"I need you"

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Entre la obscuridad, la pequeña figura del ruso se veía como si fuera un felino corriendo por su vida, esta se perdía entre las sombras y los botes de basura del viejo callejón en donde las ratas reinaban.

Al salir, se topó con la avenida principal. La gente que pasaba por ahí lo miraba de pies a cabeza, era como si estuvieran presenciando a un chico con mirada de asesino y ropa de un típico chico busca problemas. Una casaca con capucha gris, unos pantalones negros y unas zapatillas que iban a juego con ellos; su vista no era el de un asesino, era la de un chico perdido y aturdido con el mundo que lo rodeaba; los sonidos de la calle le hacían perder la cordura. Tenía miedo, no sabía donde se encontraba, y en quien confiar o no.

—Mierda —masculló

No esperó a que alguien le respondiera, solo se echó a correr para así dejar todo aquello que había visto. Victor Nikiforov, el gran hombre que todos respetaban no era más que un maldito asesino. Eso era y siempre sería para él. Después de todo, había matado con sus propia manos a quien decía que amaba demasiado.

Aun estaba en su memoria, aquellos aterradores momentos que tuvo que presenciar. Él no tenía la culpa, jamás llevaría en sus manos la sangre de alguien que amaba hasta los huesos.

FlashBack...

—No puedes quedarte más aquí, Yurio —susurró mientras lo acorralaba contra la pared de aquel lugar—. Vete.
—¿Quieres que me vaya? ¿No es que antes me decías "Quedate conmigo"? —sonrió pícaramente. Se inclinó un poco hacia adelante y susurró en su oído —. ¿O es que ya encontraste a otro más que le va bien en la cama? —se mofó
—¡Yurio, esto va en serio! —lo echó hacia atrás —. Debes irte, esto no esta bien. Victor ya lo sospecha y si tan solo lo supiera, estarías muerto.
—Tú y yo hemos jugado con fuego por mucho tiempo
—¡Y es hora de parar! —vociferó. Estaba al borde de quebrarse. Lo que hacían ellos dos no era algo bueno, ser el esposo de un hombre de negocios con narcóticos tenía sus ventajas y desventajas. Tener un amante era signo de muerte para él, sin embargo nada lo había preparado cuando su corazón eligió amar aquel chico de ojos verdes
—Parece que no lo dices en serio -ronroneó y colocó ambos brazos por detrás del cuello del otro—. No quiero dejarte con ese maldito idiota
—Lo siento, Yurio... Victor...
—Siempre es eso. Victor esto, Victor el otro y nosotros nada
—Debes irte, tienes tiempo para tomar tus cosas y tener una vida fuera de esto —antes de que siguiera hablando lo calló con un beso. De esos que tanto amaba compartir con el otro, de esos que parecían no tener un final más allá de estar bajo sábanas y el olor tan dulce que sentía cuando el otro sudaba de puro placer.

Hubieron susurros entre cada beso, gemidos y mordiscos por el cuello que decían "Eres mío". Jamás iba a dejar aquello, lo amaba más de lo que Victor decía amar al japones.
—¡Yuuri! —aquella voz llena de ira más que asombro, hizo que ambos amantes se separaran al instante—. No quería creerlo, no de ti —con su mirada intimidaba a Yuuri que esta pálido, preso del miedo por lo que pasaría ahora
—Victor
—¡¿Y tienes el derecho de dirigirme si quiera la palabra?! —con pasos firmes se fue acercando a ambos chicos
—¡¿Y qué si es así?! —respondió toscamente el rubio que se puso adelante del pelinegro—¡Dime, Victor!
—Yurio, vete —susurró algo temeroso—. Corre, Yurio
—¡No, yo me quedo y si me voy, él vendrá conmigo! ¿Has entendido? —ahí frente a frente estaba Nikiforov y Plisetsky—. Es mi última palabra
—Esta bien —sonrió y acto seguido sacó su pistola para apuntarla hacia aquel traicionero que había estado jugando con su esposo todo este tiempo a espaldas de todos; no le verían otra vez la cara de estúpido—, pero esto lo pagas con tu vida, niño engreído
—Tsk, todo lo terminas así ¿Cierto?, pero si lo haces... Al que tanto amas lo perderás —ante esas palabras parecía que Victor empezaba a flaquear en su decisión. Yuuri empujaba a Yurio repitiendo una y otra vez que se vaya, que se fuera de ese lugar aunque todo en lo que tanto habían trabajado por terminar juntos, ahora mismo estaba desmoronándose.
—¡Vete, maldita sea! ¡Hazme caso, Yurio!

Yuratchka!!! [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora