MARATÓN 2/3 - Capitulo 12

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Los días van pasando y cada día llora. La marcha silenciosa de William le ha hecho daño, mucho daño. Por suerte, cada día que llora los brazos de Christian están allí para consolarla, hasta que al sexto día se dice a si misma que ya está bien de llorar y lamentar, ya es hora de volver a ser la misma Natalie de antes. Para eso necesita volver a vivir, volver a sentirse ella misma. Así, que tiene en mente un plan. Llama a Christian antes de salir del instituto y quedan en la entrada de este.

Al salir, Christian la está esperando recostado en una moto negra. Una moto completamente negra a pesar, de una N roja en la lateral. Esa motocicleta era de William. Se acerca y con la mirada estudia la moto y luego a él:

-          ¿Cómo es que tienes la moto de William? – Pregunta con cierto enojo.

-          Me la dio. El día que se fue, se paso por mi casa y me dijo: ‘Cuídala’. No supe como tomarme eso. Así que eso es lo que hago, cuidarla.

Esa explicación es un poco corta y simple, incluso para Christian, peró no le da importancia. Sonríe peró antes de subir a la moto, él le pregunta:

-          ¿Qué es esa cosa que quieres hacer?

-          Sorpresa. Tenemos que ir al centro, quiero recuperar mi vida alocada.

Y con una sonrisa se sube en la parte trasera de la moto con el casco ya puesto. Espera a que Christian se suba y lo abraza por detrás. Aún recuerda como le enseño su motocicleta azul y con un rayo amarillo que sus padres le regalaron por sus dieciséis. Como hacían largas excursiones los dos solos y se perdían por horas en las montañas. Una vez en el centro, aparcan en cualquier lado y ella es la primera en cogerle de la mano y guiarlo hasta la peluquería más próxima:

-          ¿Una peluquería? ¿No me digas que te vas a cortar el pelo? O peor, ¿Te vas a rapar el pelo? No, Natalie. Por favor, no lo hagas. – Dice Christian delirando.

-          Chris, que no me voy a cortar nada ni rapar nada. Solo voy hacerme una o dos mechas de colores. Para romper con el color castaño. – Contesta la chica.

-          A bueno, me habías asustado, ángel.

Sonríe y entra. La peluquera, una muchacha de ojos azules y cabello morena, le pregunta por lo que quiere y ella, sin apartar la vista del espejo, le dice:

-          Quiero un par de mechas rubias y rosas.

La morena asiente y empieza con el pedido. Luego de dos horas, Christian ya no sabe qué hacer. ¡Qué aburrimiento! ¿Cómo las mujeres se pueden pasar hora aquí y no morirse del aburrimiento? Está por levantarse cuando una chica con mechas rosas y rubias aparece con una sonrisa a su lado:

-          ¿Me reconoces o tengo que hacerte memoria?

Natalie. Suspira. Aún está más guapa. Esas mechas le dan un toco juvenil, tierno y divertido pero sin romper su fuerte carácter. Natalie paga a la chica y le da las gracias y los dos salen de la tienda para irse a casa. Su madre al verla se escandaliza peró se acostumbra en seguida, en cambio, su padre la conoce y cuando Christian se va y su madre empieza con la cena, le pregunta:

-          ¿Esto es por algo en especial?

-          Si, papá. Es, como lo llamo yo, un look anti-William.

Su padre se ríe y le besa la frente. Su pequeña está como una cabra, peró la quiere como a nadie. 

Todo lo malo vuelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora