Nota de voz: quince.

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Cuando entré a la casa de mi madre, me llevé la sopresa de que dentro también estaba César y Celeste. Miré a mi madre en busca de respuestas, pero ella se alejó dejándonos con la cena lista. Las miradas de ellos era como si esperaran primero una reacción mía, pero yo aún estaba quieto en mi lugar. No sabía que estaban haciendo ellos aquí, así que decidí salir pero Celeste me detuvo.

Me mostró su celular a lo que la miré confundido. Me hizo una seña de que viera la pantalla y estaba ella, mi Soph. César indicó que no sentáramos mientras veía el vídeo. César me observó extraño, pues aún no le daba al Play. No sabía que estaba admirando a mi... Ex. Sus ojos chispeantes me decían que había bebido, sus ojos rojos, sus cabellos alborotados. Ella la pasaba peor.

Le di al Play y vi que cantaba la canción de fondo de su banda favorita Hombres G. Me hubiera reído por las poses que hace al cantar, pero lo que sentí es pena. Me avergüenzo de haberle hecho esto a ella. En la siguiente canción cantaba Stronger con Celeste y su mirada refleja dureza. Canta con sentimiento, lo que un día le aconsejé.

Les pregunté porqué me hacían ver estos vídeos, a lo que dijeron que el mensaje que daban las canciones era la respuesta.

No lo soporté más y salí de aquel cuarto, fui a mi habitación y lloré. No lloraba así desde la muerte de mi padre y creí jamás volver a hacerlo. ¿Cuántas veces debo repetirme que le hago daño?

Debo ser el hombre que destruyó sus esperanzas.

Un te quiero no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora