Capitulo 3

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Este se quedó en silencio , no podía creer que estaba viendo a aquel joven que se marcho cuando tenían 17 años ¿por qué precisamente ahora? , es como si lo hubiesen traído sus propios pensamientos.

En ese momento Unity estaba llegando
— Llevo rato Buscándote — dijo mientras ayudaba a dégel a ponerse de pie.

— Veo que tiene un fiel sirviente — se burló Manigoldo de manera socarrona.

Kardia solamente asintió. 

Unity quitó algo de nieve que se encontraba en el cuelo de Dégel, ganándose la mirada de este,  para que luego le dijera que se retirara, que luego hablarían.

El peliazul miraba a Unity alejarse sintiendo como hervía su sangre al ver a este nuevo individuo tocar a su querido Dégel, sabiendo que a él no se lo permitió jamás, sin embargo no dejó que lo notarán y antes de que Dégel pudiese decirle algo este lo detuvo diciendo. 

— Si nos quedamos un segundo más acá, nos congelaremos — comenzó a  caminar.

— Así que ese es Dégel ¡¿ehh! — señaló Manigoldo sarcásticamente.

— Calla entrometido — gruñó kardia enfurecido — mejor cárgame esto ¿no?— mencionó, tirándole un saco de manta y prosiguiendo hacía la entrada de la ciudad, en donde se detuvo a observar con atención.

— ¡Por todos los Dioses! estaré como en casa en este lugar — inquirió cáncer casi en forma demoniaca y dirigiéndose a una taberna, abriéndose paso entre las personas que deambulaban por todo el lugar — ¿no vienes?.—

Y antes de que pudiese contestar el aguamarina sorprendió a Kardia diciendo de manera segura

— Él se quedará en mi casa.

Kardia lo miró perplejo por lo que dijo el chico, mas no pensaba dejar pasar esta oportunidad, obviamente.

—Ve. No suelo frecuentar las pocilgas a las que vas — dijo volteándose hacia Dégel y caminando tras él, quien se dirigía a una cabaña ostentosa cubierta por una manta cristalina en la zona central de la ciudad .

Dentro de la cabaña se podía observar que Dégel era una persona perfectamente ordenada, al contrario de Kardia.

Se podían ver los detalles de las paredes en tonos gélidos. Y adornos en los muebles que se podía pensar que el mismo Dégel esculpió de su propio hielo.

— Vaya que me has sorprendido — su tono sarcástico era evidente —mira que invitarme a tu casa.

— ¿Qué se supone que hiciera? — respondió — no dejaría que entraras al lugar al que se dirigía tu amigo — explicó mientras miraba a su inquilino.

El chico de ojos azules lo miró ya que este era sumamente hermoso , era un hombre alto de contextura musculosa, cabello de color verde y largo, ojos  color violeta, un violeta que lo volvía loco. Kardia  no pudo evitar una pequeña sonrisa, porque si bien es cierto, si era alguien sumamente difícil, pero Dégel podía lograr cosas inimaginables en él, ya que aunque Dégel no lo supiera el lo amaba profundamente.

Las mejillas del caballero de acuario se sinrojaron ante la mirada del chico de cabello azul , tenia que aceptar que tenerlo aquí de nuevo lo hacía muy feliz.

Así que aprovechó para encargarse de la estancia de kardia, lo guió hasta la habitación que le correspondía, esta se encontraba en la segunda planta de la cabaña ,mientras que la de dégel estaba en el piso de abajo.

Al entrar a la recámara Kardia le dio la espalda dejando ver su hermoso cabello largo caer como cascada. 

— No debes preocuparte, estaré abajo si necesitas algo — musitó dégel

— En lo absoluto, acaso olvidaste que estuve solo durante años. 

— No has cambiado nada, ¿no? — balbuceó  de manera cansina, dirigiéndose hacia la puerta .

— Sabes Dégel,tampoco has cambiado mucho — dijo nostálgico haciendo que Dégel se detuviera en seco por sus palabras— sigues siendo especial— expresó para luego cerrar la puerta.

Al día siguiente kardia se levantó dirigiéndose a la cocina en donde Dégel lo recibió diciendo

— Mira las traje para tí, puedes comer las que quieras — sonrió de manera pícara tomando una con la mano y ofreciéndosela a Kardia, quien lo miró asombrado ante tal amabilidad, la cual no es característica de su querido dégel.

Después de unos segundos Kardia tuvo una de sus perversas ideas así que, tomó la mano de su amado y mordió la manzana que aún sujetaba.  Su rostro se torno muy tímidamente en tonos carmesí, galardonado con dos mechones que caían sobre su sien.

— No perdiste lo niñato — dijo Escorpio haciendo que los dos sonrieran.

* * *
Había pasado solamente un día desde que Kardia llegó, pero para él, la manera en que Dégel lo trataba y como lo miraba significaban lo que siempre deseo y no podía creer que eso estuviese pasando. ¿Después de tanto? ¿Será que?.

Cuando las llamas se disipan  . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora