Una enredadera de mierda nunca había sido tan bella para Luli como en ese momento. Su idea tenía más fallas que Mel, era más fracasado que tu vieja, y era más peligroso que la sassydad de Tini, pero sin embargo... Había que admitir que era ligeramente genial. Escaló con el cuerpo de Mica en su espalda. Le dolía la espalda, le transpiraban las manos, le latía la cabeza y daba la sensación de que había perdido algunos huesos unos momentos antes, pero nada de eso la detuvo, porque Luli es better than tu vieja y siguió subiendo, re tranqui. Ató a Mica de la enredadera, tapándola con las hojas, y rezó a Buda, Jeovah, Mahoma y a tu abuela en trikini que no hubiese ratas en la planta, porque con la suerte que tenía, seguro esos bichos terminaban comiendo a Mica. Miró, buscando ver a Tini cerca, pero lo único que vio fue la cara de Malia Tate en primerísimo primer plano. "Buenop," pensó "esta noche voy a tener pesadillas". El bicho se acercaba, y si no corría, la iba a terminar morfando como a un doble cuarto de libra con queso. Mmmm, creo que me dio hambre... Luli saltó de la enredadera y cayó sobre sus rodillas. Rodó lejos, y comenzó a correr. Tenía que alejar la atención de Mica. Justo en ese momento vio un reflejo plateado en una esquina, y se tiró de panza para alcanzarlo. El bicho de mierda se acercaba, y chorreaba grasa por donde quiera que pasara.
- QUÉ PUTO ASCO. - Dijo Luli en voz alta. El bicho la escuchó. Un consejo de ahora en más: Nunca ofendas a bichos que puedan comerte.
