V. Nada que perder (Finn)

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En la noche de la llamada que el pelinegro había tenido con Jack, tuvo problemas para dormir. Las palabras dichas en la conversación iban y venían en su mente como boomerangs. Había frases del castaño que recordaba a la perfección en su memoria.

"¡Estoy diciendo que aún te amo, Wolfhard!"

"¡Sé que fui un completo idiota, Finn!"

"Mi corazón sigue latiendo tu nombre...¡A cada maldito segundo!"

"¿Estás diciendo que lo nuestro fue un problema?"

"De una forma u otra, no te he olvidado, Wolfhard."

Esa noche, el pelinegro no logró coinciliar el sueño hasta las 6am; todo el tiempo pensaba en qué dijo o podría haber dicho en la primera conversación con el castaño luego de dos largos años.

Como el sueño no lo alcanzaba, decidió pensar en lo que sentía respecto al pecoso en California. Se sentó en su cama, reposando su espalda en la fría pared blanca que tenía justo detrás. Comenzó a pensar en que sentía por el castaño cuando joven, recordando lo bien que se sentía su compañía; luego pensó en el momento que lo hirió, y el odio se apoderó de todos y cada uno de los pensamientos que se cruzaban por la mente del azabache; y, por último, comenzó a preguntarse a si mismo que sintió al oir nuevamente la voz de aquel chico que lo traía loco en la preparatoria.

Se sintió como si los buenos recuerdos que tenía ocultos sobre el castaño volviesen a su mente, haciendo a un lado el hecho de que Jack llamase demasiado tarde.

El pelinegro cayó en un profundo sueño cuando el sol comenzaba a subir. Soñó con ese día glorioso en el que había conocido al "atleta Grazer", quien robó su atención desde su primera clase; ese día había sido de los mejores para el chico de cabello ruloso.

Al despertar, lo primero que recordó el canadiense fue que pidió el número celular del castaño, pero este no le pidió el suyo. Su expresión pasó de adormilada, a una despierta con desesperación; al ser él quien tiene el número del otro, debía ser quien mandaba el primer mensaje. Maldijo ese momento en el que su lengua actuó antes que su cerebro, y también al chico Grazer, quien hizo despertar emociones extrañas y ya olvidadas en su ser, confundiendo todo lo que hasta el momento el pelinegro creía aclarado.

Se levantó forzosamente de su cama, y se dirigió a la cocina para prepararse un café; dió algunos tropezones debido al sueño, y llegó a dicho lugar regañando a sus torpes pies que se tropezaron con la alfombra. Preparó café negro en una gran taza de porcelana blanca, y se sentó en el sofá para revisar su celular. Abrió la bandeja de mensajes, con la esperanza de que haber recibido un mensaje del castaño, a pesar de que era más que obvio que eso no sucedería. Revisó durante minutos el chat vacío de Jack, pero no se atrevió a teclear las simples cuatro letras que conforman la palabra "hola". El pelinegro bebió lo que quedaba de su café y luego fue al baño para tomar su ducha diaria.

Finn no podía dejar de pensar en que la llamada que tuvo el día anterior con el castaño podría haber resultado mucho mejor. Se sorprendió a si mismo pensando en la figura adulta de Jack, imaginando su rostro, su cabello...

-¿En qué estoy pensando?-se recriminó a si mismo en voz alta.

Agita un poco su cabeza para espantar las nubes de ideas sobre el castaño que estaban pasando por su mente para poder seguir duchándose. Comenzó a cantar una de sus nuevas canciones solo para poder distraerse de las emociones renacientes que comenzaron a surgir de su entierro y volvían a su cuerpo.

Al salir, revolvió su cabello con una toalla, dejando que se formen sus típicos rizos, y envolvió su cuerpo con una bata. Cruzó su habitación para llegar al armario, para luego tomar unos vaqueros negros, una playera gris y sus típicas zapatillas blancas. Cuando acabó de vestirse, buscó a tientas su celular en el sofá, encontrándolo bajo uno de los almohadones. Abrió lentamente el chat vacío del, esperando tener alguna sorpresa de este, pero seguía estando igual que antes.

Can we try again? [fack]  //CANCELADA//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora