Nota de voz: dieciocho.

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Esta vez, César sí estuvo en todo momento conmigo. De vez en cuando lo veía como la figura paterna que me faltaba, y a veces hacía de amigo. Su rostro reflejaba preocupación, jamás lo vi así. Me acompañó hasta donde los paramédicos le permitieron, después tuvo que resignarse a ir a la sala de espera. Le di una última mirada, tratándole de decir que estaré bien.

Como no sentía mis piernas, empezaron la operación. Yo sólo pensaba en Sophia ¿Esto arruinaría mis planes? Espero que no. Estaba pensando en ir a su casa y cantarle. No tiene balcón, que recuerde, tendré que romper una ventana. Aunque lo adecuado sea tocar su puerta, sí, eso haré. Le dedicaré Tabaco y Chanel de Bacilos. Nos encanta esa canción, que por más antigua que sea no pierde su esencia.

Le regalaré un ramo de orquídeas, costará pero valdrá la pena. Necesitaré la ayuda de César y Celeste, no me importa si debo cantarle en silla de ruedas o si pierdo las piernas. Nada cambiará... Nada.

De pronto, todo se volvió borroso y lo último que oí fue las órdenes desesperadas del cirujano.

Un te quiero no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora