- FIORELLA, ¿ERA NECESARIO TRAER TU HELADERA LA REPUTISIMA MADRE?
Luli puteaba en silencio. Ella, junto con Azul, Flor y Anto, tiraban de la soga y arrastraban la heladera de Fiore, a la que Mel le había puesto rueditas, que estaban hechas con los tubitos del papel higiénico porque era fanática obsesiva de Art Attack.
Luli se puso a pensar. Hacía tan sólo unas horas estaban todas comiendo en el comedor tranquilamente, y ahora estaban dentro de la NET, buscando el armario friki que Mela había encontrado.
Tini las iba liderando, seguida de Valen y Mela. Detrás de ellas, venian Agus, con Late fielmente en su hombro, Mica, Mel, y Fiore, que iba abrazada a su bolsa de gomitas.
- Hace un frío de la puta madre... - Murmuró Nacho, que iba último porque como era varón, le hacían bullying. - ¿No se supone que deberían regular la temperatura?
- Esto es la villa, no esperes mucho... - Dijo Azul.
- Vení que yo te caliento - Dijo Anto, soltando la soga mientras Azul, Luli y Oli gritaban "NO, ANTO, NO" y el peso de la heladera las tiraba al piso.
Anto se subió a caballito de Nacho y le dio un beso en el cachete.
- Ahora soy tu estufa.
Tati fue a ayudar a Oli, Luli, y Azul, a la que le dieron ganas de vomitar porque la escena que acababa de presenciar era demasiado para su estómago.
- La puta madre... - Dijo Ludmi, que finalmente estaba despierta, y llevaba el mapa. - ¿QUIÉN ESCRIBIÓ ESTA MIERDA? NO SE ENTIENDE UN CHOTO.
- La escribió Late. - Dijo Agus, abrazando al erizo. - Tiene re linda letra, ¿viste?
Ludmi la miró con cara de "Me estas jodiendo" y le pasó el mapa a Maite, que por una de esas cosas de la vida, sabía leer idioma erizo.
- Creo que nos estamos acercando... - Dijo Mela, oliendo el suelo en una pose dramática. - Tenemos que seguir y doblar a la derecha. - ¿No sienten como un olor raro?
Tini se secó la cara con la remera. Según Lucha, habían estado caminando o doscientas horas o quince minutos. Algo le decía que sua cálculos no eran muy fiables.
- No, Oli. Es la quinta vez que lo decís. Nadie siente nada. - Le respondió.
- Pero... - Dijo Oli.
- Yo no siento nada, vos no sentís nada. - Dijo Tini, aplicando mafia. - ¿O NO QUE NADIE SIENTE NADA?
Todas negaron. Oli hizo un "mñeeh" y siguió tirando de la soga, llevando la heladera de Fiore.
- ¿Estará llena? - Azul miró a Luli.
- No se. Supongo que si, con lo que pesa...
- ¿Y qué carajos estamos haciendo que no la estamos saqueando?
- No s...
Un rugido interrumpió a Luli, y un grito de blonda aterrorizada casi le rompe los tímpanos a todos. Todas miraron a Anto, que era la única blonda del grupo.
- A mi no me miren, pedazo de conchudas. - Dijo, mirando a Nacho, que estaba en posición fetal, abrazado de la pierna de Anto.
No les dio tiempo a reaccionar, porque otro rugido las hizo callar, y de uno de los extremos de las paredes, así como de la nada, apareció un bicho grasoso y gordo del tamaño de una ballena franca austral, pero chorreando grasa y aceite y cosas asquerosas.
- PERO LA REPUTISIMA MADRE, PONGAN A LOS BICHOS EN UN GIMNASIO MÍNIMO. O DIETA. - Gritó Mel, que estaba podrida de pelear con bolas de grasa.
Azul vomitó. No por la ballena de grasa, sino porque, ni bien todas dejaron de prestarles atención, Nacho y Anto ya estaban chapando contra una pared. Tini miró a Valen y a Mica de reojo, y, sacando su cuchillo de plástico, susurró:
- ¿Listas para romperles el orto?
