Trace your song [Rebellious gods' rise #2]

III. The great escape

We won't hear a word they say
They don't know us anyway
Throw it away
Forget yesterday
We'll make the great escape.

Boys Like Girls.

III

El curso de equitación más rápido de la historia

Cuando Lis tenía cinco años, los niños no querían juntarse con ella. Ninguno a excepción de uno, al cual no parecía importarle que fuera tan machona. Ese niño se llamaba Zahir y se convirtió en su primer y mejor amigo.

A ella le atraía su conducta atípica en relación a los otros niños. No le gustaba hablar ni se interesaba por los juegos y aunque se la pasaba todo el tiempo dibujando en la parte de atrás de sus cuadernos, sus calificaciones eran excelentes. A él parecía agradarle que Lis se interesara en su perfil y por eso la dejaba entrar en su vida, aunque nunca lograba captar las cosas con doble sentido que Lis le decía y fruncía el ceño cada vez que ella le demostraba emociones, como si no pudiera familiarizarse con ellas. Él mismo era cero sentimental y afectuoso, pero Lis no era de esas niñas que deseaban halagos y cariños, así que por ella estaba bien. Sabía que Zahir la quería a su manera. Intuía que su forma de querer, al igual que su forma de comportarse, no podía entenderse ni compararse a la de los demás.

Su amistad fue funcional hasta los diez años de ambos, cuando los separaron enviándolos a diferentes centros de estudio. Solo después de su separación, Lis se enteraría de que Zahir padecía de un trastorno del espectro autista y que había sido casi milagroso que lograran congeniar tan bien. Aunque Lis no mantuvo esperanzas de volver a topárselo algún día, se prometió a sí misma que nunca se lo sacaría de la cabeza ni del corazón.

Zahir no se mostró sorprendido cuando le dijeron que su madre era Hécate, a diferencia de los otros dos, quienes armaron cierto drama, especialmente Josh. La madre de Baylee resultó ser Mania, la diosa de la locura, mientras que el padre de Josh era un oniro llamado Fobétor, dios de las pesadillas. Según Quirón todos tres también eran legados. Zahir por parte de Circe, Baylee de Némesis, y Josh de Fobos.

Las combinaciones de genes divinos de cada uno de ellos era preocupante, pero por fortuna no se convirtieron en el abrebocas de Seymour (tuvo que conformarse con el resto de galletitas de animales) y el Sr. D relajó (ligeramente) su displicencia hacia ellos cuando pudo cerciorarse de que no significaban un peligro a corto plazo. Lo último que les dijo antes de echarlos de su despacho fue que si se querían quedar, debían permanecer allí hasta que se decidiera lo contrario.

«Como prisioneros», pensó Baylee con rabia, cada vez con una impresión más soliviantada del lugar. No se iba encima del Sr. D sólo porque sabía que Josh no la dejaría.

Menuda niñita. Le daba demasiada importancia a las diferencias de jerarquía. Baylee ponía a todo el que tuviese enfrente en la misma bandeja que la suya. No consideraba digno permitir que alguien con aparentes poderes superiores se engalanara en su preponderancia mientras que ella tuviera que limitarse a cohibirse.