Nota de voz: catorce.

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Estoy en el bus con dirección al hogar de mi infancia, el pequeño pueblo lejos de mi ciudad natal. Los campos de trigos se mueven por el fuerte viento que sopla cmo si fuese melodía de la propia naturaleza. Aquí crecí, amé, lloré, reí. Antes de ir con mi madre, decido ir al cementerio donde descansa el cuerpo de mi padre. El camino rocoso, mi mano rozando el trigo que se mueve por el viento, el olor de la brisa de mar que da a lo lejos, extrañaba esto. Un lugar rural, fuera de todo el bullicio de la ciudad. Necesitaba paz.

Claveles rodean la lápida, lo que significa que mi madre siempre estuvo aquí. Me arrodillo y me persigno ante su tumba.

—Hola, papá. Han pasado cinco años desde que no te visito, lo siento. Sé que no tengo excusa. Siento que has estado todo el tiempo conmigo, pero yo no lo supe hasta ahora. ¿Te acuerdas de Soph? De seguro, cuando la conociste sólo como mi amiga. Ella fue mi mejor compañera de vida por un tiempo, fue la mejor y todo se derrumbó. Todo decayó, se desmoronó lo que construimos con tanto esfuerzo. ¿Cómo es que tu quisiste siempre a mamá? Siento que a veces no sirvo para nada, un inútil. Necesito tu apoyo, una figura paterna que esté conmigo. Cuando partiste, se me fue todo: mis estudios, mis antiguas amistades e incluso sentí perder a mi propia madre. Te necesito ahora.

Te quiero.

Un te quiero no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora