y sus hombros se cuadra, perfecto.

Luego de estar quince minutos sobre el ring, ninguno de los dos está dispuesto a dar su brazo a torcer, sin embargo, aprovecho que baja un poco la guardia, tomo su brazo y nos hago caer sobre mi espalda para usar el mismo y apretar su cuello.

El conteo comienza mientras intento ajustar el agarre para que no se suelte. Cuando llegan a 10 lo suelto como si fuese veneno y me levanto de un salto para irme de allí. Lo escucho gritar mi nombre a mis espaldas, pero trato de hacer oídos sordos y apresuro mi paso.

Apenas llego al camerino, me espera un hombre de complexión media y sostiene dos fajos de billetes, los tomo y murmuro un 'gracias' antes de entrar y tomar mis cosas.

Me cambio a la velocidad de la luz y salgo de allí encontrándome con Samantha. No es necesario sumar dos más dos y saber porqué hizo lo que hizo.

- En tu vida vuelvas a pedirme que pelee por ti, incluso si te estás muriendo y la única forma de salvarte es esa. - Le entrego el dinero que bien no me interesa y me voy del lugar. Ella perfectamente puede pedirle a su hermanito que le dé un aventón.


Scarlett Dinovik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora