02 de agosto del 2012.
Le pedí a la enfermera que pusiera la canción Es por ti de Cómplices. Me gustaría que Soph, sea el momento en que venga, escuche la canción cuando me vea. Pienso en tantas cosas... Hoy Celeste me dijo que Soph se marcharía de la ciudad y que haría lo posible para que venga. Estoy ansioso de saber que decisión habrá tomado.
¿Seguirá viéndose igual? ¿Habrá cambiado en estos meses?
Recuerdo como terminó el día de la fiesta que nos conocimos. Me cansé de verla sentado en la puerta de entrada y fui hasta ella. Me senté en la orilla, parecía haberla asustado pero empecé a tararear una canción de The Police. Para mi sorpresa, ella me siguió. Parecía que ninguno se animaba a cantar, así que me presenté. Recuerdo lo directo que fui para impresionarla.
—Hola, me llamo Sebastián —me giro para mirarla, pero ella seguí mirando el horizonte.
—Sophia, un gusto —sonrió.
El sol parecía era una yema gigante, las olas se deshacían en nuestros pies y las gaviotas nos acompañaban alrededor. Saqué de mi bolsillo dos papeles, ella aún miraba el horizonte y comía sus bocaditos.
—Si escuchaste The Police, entonces también U2 —le entrego las dos entradas y su rostro se transforma completamente—. ¿Quieres ir conmigo?
—No hay otras intenciones que implique una cama y ropa regada en el cuarto de un hotel, ¿verdad? —cruza los brazos, al fin captaba su atención.
—Oh, no. Será en mi habitación —su cara era un poema. Pensé que la había cagado, porque parecía que nunca le habían dicho eso. Se paró repentinamente y se fue, dejándome con sus bocaditos.
—¡Hey, tus bocaditos! —se giró con una mirada diciéndome "¿Es en serio?"—. Digo, ¡Es broma! Por favor, aún soy virgen —no puedo creer que se lo dije sólo para que no se vaya—. Bu... bueno, eso no tiene nada de malo.
Regresamos a la orilla y aceptaste ir al concierto conmigo. Quién diría que después nos volveríamos mejores amigos, luego novios y... ahora esto. Recuerdo nuestro primer beso, uno inexperto y divertido. Nuestros viajes con César y Celeste, las cenas con nuestras familias. La vez en que tu hermano, Nico, me miraba de malas. El primer año de novios que cumplimos te dije esas palabras que no se me olvidan:
—Te quiero, Soph —besé tu mano frente al paisaje, mi regalo—. Y aunque no sea suficiente para ti, te amo.
Todos esos momentos únicos fueron los mejores regalos y ahora los aprecio, ahora que lucho más por tenerte que por esta enfermedad.
Un leve temblor hace que la radio caiga y la música cese. No me alarmo mucho, pues he escuchado que realizarán unas obras al lado del hospital. Alguien abre la puerta, pensando que es la enfermera, me mantengo inmóvil. Pero no lo es, ese alguien toca mi mano y me sentí vivo.
—¿Porqué? ¿Que pasó? —me interrogó. En su mirar buscaba respuestas desesperadamente.
—Lo siento... —empecé. Llora, creo que mi apariencia le da pena—, discúlpame por terminar de esa manera contigo —acaricio su mejilla con ternura—. Te amaba con locura, sólo que todo era una rutina. Se convirtió en monotonía. Después vino esta maldita enfermedad: nescrunto* —mis labios agrietados se forman en una sola línea—. Perderé mis piernas y luego mis brazos. No se detendrá, seguirá atacando.
Quiero que esté junto a mí, le hago una seña para que se acueste junto a mí. Extrañaba tenerla entre mis brazos. Me relata que estuvo internada también, por malos hábitos alimenticios y tiene asma. Hemos estado descuidados el uno y el otro.
—Soph, amor, no llores. No sabes cuanto te extrañé —limpio sus lágrimas delicadamente.
—Un adiós no es suficiente para olvidarte —junto mi frente con la suya—. No lo fue y no lo será.
Nos hundimos en un beso, el sabor de sus labios, el miedo de que acabe el beso que apenas comenzó se aviva. Mis manos pasan por sus cabellos, y pasan a recorrer por su cintura, pero la magia aca con el vibrar de su celular.
Es Celeste, escucho que tienen una conversación algo entusiasmada con Soph. Por mi parte, también recibo un mensaje de texto de César.
Sebas, sal de ahí. El hospital va a derrumbarse por una negligencia por parte del hospital.
Nosotros estamos lejos, aún estamos en camino por ustedes.Sophia me mira asustada esperando una respuesta mía. Aprieto con fuerza su mano. Ambos sabemos lo que queremos.
Hermano, gracias por todo.
Dile a mi madre que la cuido junto a mi padre.
Otro temblor hizo que Soph se acostara y me abrazara con fuerza. Teníamos miedo, pero ya no estaríamos lejos. Las cosas comenzaron a derrumbarse, las paredes agrietadas, las mesas de madera, todo era un caos. Nosotros seguíamos en nuestra burbuja luchando contra el humo que impregnó en la habitación. Soph empezó a toser con más fuerza por el asma, comenzaba a desesperarme por la situación.
Entonces, vi a mi padre. Me sonreía de lado, mantenía esa esencia de juventud. Se acercaba a nuestra cama, nos miraba con ternura. Me tendió su mano y me di cuenta que era el momento. Pude irme en paz, sabiendo que estaba bien con mi madre, padre, amigos y mi pareja.
Amores que uno necesita en su vida.
FIN.
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Un te quiero no es suficiente
Любовные романыSEGUNDA PARTE de la bilogía: No es suficiente. Sophia ama la escritura, pero Sebastián no. Él ama dedicarle canciones, y no imaginó que algún día le cantaría tristes melodías a quien antes amaba con locura. ¿Que sucedió? Tal vez... se rindió f...