El bar

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Estaba hecha un manojo de nervios, la culpa me corroía y sabía que en cuanto viera a los ojos a Quique le soltaría toda la verdad.

La sonrisa con la que me recibió me lleno de culpa aún más y me decidió a confesarle lo ocurrido, pero no estaba solo, lo rodeaban sus amigos y me volví a acobardar. Me presentó y todos me saludaron sonrientes, obviamente yo si los conocía pero ellos seguro que jamás me habían visto antes de salir con Quique.

Creo que todo salio bien, aunque yo no pude disfrutarlo del todo, sentía que en cualquier momento nombrarían a Javier y yo me desharía en mil pedazos. Ya era noche cuando mi madre empezó a marcar, ella no estaba acostumbrada a tenerme fuera de casa a esas horas.

Quique se despidió de sus amigos y yo hice lo mismo, a pesar de mis angustias me sentía en un sueño. Me puse muy nerviosa cuándo me llevo a casa y al despedirse se acercó para besarme, por un momento pensé que tal vez se daría cuenta del beso de Javier con solo tocar mis labios, pero no fue así, su boca estaba tan ansiosa de la mía que ni siquiera sospechó.

El lunes, cuándo llegué a la escuela me sentía muy emocionada, era posible que por primera vez Quique y yo nos paseáramos por los pasillos tomados de la mano o algo por el estilo, pasé las primeras horas tratando de encontrarlo entre clases pero mis esfuerzos no dieron frutos, del que no pude escapar fue de Javier que al verme pasar al gimnasio me siguió de inmediato y por más que puse máxima velocidad en mis pies, él fue más rápido y me alcanzó antes de entrar.

— Eres veloz — dijo soltando su tonta risita.

— Llego tarde a mi clase — conteste jadeando por la carrera que había hecho por los pasillos.

— Tú siempre llegas tarde — replicó muy sonriente, al parecer le causaba mucha gracia verme casi sin oxígeno.

Rogaba a Dios que no sacara el tema del beso, estaba determinada a fingir de por vida que aquello no había pasado nunca. Trate de esquivarlo y seguir corriendo al gimnasio pero se me plantó enfrente, puso su mano en mi antebrazo y dijo no se que cosa, yo estaba más preocupada por su acción que por las palabras que salían de sus labios.

— Entonces que dices? — alcance a escuchar, mire como alzaba los hombros y sonreía, fue entonces que mi cerebro volvió en sí.

— Que? — no tenia idea de lo que había dicho y por mi cabeza solo pasaba la escena del beso.

— Ehehehe! Eres bastante despistada — cuando vio mi expresión desconcertada volvió a repetir su pregunta — que si esta tarde no tienes planes, si quieres podríamos salir a dar la vuelta, puedes?

Su pregunta me dejó en cuerva y aún más desconcertada que antes, me estaba invitado a salir? Acaso creía que aquel beso significaba algo? Trague saliva y me animé a hablar.

— No, no puedo — vi su cara de decepción y antes de que pudiera preguntar lo que sea, continúe —. Espero que no pienses que aquello del otro día significo algo, eso fue un error, no debí dejar que lo hicieras y la verdad es que me siento muy mal por ello.

Me miraba muy atento y eso me ponía mucho más nerviosa, estaba sudando frío con esa confesión, pero después de decirlo todo sentí un gran alivio. Agachó la mirada y sonrió, se llevó las manos a los bolsillos del pantalón, alzo los hombros y suspiro pesadamente.

— Entonces, te sientes mal con lo que paso? — sus cejas se curvaron, era la expresión más dulce que había visto, la verdad parecía como si fuera a llorar, por lo que me sentí terriblemente mal — bueno, la verdad es que no pensé que me fueras a decir eso, yo...tengo que decirte que no me arrepiento.

Yo no supe que pensar ni que decir cuando él dijo eso, me miraba fijamente a los ojos y sentí que se empezaba a acercar peligrosamente.

— Javi — gritó una voz chillona que reconocí de inmediato, era Laura que se acercaba casi corriendo por el pasillo, cuando Javier se volteo para mirarla , aproveche y salí corriendo de ahí, no paré hasta entrar al gimnasio.

Amor En SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora