Oscura Seducción. Capitulo 7.

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Capitulo 7:


Cristina fue permitiéndome acercarme a ella gradualmente, pero siempre poniendo mala cara. Tal y como me había dicho comenzó a salir a citas conmigo los sábados y se quedaba toda la noche conmigo en mi departamento y como el primer día la lleve a primera hora del domingo de vuelta al trabajo, es decir a la casa de mis padres.

Seguido me llevaba la contraria en todo en nuestras citas, no así durante la noche, porque a solas en mi departamento estábamos centrados por completos en hacernos el amor.

En la cita durante el día discutíamos por cosas francamente intrascendentes, sin sentido.

Al ver que quedaba frustrado, ella me calmaba durante la noche en la cama. 

Al final en nuestras citas hicimos lo que ella quiso. No hubo por lo tanto visitas a tiendas exclusivas de ropa y zapatos. No hubo nada de restaurantes exclusivos. No pudimos asistir a obras de teatros, y tampoco me acompaño a bares de música selecta. 

Debí ir a los zoológicos, a las ferias libres, al centro comercial y comer en las diminutas e incomodas mesas del McDonald's, Burger King, Kentucky Fried Chicked y Taco Bell.

Bueno, después de todo si ella no hubiera tenido carácter y no se hubiera impuesto me hubiera desbandado. Mis padres hubieran descubierto que ella y yo estábamos juntos porque ella hubiera lucido de pies a cabeza de marca según mi estilo de lo que debería vestir. 

A veces me pasaba de posesivo, y de mandón. Debía aprender que era su novio, no su hermano mayor, ni su papá. Lo bueno es que ella aceptaba consejos y guía. Después de todo tengo mas experiencia en la vida que ella y que otra gente incluso mayor que yo.

En mis visitas día por medio a la casa de mis padres le ayude a Cristina con la pronunciación del ingles y con las materias que se le dificultaban, pero amaba mas el sábado, porque la tenia toda para mi sin la presencia de mis familiares femeninos que veían con malos ojos mi cercanía y confianza excesiva con la nana.

Los sábados podíamos recorrer tiendas departamentales. Ella adoro que me gustara mas que a ella vitrinear, me dejaba de vez en cuando comprarle algo. Le compre libros, ropa interior a su gusto, y joyas artesanales. Nunca me permitió regalarle joyas exclusivas. No uso tampoco la poca ropa de marca que le compre, pero en compensación me modelaba la lencería sensual que le regale ese día durante la noche, antes de comernos vivos en la cama. 

Ella se acostumbro a su desnudez y a la mía. Ame verla desvestirse y vestirse sin pudor.

Ni por hacerme el gusto cambio la forma demasiado reveladora de vestir. Eso llevaría tiempo.

En mi departamento, antes o después de hacer el amor cocinábamos juntos y luego hacíamos las cosas que me gusta hacer en casa. Estar abrazados, dejarse mimar por mi y a su vez fui feliz de estar entre sus brazos.

Cuando íbamos al centro comercial, para ir al cine, la manoseaba en la oscuridad por debajo de la falda, adoraba jugar con su sexo. Amaba torturándola. A veces teníamos sexo en el estacionamiento porque las ganas eran muchas. Esperar a llegar a mi departamento era una tarea titánica.

También la lleve a los clubes nocturnos que frecuento. Hacíamos el amor en la pista con la ropa puesta. Me volvía loco con sus bailes sensuales y le gusto a su vez mi forma de bailar. Sobre todo adore cuando bailo para mi en la soledad de mi habitación, en mi departamento el shikat, la danza del vientre con un traje sensual de odalisca, con el velo puesto y con joyas de oro adornándola. Le compre trajes de odalisca para ese único propósito.

Por todo aquello esperaba sus días de salida como si fuera navidad. Era yo un niño que esperaba ansiosamente su regalo de navidad. Me brotaba la felicidad por los poros. 

El año paso demasiado rápido. Pronto estaríamos en vísperas de año nuevo.

Esperaba pasar el año nuevo con ella, a solas en mi penthouse. Estaríamos esperando el nuevo año a solas haciéndonos el amor.

Tuve que pasar en familia la navidad en la casa de mis padres. Cristina como la empleada y como mi novia secreta no pudo sentarse junto a la mesa. Mi madre no permite que los empleados compartan con nosotros como una familia. Debido a ello deseaba pasar el año nuevo a solas con Cristina.

Deseaba confesar ante mi familia nuestra relación. Odiaba que la trataran solamente como la asesora del hogar. Estuve por confesarlo mas de una vez, pero Cristina no me lo permitió porque quería mantener nuestra relación en secreto durante un tiempo mas.

Esperaba que Cristina dejase su necedad con el tiempo. Debía darle tiempo. Podríamos casarnos cuando ella ganara confianza para enfrentar a junto a mi, a mi circulo familiar. Yo deseaba hacerle saber a mis cercanos que  me proyectaba con ella. 

A esas alturas lo que pensaran mis padres y familiares al respecto de amarla y de proyectarme con Cristina poco me importaba. Era un adulto. No podía permitir que mis padres manejaran mi vida, decidiendo por su cuenta quién se convertiría en mi prometida y en mi futura esposa.

La noche de año nuevo la pasamos Cristina y yo en un local nocturno, en una party bailando y bebiendo junto a mis amigos, luego nos fuimos ella y yo, solo los dos en taxi rumbo a mi departamento comiéndonos a besos bajo la mirada critica del taxista. No maneje esa noche porque la idea era beber hasta embriagarme para celebrar mi primer año nuevo junto a mi chica.

Bese y manosee a Cristina todo el trayecto a mi piso. La ropa quedo en el camino entrando en el departamento. Nos tendimos en la cama abrazados y desnudos, excitados, riendo, y jugando. La deje de boca a la cama y me di en recorrer su cuerpo desde el cuello, desde la columna vertebral. Ella se agitaba excitada por que es muy sensible en la parte donde termina el cuero cabelludo y la columna. Baje besándole la espalda, saboree la piel de su cintura, y sus nalgas. Busque en mi pantalón un condón. Ella me lo arrebato y luego lo lanzo lejos. Me dijo—te dije que no me olvido de tomar las pastillas anticonceptivas. Me gusta sentirte piel contra piel. Odio esas porquerías. Hacerlo con condón es casi igual que hacerlo con un consolador de silicona. Me lo haces como quiero o nada—riendo le conteste—como tú quieras nena. Yo también odio cualquier barrera entre tú y yo.

Me tendí sobre ella y por debajo de su vientre metí la mano derecha y la masturbe hasta que movió el trasero exigiendo que la penetre. Entre en ella sin prisa saboreando el momento, gozando enfundarme en su acogedor interior cálido y seguro. Moví la pelvis deliciosamente dentro, afuera, de lado a lado, afuera y profundo, sin dejar de jugar con su botón con los dedos. Y lo mismo, sin dejar de besar su cuello, allí donde es su punto débil. Cristina afiebrada me dijo de pronto—me puedes decir. ¿Por qué siempre compras condones con sabor a fresa?—le digo agitado por lo bien que se sentía enfundarme dentro de ella—eso es por que tú sabes a fresa.

Nuestros gemidos hacían eco en la amplia habitación. Con alcohol en la sangre tengo mas aguante, así que la folle sin darle tregua. La hice eyacular varias veces. Estábamos después de un rato bañados en sudor, ardiendo de calor, embargados de deseo y pasión. Uní mis manos por encima de las suyas, sobre su cabeza y le hice el amor con todas mis ganas, fuerzas y pasión. De mi garganta salió un gemido de abandono. No recuerdo un orgasmo mas prolongado, hasta doloroso como ese. La llene con mi corrida como nunca, hasta la borrachera se me paso. Me quede atacado por espasmos incontrolables. Salí de ella y me tendí de espaldas sobre la cama totalmente desnudo.

Al recuperar las fuerzas y la mente lucida atraje a mi chica igual de agotada a mis brazos, nos acurrucamos debajo de la ropa de cama, ambos extenuados, sin fuerzas. Deje el brazo izquierdo apoyado sobre su espalda empapada de sudor, mientras ella estaba abrazada a mi torso con el brazo derecho. 

Cerré los ojos deseando pasar así todos los años nuevos que me restaban por vivir, con ella entre mis brazos, sin sospechar que Cristina no deseaba lo mismo.

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