"It's mine"

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A veces el trabajo distanciaba a la pareja, a veces era agotador esperar para recibir mimos. No era que quería estar atado a él y hacer que se abruma solo con oír su nombre, pues para el ojiverde le parecía una gran estupidez el decir que aquella persona le pertenecía como si fuera un objeto.

—Yuri, ya te vi
—¡Mierda! —dejó de caminar en puntillas y se sentó en el suelo, al lado de Otabek quien tenía la laptop al frente suyo—. Trataba de hacer ¡Bam!
—¿Bam? —le dio una mirada divertida.
—Sí. Pero no funcionó
—Solo tengo que terminar esto y podemos ir por comida. Claro, si es que quieres.
—¿Unas papas fritas con gaseosa? —dijo bajito. Tenía algo de vergüenza pedir algo que tal vez al kazajo nono le  alcanzara o deseara
—Me leíste la mente
—Cool, puede ser que próximamente pase de ser un patinador a trabajar con los X- men
—¿X-men? ¿En serio?
—Sí, tal vez me haga amigo de alguien de por ahí. Sería algo impresionante si tuviera algún poder y encontrar otros con los cuales decir "Oh genial, mira lo que hago" y que le salga fuego de las manos o algo así súper cool —dijo casi extasiado. Parecía un niño con cada palabra que emanaba de sus labios y Otabek se dio cuenta ello, así que solo pudo echarse a reír. — ¿Qué dije?
—Sobre poderes... Y... Y..
—¡Vale, vale! —levantó las manos. Tenía su cara roja de la vergüenza, parecía un crío —. Iré a ver que hay en  la refrigeradora
—Ey, Yuri. No te molestes —paró de reír y antes que el otro se pudiera poner en pie, lo jaló hacia él. Cayó contra su pecho pero aun así, se las ingenió para poder someter al rubio bajo él—. Solo es una broma
—Solo tenía hambre —volteó su cabeza hacia un lado—. Solo era eso
—¿Sabes? —susurró cerca de su oído— no me ha gustado eso de que quieras hacerte amigo de alguien con poderes
—No mames, Beka —se mofó—. En serio que te mamaste con eso
—Tal vez —rió bajito y sin previo aviso mordisqueó al menor en su lóbulo derecho, para bajar un poco más y dejar una marca en el cuello de este—. Pero eres mío, Yuratchka

El escuchar aquello hizo que se le estremeciera el cuerpo. Otabek no lo decía en el mal sentido de ser suyo, sino que se sentía especial y para nada estúpido como él creía hace solo unos minutos atrás. El sentimiento de ser alguien especial para otro, el ser querido hasta tal forma que compromete mucho más que un "te protegeré", era único y maravilloso que solo lo podía ver como si tuviera un hogar a donde ir. Ese hogar le pertenecía, y él pertenecía a ese hombre al cual llamaba " hogar".


Yuratchka!!! [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora