"Te conocí así"

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Era un día como todos, aburrida y monótona, según el punto de vista de Yurio. Sí. El joven rubio de 16 años que obtenía lo que quisiera con solo abrir la boca; a veces, en lo más profundo de su ser, se cuestionaba mucho su forma de vivir.

Luego de un día de colegio, fue caminando solitariamente para irse a casa.  Sus pies lo guiaron a un centro comercial, su corazón le avisó sobre el cumpleaños de su madre y que al menos debería de llevarle un presente, nada en especial pero por ser su hijo ya tenía una responsabilidad de dar un regalo.

—Solo compraré un collar y me largo —agotado y sin ganas de hacer nada. Caminó por donde estaban los perfumes más caros de la tienda. El olor era un dolor de cabeza para el menor:—Las mujeres sí que aman estás cosas —dijo al mirar un grupo de chicas que lucían indecisas por saber que labial era el que iba con su tono de piel.

Con ello consideró la opción de llevarle un perfume, tal vez le vendría bien a su madre tener otro perfume que no huela a zorrillo. Ese comentario inocente, se lo dijo hace muchos años atrás, pero aún así seguía utilizando la misma fragancia cada vez que tenía que salir.

—¿Le ayudo en algo?
—Sí —asintió con formalidad—  busco un perfume de olor suave
—Creo que podría interesarle uno que recientemente hemos traído, huele a vainilla y flores. Es muy suave su fragancia, ¿Desea que se lo traiga? —la señorita muy bien acicalada seguía con una sonrisa puesta en su cara. Un asentimiento de cabeza por el rubio hizo que ella fuera en búsqueda de su famoso producto.

<<Puedo llegar tarde, no será problema. En fin, llegaré con regalo en mano>>

Sus ojos curiosos se pasearon por todo lo que había su alrededor, no había nada que le llamara la atención, no hasta que un tipo muy raro se puso a su lado. Era sospechoso, no solo porque tenía puesto una casaca negra junto con un tapaboca puesto del mismo color, también que su actitud parecía la de un felino a punto de acechar a su presa.

Volteó la mirada solo un segundo y en eso, un policía del lugar gritó:—¡Deje eso ahí!
—¿Lo ves cariño? Fue mala idea —no entendía que pasaba, ni porque ese hombre le había hablado de la nada
—¿Lo conoce?
—¿Qué? —el pobre e indignado Yuri, estaba desconcertado— ¡No!
—Tendrá que acompañarme
—Yo no iré a ningún lado, soy Yuri Plisetsky —volteó su mirada hacia el otro personaje que no había hecho nada más que guardar silencio— ¡Y tú, maldito! ¡¿Por qué me metes en tus asuntos?!
—Por favor, siganme o tendré que llevar a la comisaría

A regañadientes tuvo que acceder, después de todo, recordó la famosa frase de su abuelo "Quien nada debe, nada teme", o eso era lo que recordaba que le había dicho hace mucho tiempo atrás cuando él lloraba por la injusticia cuando hablaba la verdad y aun así no le creía nadie más que su abuelo. Esta situación era diferente. Muy distinta.

—Entren —en una  pequeña habitación color plateada, solo habían dos sillas y una mesa llena de papeles— esperarán un rato para lo siguiente —sin otro motivo, se fue del lugar dejando a los dos chicos.
—¡Maldita sea! —vociferó el rubio— ¿Que mierda te pasó por la cabeza, pendejo?
—Solo nos darán una advertencia, nos dejarán ir
—¡Ese no es el maldito tema! —con pasos firmes que parecían brotar chispas en el suelo, se acercó al otro para tomarlo de la casaca— Me has metido en un puto lío y me sacarás de esto. No tengo nada que ver contigo
—Atrás —seguía con ese tono frío y seco
—¿O qué? —sus ojos lo desafiaban. No demostraría miedo ante un ladronzuelo— no sabes quien soy
—Y no sabes lo que soy capaz —susurró
—¡No susurres, pendejo! —gritó con mucha furia. Lo soltó de inmediato— ¡Eres el primo del Brayan! ¡Apuesto a que tienes una navaja en tu bolsillo!
—¿Qué?
—No me jodas.
—Eso debería decirlo yo —se encogió de hombros
—Seguro eres de los que andan pintando penes en las paredes —escupió con asco— rayando carros y esas cosas típicas del Brayan y su pandilla. ¿Y qué fue eso de "cariño"? Soy un chico, maldita sea
—No te vi bien, pensé que eras una chica —se sentó con pesadez en la silla metálica— solo venía por una cosa y me iba
—Silo viniu pir ini cusi i mi ibi —sacó la lengua— eso se llama robar, así de simple

Antes de que el otro tuviera opción de contestar al comentario aniñado, entró de la nada a la habitación un oficial distinto al que los había traído al lugar. Tuvieron que estar solo unos minutos en aquella habitación respondiendo las típicas preguntas que se le hacen en estos casos; tal como lo dijo el ladronzuelo, los dejó ir con una simple advertencia.

"Si vuelven aquí, tendrán serios problemas". Eso fue lo único que se le quedó resonando en la cabeza de Yuri una vez regresando a su casa con las manos vacías.

Al anochecer, toda la familia estaba reunida en la sala principal. El agasajo de hoy era sola y exclusivamente para la madre cumplañera; cada invitado había llegado a la celebración con un vino en mano acompañado de un pequeño presente.

La cena estaba lista, pero el menor no quería bajar de su habitación para cenar con cada uno de sus parientes; le ponía incómodo el estar en silencio y sin saber a donde mirar, o el tener que hablar con personas prácticamente desconocidas y que en ciertos momentos se diera el famoso vacío en la conservación. Pero era algo que no se podía evitar, tenía que bajar aunque no quisiera, después de todo era su madre quien estaba de fiesta.

—¡Yuri! —su madre alzó la mano para señalarle su asiento. Con una sonrisa dio por terminado el contacto visual.
—Buenas noches —dijo al llegar a la mesa. Sin recibir alguna respuesta, tomó los cubiertos y empezó a comer como si nada, hasta que levantó su vista una milésima de segundo y se topó con aquel muchacho que sonreía al verlo— ¡¿Pero qué?!
—¿Pasa algo? —dijo su madre cuando escuchó como los cubiertos chocaban estruendosamente contra el plato— Yuri
—¿Qué hace él aquí?
—¿Te refieres a tu primo?
—¿Primo?
—Sí. Es la primera vez que viene. ¿Lo conociste antes o algo?

En lo profundo de su ser quería gritar "Él es quien me metió en un lío. ¡Ah! Y que gracias a él ya no puedo regresar a la tienda que sueles frecuentar"

—Tal vez —dijo entre dientes
—No pensé encontrarte aquí —susurró muy burlón el otro
—A callar —los ojos verdes parecieron haber prendido una chispa que hacia que estos parecieran al de un gato furioso
—Claro, mi lady
—Tragarás tus palabras, ya verás —sonrió con petulancia y clavó el tenedor fuertemente en el bisteck como dando énfasis a lo que se refería. Parecía que esa noche iba a ser muy larga.

Yuratchka!!! [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora