Heather pudo reflexionar rápidamente. "Si recién cayó, y el autobús apenas estaba avanzando, Stanley tiene que seguir en la entrada de la escuela". Colgó su mochila en sus hombros devuelta posteriormente a guardar el gracioso objeto circular en ella.
Se levantó rápidamente con cuidado de no perder el equilibrio y hacer un papelón, como muchas otras veces lo hacía cuando su bicicleta estaba averiada y fuera de su uso. En el camino chocó a un par de niños de menor edad, pero se disculpó repetidas veces con estos.
Le pidió al chofer que se detuviera justo cuando ya habían pasado dos cuadras de la ubicación de la escuela.
Al bajar, posó su vista en la entrada de la escuela. Allí estaban, el club de los perdedores.
Recordó un par de veces que habló con ellos por alguna clase de trabajo escolar, o usualmente, cuando Tozier le pedía prestado una pluma de vez en cuando. Y por "usualmente", significa todos los días, tanto era la insistencia que la niña terminó obsequiándole la pluma. Por otro lado, Eddie era su vecino desde que tenía conciencia, y cuando eran más pequeños solían pasar mucho tiempo juntos. A los demás sólo los conocía por verlos en los pasillos.
Pudo notar como Bill Denbrough -que sabía su nombre debido a la tragedia de su hermano- le decía algo a Bowers con rostro enfadado. No lo culpaba, Henry lograba eso en las personas, excepto aquellas que se sentían intimidadas por él y no se animaban a enfrentarlo en ninguna situación. Suponía que Bill se había hartado de sus estupideces.
Enfocó su vista en el coche de policía que se encontraba enfrente del instituto, a su vez que notaba a la madre de Betty Ripsom con una cara de no haber dormido en días, y todavía con esperanzas de que su hija apareciera merodeando a solas por las calles del pueblo.
Al volver su mirada donde estaban los perdedores, Henry ya se había esfumado del lugar. Clásico, estaba segura que se vengaría de lo sucedido luego, ya que actuar agresivamente en el momento le habría causado un gran pleito con su padre luego, que era uno de los policías que patrullaban el colegio.
Heather corrió con toda la energía que tenía, antes de que los niños pudieran irse.
-¡Oigan! -exclamó para que se detuvieran.
Eddie Kaspbrak fue el primero en bajar de su asiento al notarla, y le dedicó una leve sonrisa a su vecina. Al mismo tiempo, Richie dedicaba una mirada de confusión a sus amigos, no entendiendo qué sucedía.
Los cuatro tomaron sus bicicletas por las manijas y se acercaron a la chica con calma. Tozier fue el primero en hablar.
-¿Qué ocurre, Weasley? -preguntó sin rodeos. -Sabía que algún día vendrías por mí.
Una sonrisa juguetona se asomó en la cara de ambos, pero significaban totalmente lo contrario a lo que pensaba el otro. A Heather le halaga pensar que el niño se sentía atraído a ella de alguna manera, pero era demasiado molesto como para hacerlo relevante.
-Para lo único que me acercaría a ti, Tozier, es con el deseo de que me devuelvas mi pluma negra.
Sus amigos ahogaron una risa a la respuesta de la ojiverde. Richie sólo se dedicó a borrar la mueca pícara que llevaba en su rostro, pero sintió una sensación nunca antes experienciada. Se había sentido provocado.
Acto seguido, Heather sacó el kippah de su mochila, y se lo extendió a Stanley, sonriendo amablemente.
-Esto es tuyo, ¿verdad?
Stanley examinó el objeto circular antes de asentir y suspirar de alivio.
-Gracias, Heather. Patrick lo arrojó hacia el autobús, y ya me temía tener que conseguir otro.
La niña rió levemente, y Uris retiró el kippah de sus manos, dejándolo con el ardor del roce de sus manos. Las mejillas del judío instantáneamente se tiñeron de color carmín.
Heather nunca había tenido una conversación con Stanley, pero definitivamente le parecía atractivo, amable y tierno. Le recordaba a su hermano, y no dudaba que en sus fachas de adulto las mujeres se colgarán de él.
Lástima que ninguno de ellos se divertiría con alguien aburrida como lo era ella.
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yellow hearts ❥ beverly marsh
FanficHeather Weasley dejará su pasatiempo de coleccionar cosas amarillas, y encontrará otro que le dejará cicatrices para toda su vida. Seguir los pasos de un payaso maldito nunca es fácil, enfrentar sus formas tampoco. LGBT Content.