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Estaba tan emocionada de ver a Robert, que cuando la recepcionista me indicó que estaba en el quinto piso, en la habitación quinientos seis, ni siquiera fui capaz de esperar por el elevador, así que corrí por las escaleras con el ramo de rosas lavanda y tulipanes que había comprado poco antes de llegar.

Casi sin aliento llegué a la quinta planta y comencé a caminar por el pasillo mirando los números que estaban a un costado de las puertas de las habitaciones, sobre el nombre de los pacientes que estaban en ella. Al llegar a la sexta puerta, me detuve al leer.

506

Capitán Robert Andrews Jr.

"Seguro el señor Andrews exigió que pusieran la jota y la erre en ese lugar" pensé sin esconder mi sonrisa justo cuando escuché risas dentro de la habitación, las que se acabaron apenas di unos cuantos golpes en la puerta. No quise utilizar nuestro código de golpeteo porque no quería que supiera que ya estaba ahí, pero desde dentro escuché a Robert decir:

—Pasa, Emma.

"¿¡Dónde diablos está la cámara!? ¿¡Cómo sabe que soy yo!?" Pensé.

Tratando de ponerle tensión a la situación, no entré. Quería jugar un poco, pero puse mi oído en la puerta para escuchar la graciosa conversación.

—Parece que no es Emma, Junior.

—Es ella, papá. Logro sentir su presencia a kilómetros de distancia —Eso me hizo sonreír.

—No te creo, Junior. Apuesto que no es ella.

— ¿Qué apuestas?

— ¿¡Siempre tan literal!? —exclamó entre las risas de todos.

—Tú empezaste. ¿¡Qué apuestas!?

—Bueno, bueno. Un fin de semana en la casa de Miami Beach, solo para ti y la nuera con los tickets de avión incluidos.

—Me gusta, suena bien —concedió.

— ¿Y si gano yo?

—No ganarás —advirtió.

— ¿Y si lo hago?

—De acuerdo. Eh... Un viaje a Europa, solo para ti y mamá, por tres meses en el mediterráneo, con todo incluido. Incluso recorridos y estadías por Sicilia, Cerdeña y Córcega.

— ¡Ese es mi hijo! ¡Nos vamos a Europa, cielito! —aplaudió.

—No, papá. No te hagas ilusiones, ya perdiste. Si no, no hubiese apostado semejante barbaridad.

— ¿Estás muy seguro cierto?

—Absolutamente.

Decidí seguirles el juego y jugarles una broma. Rápidamente llamé a una de las enfermeras quien corrió hasta mí.

—Quédese aquí hasta que abran la puerta, por favor.

—Claro, señora.

Justo alcancé a esconderme tras el mesón de las enfermeras cuando Robert Andrews Senior abrió la puerta y se encontró a la enfermera en la puerta.

— ¡Jaaaaa! ¡Perdiste! ¡Nos vamos a Europa! —exclamó alzando sus brazos hacia el cielo

Por unos segundos vi al padre de Robert bailando descoordinadamente con la enfermera que no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, hasta que decidí arruinarle el juego. Me asomé por sobre el mesón y exclamé.

¡Oh My Doc!  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora