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Aún con la duda de si estaba haciendo lo correcto o no, tomé de su mano y lo llevé de vuelta hasta mi casa. 

Mientras caminábamos por el jardín, todas mis dudas se disiparon gracias a la seguridad que me brindó el hecho de que entrelazara sus dedos con los míos con fuerza y convicción. De pronto, Theodore, en mi mente, se erguía tan solo como un recuerdo que más temprano que tarde estaría demasiado lejano como para volver a alcanzarlo.

— ¿No será inapropiado que entre a tu casa?

—No exageres, no voy a llevarte a mi habitación si es lo que crees.

—Que lástima ―ironizó mientras entrabamos a la cocina.

Lo senté en uno de los taburetes, justo en el momento en que mi madre salió de la habitación, luciendo una graciosa bata de levantarse y unas nada glamorosas chancletas de plush, quedando anonadada al ver a Robert. 

"Tranquila Mamá, me pasó lo mismo la primera vez que lo vi"  Pensé.

— ¿Qué pasó, Emma? Buenas Noches —dijo saludando a Robert, quien rápidamente se puso de pie y la saludó caballerosamente extendiéndole la mano.

—Theodore, Mamá —respondí molesta. Ella sabía cada detalle de mi historia con él, por lo que no necesitaba entrar a explicarle.

— ¿Theodore? ¿Vino? —preguntó sorprendida.

—Si, estuvo recién aquí afuera.

— ¿Qué quería?

—Probablemente orinarme y marcar territorio —ironicé.

—Típico. ¿Estás bien? —Le preguntó a Robert que lucía peor de lo que estaba.

—Si, señora. Gracias.

—Amanda, solo dime Amanda.

Mientras mi madre y el atractivo doctor Andrews intercambiaban un par de palabras, saqué una compresa en gel fría de la nevera y la palpé para sentir si estaba excesivamente helada. Tampoco pretendía quemarlo con frío.

—No te preocupes por Theodore. Él es así. Hace años que cree que Emma es de su propiedad, la trata como su mascota y ella lo tolera —Mi madre siempre tan ávida de entregar información.

—No deberías, Emma —Me regañó Robert y por un segundo parecían estar de acuerdo en hacerme sentir peor de lo que ya me sentía.

—Lo sé, lo sé. ¿Acaso no entienden que ya terminó? ―Me exasperaba que nadie lo entendiera. Por primera vez estaba siendo completamente honesta respecto al asunto "señor agente de la CIA".

—Eso espero, hija. Eso espero ―Comprendo su desconfianza. Me ha escuchado decir lo mismo demasiadas veces― Bueno, vuelvo a la cama y ustedes dos salgan de todas formas. No dejen que Theodore les arruine la fiesta. Buenas Noches, Robert. Buenas Noches, hija.

Ambos nos despedimos de mi madre y sin aviso le puse la compresa de gel en el labio, provocando que Robert gruñera con fuerza.

—Tranquilo, pequeño. No pasa nada, solo es frío —La ternura se me escapó de los labios antes de que pudiera controlarla.

—Me hablas como le hablo a mis pacientes.

—Lo sé. Te he visto —confesé mirándolo a los ojos. Observar lo cuidadoso, delicado y amable que era con sus pacientes, se me había vuelto un placer secreto del que disfrutaba cada sábado.

—Lo sé. Te has entretenido los tres últimos sábados, de cada semana, haciéndolo mientras esperas que te haga pasar a su consultorio el doctor Willis ―O tal vez ya no era tan secreto.

¡Oh My Doc!  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora