MARATÓN 3/3 - Capitulo 13

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Viernes. Querido y amado viernes. Hoy terminan las clases para Natalie y por suerte, lo ha aprobado todo. Sus padres están muy orgullosos de ella y como recompensa le dan dinero para que se compre un bonito vestido para esta noche, que saldrán a cenar los tres. Hace mucho tiempo que la familia Grey no cena toda junta en un restaurante. Por la mañana, va a recoger las notas y vuelve enseguida a casa. Una vez dentro, el timbre suena y con toda la felicidad del mundo sonríe al abrir:

-          ¡Hola! – Exclama al abrir la puerta.

-          Hola, a ti también. ¡Qué ilusión de buena mañana, ángel! – Contesta Christian.

Le cuenta el motivo de su alegría y él encantado de ayudarla a encontrar el vestido perfecto la acompaña al centro. Mientras entran a tiendas y ella se prueba miles de vestidos, en el corazón de Christian pasan ciertos sentimientos que pensó que ya se habían ido. Están sentados en una mesa a las afueras de un bar y es él mismo quién saca el tema de William:

-          Natalie, quiero que sepas que es muy inmaduro de su parte que te haya dejado por teléfono y no se haya despedido.

-          Christian, escúchame. Los dos sabíamos que pasaría, además lo iba a dejar yo, peró se me adelantó. – Contesta recordando la situación.

-          Yo nunca te haría una cosa así. – Le dice mirándola directamente a los ojos.

-          Ya lo hiciste. Te fuiste y no supe nada más de ti, Chris. No sabes lo que me dolió. – Le contradice ella, sin apartar la mirada.

-          Lo siento, Nat. Lo último que quise era herirte, pero si me despedía de ti nunca me hubiera ido. – Le explica él, con el corazón en la mano.

-          Christian, yo te quise y te quiero mucho, pero te fuiste y de pasar día sí y día también contigo a no pasarlos, pues… supuso un cambio muy grande en mi vida y para mí. – Contesta ella con los ojos vidriosos. No va a llorar.

-          Lo sé, ángel. Y lo siento, te pido perdón por eso. – Le pide Christian mientras le coge una mano por encima de la mesa.

-          No me lo pidas, Christian. Ya está todo olvidado.

Y le sonríe. Para Christian no está olvidado, peró prefiere no entrar más en la herida y dejarlo pasar. Han comprado un vestido azul turquesa con volante, que al moverse hace que el vestido este cubierto de ola marinas. Llegan a casa y Natalie se apresura arreglarse para ir a la cena con sus padres. Después de una hora, más o menos, sus padres llegan y es Christian quien los recibe con una sonrisa:

-          Hombre, Christian, hijo. ¡Cuánto tiempo sin verte! Estás hecho todo un hombre. – Dice el padre de ella.

-          Buenas noches, Señor Grey. ¿Cómo está? – Pregunta educadamente el chico.

-          Christian, te conozco des de que eras un niño con el pelo rubio, dejemos las formalidades. – Sonríe el hombre.

-          Eso eran mejores tiempos, Jorge.

Hablan animadamente, hasta que la mujer de Jorge, suelta un grito ahogado al ver a su única hija bajando las escaleras y vestida con un precioso vestido turquesa. Su madre la alaga, mientras que los dos hombres se la miran. Uno con orgullo de tener una hija como ella y el otro con adoración y sentimientos que no tendrían que estar allí, pero están. Nicole está preparada para salir cogida del brazo de su marido, hasta que ve a Christian mirar a su pequeña de la misma forma en la que Jorge la miraba a ella cuando eran jóvenes:

-          Christian, querido, ¿quieres acompañarnos a cenar? – Pregunta la mujer.

-          No, gracias Nicole. Me iré a casa, tengo cosas pendientes. – Contesta Christian.

-      Esas cosas pueden esperar, hijo. Vente y no acepto un no por respuesta. – Sentencia el hombre.

Se sonríen entre todos y se dirigen al coche. Christian se apresura a abrir la puerta a Natalie, bajo la atenta mirada de sus padres y el tímido ‘gracias’ de ella. 

Todo lo malo vuelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora