Capítulo 4 | Desaparición

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Nos encontraron.

Dos y luego más policías ingresaron por la puerta apuntando con sus armas por todos lados. Uno de los asaltantes intentó huir, pero se le hizo imposible, estaba totalmente plagado de policías. Lo sostuvieron entre dos. Los demás solo levantaron los brazos. Les pusieron las esposas a esas diez putas personas, ojalá se pudran en la cárcel.

Varios policías llevaron a los asaltantes a no sé dónde, ni me interesaba, de verdad. Nos empezaron a soltar. Sentí un alivio inmenso, me temblaba todo el cuerpo, había sido asaltada, podría haber muerto. Lloraba mucho, todos lo hacíamos y nos abrazábamos entre nosotros. Nunca me podría olvidar de esto, casi fui violada y me podrían haber matado. Si tan solo me hubiera negado a ir a esa playa. Estaba mal, estaba nerviosa, tenía miedo. Quería despertarme y que todo solo hubiese sido una pesadilla, pero no, esta era la realidad y tenía que aprender a sobrevivir de ella.

Al llegar a la estación de policía, Agustín comenzó a buscar desesperadamente a Malena, no se encontraba por ningún lado. Era imposible, todos tenían que estar ahí. Lo ayudé a buscarla.

—Disculpe, ¿sabe si todas las personas asaltadas están acá? —pregunté a una secretaria de la estación. Agustín no dejaba de recorrer el lugar intentando encontrarla.

—Tienen que declarar todas las víctimas y después daremos información. —contestó con cara poco amigable.

Me fui sin darle las gracias, estaba lo suficientemente asustada como para pensar en modales y educación.

Cuando me tocó declarar conté todo, incluyendo los detalles, todavía seguía temblando. Antes de irme pregunté lo mismo que a la señora malhumorada. Al enterarme me sentí peor de lo que estaba. Solo tres de los cinco camiones fueron rescatados, a los otros se los llevaron los hijos de puta. Malena estaba dentro de los dos camiones que no fueron rescatados. Estaba impactada.

Comencé a llorar al instante, se llevaron a la única persona que nunca desconfió de mí, que nunca tuvo ninguna clase de prejuicio sobre mí, y la única amiga real que tenía, y yo no podía hacer nada, me sentía totalmente inútil. Si tan solo hubiéramos llegado unos minutos antes podríamos haberla rescatado. Me sentía tan mal y decepcionada de mí misma.

Al ver las manchas de sangre sobre mi cara me enviaron a un pequeño salón de enfermería. Tuve suerte, sólo se estaban empezando a formar moretones, podría haberme lastimado mucho peor, me dolía bastante.

Cuando salí estaba esperándome Agustín en la puerta, al parecer no sabía.

—Vamos, hay que seguir buscando a Male —él estaba empezando a darse vuelta para seguir recorriendo el lugar hasta que lo detuve agarrándole el brazo. —¿Qué pasa?

—¿Ya declaraste?

—No, creo que soy el siguiente, ¿por?

—Agus, Male sigue con ellos, sólo rescataron tres de los cinco camiones que habían.

—¿Qué? ¡Es imposible! ¡Ella está acá! Carolina por dios —comenzó a alzar la voz— ¡¿Cómo puede ser!? No Carolina, estás mintiendo.

—Perdón, Agus —volví a soltar lágrimas, era la peor persona del mundo.

—¡Sos una mentirosa! ¡Vos no querés que la encuentre porque le tenés envidia de que la amo a ella!

No podía creer lo que estaba diciendo sobre mí, y la clase de persona que pensaba que era. Ahora las lágrimas caían más fuerte.

Se acercó un policía preguntando qué estaba pasando, yo me fui hacia otro lado mientras el hombre hablaba con Agustín intentando tranquilizarlo.

Superando el pasado | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora