Capítulo 5: Regreso de Alaska.

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*Alaska*

El pelirrojo me observaba prácticamente paranoico, lo miré en el suelo, yacía allí como si nada más le importara. Noté que sus largas piernas estaban temblando, al igual que sus musculosos brazos detrás de su campera. Veía su respiración completamente agitada, parecía que su corazón quería salirse del pecho, claramente no se encontraba bien. Miraba incrédulo a Lysandro y la chica de pelo violeta, la cual estaba detrás de Lys muy sorprendida por todo. No entendía, ¿quién era el pelirrojo y por qué parecía ser alguien importante en mi vida? Si él lo fuera, seguramente lo recordaría. Él comenzó a hiperventilar en el suelo, intentó levantarse pero aún se sentía claramente mal. Lys intentó ayudarlo pero una especie de dolor en el estómago se lo impidió, recién noté que él se encontraba muy mal. Tenía machucones por todo el cuerpo y que se sostenía el estómago fuertemente. Estaba vestido como si se encontrara en un hospital, espera... ¡Estábamos en un hospital! Me miré, me encontraba en una cama, llena de cables y porquerías. Vi mis manos, estaba tan delgada que daba asco. Me toqué la cabeza, dolía y mucho.

-No te toques ahí, no te va a hacer bien. Vamos a calmarnos todos, ¿sí? Primero vamos a notificarles a los médicos que te encuentras bien.-dijo Lysandro.

-¡No!-chilló Castiel.

-¡No!-dije. El pelirrojo y yo hablamos al mismo tiempo. Esta vez la chica de pelo violeta lo ayudó a incorporarse y a sentarse en una silla. Se lo veía muy mal, tenía unas ojeras enormes, sus ojos parecían estar vidriosos casi como si estuviera conteniéndose las lágrimas. Y efectivamente, eso era lo que estaba sucediendo. Lysandro se quedó parado entre el pelirrojo y yo, mirándonos a ambos. Él parecía ser el puente entre nosotros, como si la verdadera conexión que fuera que tuviéramos se la debiéramos a Lys.

-¿No me recuerdas? Alask, por favor. Estuve aquí prácticamente que día y noche, te toqué canciones todas las noches para que te sintieras a gusto o que al menos fuera más como estar en casa, te cuide lo más que pude, pase horas acurrucado contigo haciéndote mimos y besándote con cuidado. Vamos, niña. No puedo tolerar una broma, no ahora.-dijo Castiel. Se lo veía completamente desesperanzado, su grave voz parecía rota y realmente parecía contenerse las lágrimas como podía.

-Tal vez debamos dejarlos solos.-dijo Violeta.

-No, ¿Lys puedes quedarte conmigo? Lo siento, no sé quién seas pero no estoy cómoda contigo. No confío en ti.-dije. Lysandro miró a la chica de pelo violeta y al pelirrojo, ambos asintieron. La joven se fue y nos quedamos lo tres en la misma habitación.

-Niña... Por favor, debes recordarme.-dijo Castiel.

-Espera, antes de eso, ¿cómo te encuentras? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?-preguntó Lysandro. Él se sentó en mi cama con cuidado, me sonrió tras mirar al chico que parecía ahogarse en contener el llanto.

-¿Qué te sucedió? Te ves como la mierda.-dije. Le sonreí y lo abracé, él se rió y con cuidado también me abrazó. Lo extrañaba, era enorme, me hacía sentir mucho más pequeña de lo que ya era. Pude sentir su cabello haciéndome cosquillas en el cuello. Mientras abrazaba a Lys, pude ver al pelirrojo mirándome, ahora ya le corrían lágrimas de puro dolor por el rostro. Lo observé muy confundida, mi sonrisa de pronto desapareció, sentí pena por él, pese a que no sabía ni su nombre. Fue solo un instante que cruzamos miradas, ya que él pasó sus manos por sus ojos y se vio claramente mal. Parecía ser el tipo de persona que no se sentía cómodo con que los demás supieran que él tenía sentimientos.

-Estoy bien, descuida. Lamento lo que te pasó, fue todo mi culpa. Si no te hubiera soltado...-dijo Lys. Aun abrazándolo pude sentir su tristeza, de pronto todo volvió a mi mente. Me encontraba llorando en un armario, escondida junto a Lys el cual me abrazó con fuerza y me tapaba la boca. Podía sentir como él temblaba, ambos estábamos muy alterados. Él me presionaba fuertemente contra él para que yo no emitiera ni siquiera el mayor ruido, recuerdo haber visto su bicolor mirada, estábamos demasiado alterados como para hacer algo. Solo queríamos escondernos y salir de esa, pero mi mente recordó que no todo era así; recordé como me encontraba cayendo desde la mano de Lysandro. Él se veía paralizado del miedo y vi como su rostro cambiaba del miedo al dolor absoluto, detrás de él vi a Felipe apuñalándolo. De pronto me despegué de él. Mi mente volvió a la realidad y sentí como mi corazón estaba como loco, mi respiración se había alterado también... Miré como el pelirrojo se incorporó y se acercó a mí, pero no le di importancia, solo me enfoqué en los ojos de Lysandro; me intentaba sonreír pero se veía demasiado mal para ello. Miré su machucón, estaba tan alterado, tan triste, estaba lleno de culpa. Le puse ambas manos en sus cálidas y suaves mejillas, a lo que él no se resistió pero tampoco pareció muy cómodo con ello. Lys, siempre había sido él... ¡Ahora lo entendía!

Entre dos amores, temporada 2: Crímenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora