8

8.7K 392 16
                                    



Aun con los ojos cerrados y mi cabeza meciéndose al compás de la respiración de Robert, ya que continuaba apoyada en su pecho, escuché la voz de una enfermera hablando con otra sobre mis signos vitales y mis medicamentos. Al abrir los ojos, una de ellas mi dio los buenos días y me sugirió ponerme de pie para comprobar si era viable irme a casa ese día.

—De acuerdo, lo haré —concedí en un susurró y sin alzar la voz continué— Pero, por favor ¿podrían dejarlo dormir? No ha dormido muy bien desde que estoy aquí.

—Lo sabemos, Señora. Su marido no se ha separado de usted en ningún momento.

La palabra "marido" me hizo gracia y tratando de hacer el menor ruido y movimiento posible para no despertarlo, me liberé de sus brazos, me acomodé sobre la cama y permití que ambas enfermeras me tomaran, una de cada lado, para que me ayudaran a ponerme de pie. Las tres salimos lentamente de la habitación y comenzamos a caminar por el pasillo del hospital.

Con cada paso que daba, sentía que mi cuerpo recuperaba el control de sus movimientos y que mis piernas me sostenían cada vez con menos dificultad.

—Muy bien, señora. Veo que todo está de maravilla —aduló una de las enfermeras.

—Sí, es solo cosa de práctica —bromeé recuperando mi estilo de siempre.

Esbocé una sonrisa de sincera alegría, ya que probablemente eso significaría que por fin podía volver a casa. Los hospitales nunca me habían gustado, ni su color, ni su olor, así que regresar a mi espacio era algo que realmente necesitaba.

Cuando volvíamos por el corredor, unos metros antes de la puerta de mi habitación me encontré con el doctor Willis que venía por su visita matutina.

— ¡Buenos días, Emma! —dijo animado.

— ¡Buen día, doctor Willis! —respondí de la misma manera.

—Me alegra ver que estás mejor y mucho más verte caminando otra vez.

—Me parece que aun necesito algo de soporte, pero estaré bien.

—Bueno, entonces caminemos.

Sugirió ofreciéndome caballerosamente su brazo para que me tomara de él, cosa que hice sin dudar. Me haría bien conversar un poco con mi terapeuta y así dejaría a Robert descansar un poco más.

Caminamos a paso tranquilo, sin la compañía de las enfermeras, hasta que llegamos a una especie de jardín que había en el interior del hospital y nos sentamos al borde de una fuente de agua, que llenaba el espacio con un sonido reconfortante y tranquilizador.

— ¿Puedo quitarme las zapatillas de levantar? —pregunté ya que después de todo él era el médico.

—Claro.

—Gracias. Necesitaba sentir el césped en mis pies —dije quitándome las zapatillas, poniendo mis pies en el suelo y estrujando mis dedos sobre el césped húmedo. ¡Que placer!

—Y bueno, Emma. Dime, ¿cómo te has sentido?

—Bien. Es imposible sentirse mal cuando tanta gente está tan al pendiente de uno, ¿no lo cree?

—Si, lo creo. Pero algo me dice que se trata más de una persona en particular que del resto.

—Probablemente —susurré sonrojada y mirando el césped entre mis dedos— Tal vez tenga razón.

—Cuéntame, Emma —Me instigó a decir algo, pero no sabía qué.

— ¿Qué puedo decir?

— ¿Estas enamorada de Robert? — ¡Miren al doctor Willis el charlatán! ¡Era más que directo cuando se trataba de cotilleos!

¡Oh My Doc!  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora