Capítulo 12.- "Mi nombre es..."

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- ¡No puede ser! – exclamó Laney – ¿estás segura que fue un sueño?-.

- Sí – dijo Iris – bueno, eso creo-.

- ¡Iris! – seguía igual de emocionada, los ojos le brillaban mientras se apoyaba nuevamente sobre la mesa - ¿Y si es premonitorio?-.

- ¿Un sueño premonitorio... – balbuceo Iris - ... donde conozco a un demonio? No lo creo.

- ¿A qué te refieres? – levantó la voz Laney – Obvio que vas a conocer demonios y acabaras con ellos, no dejarás ninguno vivo – se levantó del sofá y agitó sus manos como su sostuviera una espada, su cabello naranja se veía hermoso bajo la luz de la luna, sin duda, sería la guerrera más linda de todo el paraíso. Simulaba como sí cortara a diestra y siniestra con su espada imaginaria.

- Así no se usa una espada – dijo Iris quien había sido entrenada por Orel, el mejor mentor en combate cuerpo a cuerpo, ya que al haber perdido sus alas, era indispensable desarrollar una habilidad de defensa – si ejecutas esos torpes movimientos serás rápidamente desarmada y herida, o asesinada-.

- ¿En serio? – se detuvo Laney manteniendose estática – yo no sé de eso, soy una médico. Y apuesto a que tú no sabes cómo concentrar y expulsar tu alma para regenerar cuerpos heridos- Laney se cruzó de brazos e hizo una mueca de superioridad.

- Supongo que no – respondió Iris riendo de la actitud un poco infantil que era característica de Laney- ... pero supongo que ya puedo escuchar mi alma, tal vez sea el momento de... - Laney volvió la mirada a Iris, una mirada de asombro, ella sabía que Iris ya era capaz de invocar fácilmente el pharle.

- ¿No te refieres a... - No concluyó la frase esperando a que Iris la terminara y así sacarla de dudas.

- ... ¿materializarla? En efecto – dijo Iris, Laney guardó silencio sin saber qué opinar. - ¿Quieres ser la primera en ver el proceso? – preguntó Iris a Laney.

Laney se quedó atónita de lo que había escuchado. Por fin vería el alma de Iris. Por fin vería cómo se refleja su espíritu en forma de espada, la había imaginado miles de veces.

- ¡¿Estás bromeando?! – gritó Laney - ¡claro que quiero!... ¿qué tengo que hacer? ¿hay reglas que deba seguir? ¿tomo distancia por si me lastimas? ¿tu arma será larga o corta?...-.

- ¡Lany!... – levantó la voz haciendo que Laney diera un pequeño salto hacia atrás – no lo sé, ni siquiera sé si vaya a funcionar, hace un momento lo estaba intentando... -.

- Me dijiste que estabas durmiendo – balbuceó Laney sintiéndose engañada.

- Bueno, es que... - quedaron en silencio - ... no quería que preguntaras lo que me dijo-.

- ¿Su nombre? ¿Te lo dijo? – exclamó Laney – ¡dímelo! ¿Cuál es tu segundo nombre?...-.

- No lo sé aún, no me dijo eso – el tono de voz de Iris fue disminuyendo casi a susurro.

- Entonces, ¿qué te dijo? – el estado anímico que Iris influyó en Laney, sabía que no era algo bueno. Laney se tapó la boca y abrió ampliamente sus ojos – ¡no me digas que...! ¿¡La madre de Orel...!? – su voz se entre cortó y sus ojos cristalizaron por las lágrimas. Orel era muy amable con ella, de hecho, le parecía de cierto modo, atractivo.

- No – contestó apresuradamente Iris – ... no fue eso...

Laney se aventuró a preguntar.

- ¿Qué te dijo?-.

- ... me dijo que... - Iris miro a los ojos de Laney - ... lo ayudara-.

- ¿¡Ayudar!? – pensó Laney – ¡Iris! – comprendió rápidamente – ¡no soñaste que encontrabas a un demonio a tus espaldas observándote, no lo soñaste! ¡¿Verdad!?...-.

Iris se percató de la mirada pesada de Laney, a pesar de sus hermosos ojos grisáceos azulados, tenía la mirada de un asesino a sangre fría. Logró que Iris se estremeciera.

- ¡No! – dijo como si la frase saliera de su garganta como si quisiera que Lany ni escuchara – lo vi, en mi alma, pero ¿Qué significa?-.

- Solo hay una manera de saberlo Iris –dijo Laney arqueando ambas cejas.

Iris asentó con la cabeza, supo a lo que Laney se refería y respiró hondo. En el sillón donde se encontraba sentada aún adoptó una pose de meditación y entró rápidamente al pharle.

<<Frio>>

<<Soledad>>

- Te necesita, Iris, lo necesitas... -Iris solo escuchaba, en está ocasión abrió desde el principio los ojos con la esperanza de ver los del demonio otra vez. Ahora se encontraba en un idílico lugar.

Otoño, debía ser otoño, la escala de colores de las hojas solo pertenece a esa estación, además, numerosas hojas cayeron frente a ella en el túnel de árboles infinito donde se encontraba sola. Rayos de luz entraban tenuemente entre el follaje de la copa de los frondosos árboles, llegando estos al césped a sus pies, haciendo lucir las gotas de rocío como pequeñas luces que salían del suelo hacía el cielo.

- ­ ¿Es hermoso no lo crees? – dijo la voz de su alma – aquí Iris, aquí debe estar, aquí es donde realmente deberían estar-.

- ¿Dónde es aquí exactamente? –.

- Todo a su tiempo Iris – respondió dulcemente – por ahora encuéntralo, ayúdalo, te necesita y lo necesitas-.

- ¿Y dónde lo voy a encontrar?, no me diste muchas pistas-.

- Eso es sencillo, siempre te he indicado el camino, solo síguelo-.

Iris sabía a lo que se refería: "su brújula interna".

- Al menos, ¿me puedes decir su nombre? – le suplicó

- Lo siento Iris, también lo desconozco, pero ya sabrás arreglártelas-.

- Pero no sola, no lo lograré si un par de alas y un arma.

- Lo sé... nos vemos, visítame más seguido, me encanta tu compañía... por cierto... mi nombre es...

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