Capítulo 15.

6 1 0
                                    

Me despierto envuelta en las sábanas de la cama, con un dolor de cabeza punzando mis sienes. Creo que lloré hasta quedarme dormida.

Me levanto de la cama sintiendo que mi cuerpo pesa más de lo que debería, mis músculos se resienten ante el movimiento y mi mente me recuerda porqué me siento tan mal. Decido no abrumarme más por los hechos, así que tomo mi teléfono y me dirijo al baño para tomar una tranquila ducha, antes de enfrentarme a todos.

Me levanto de la cama, agarro una toalla y voy de camino al baño, donde puedo escuchar la regadera caer, mientras Ashton canta alguna canción de Adele.

- ¡Ashton, tienes 5 minutos para salir o entraré a patear tu trasero! - Grito mientras golpeo la puerta. Sin escuchar su respuesta, me regreso directo al clóset para elegir mi outfit de hoy, un pijama obviamente. Busco el resto de las cosas allí mismo y me regreso a tocar la puerta del baño.

- ¡Sal ya! - Antes de que pueda tocar, la puerta se abre enseñándome un Ashton envuelto en mi albornoz. Lo veo fijamente antes de sacarlo del brazo con un tirón y cerrar la puerta en su cara.

Me acerco al espejo que abarca gran parte del baño y me horrorizo al verme. Mi rostro está hinchado, mis labios agrietados, mi cabello está revuelto y ni hablar de mi ropa. Me trago el mal sabor que ello me provoca y me desvisto, decidida a dejar ir los sentimientos negativos con el agua.

Ashton y yo decidimos tirarnos después de medio día en la mini sala a ver literalmente cualquier cosa juntos, en un afán de distraer mi herido corazón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ashton y yo decidimos tirarnos después de medio día en la mini sala a ver literalmente cualquier cosa juntos, en un afán de distraer mi herido corazón. Sin embargo, en el mejor momento de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, el teléfono de Ashton resuena desde el otro lado de la suite.

- Ve y contesta tu teléfono - Lo pateo tratando de tirarlo del sillón, pues se niega a hacerlo. Nos quedamos quietos cuando deja de sonar y nos acomodamos de nuevo, dándole play a la serie.

No pasan ni 5 minutos cuando esta vez suena el mío. Suelto un quejido mientras estiro mi brazo y al ver la pantalla me levanto de golpe.

- ¡Eh, cuid...! - Se queda paralizado al ver quién me está llamado cuando le enseño la pantalla y se endereza como si le metieran un palo en el culo. - Mierda. - Sí, mierda.

Decido contestar y ponerlo en altavoz, con temor a lo que nos espera del otro lado del teléfono.

- Hola papi. 

- ¿Por qué tu hermano no contestó? - Es lo primero que pregunta y ruedo los ojos.

- Estaba ocupado padre. - Se excusa él.

- Si estar echados todo el día es estar muy ocupados, no quiero imaginar más. - Su tono de voz nos estremece. 

- ¿Qué ocurre? ¿Para qué nos llamas? - Rara vez él hacía esas cosas, únicamente cuando quería controlarnos o darnos malas noticias. Rogaba porque no fuera la segunda.

Scarlett Dinovik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora