Diodoro había llegado hasta ese pueblo para capturar una criatura y ponerla en una jaula, irónicamente fue él quien terminó dentro de esa misma jaula.
Y ahí estaba, en una jaula siendo transportado en una carreta jalada por un burrito, y alrededor estaba los habitantes que se quedaron en San Euplo, ahora sí que Diodoro se sentía angustiado, y ya se le están acabando sus pastillas de diazepam; recordó que tenía la cruz dorada, la tomó como si fuera a rezar, tomándola con fuerza, y sintió un botón, por lo que Diodoro lo presionó para ver que era, y de la cruz salió un cuchillo, Diodoro vuelve a meterlo en la cruz, para poder usarlo cuando sea el momento indicado, ahora aunque escapara de la jaula lo atraparían en instantes.
Los pobladores solo murmuraban, ¿sobre que cosas? quien sabe, pero lo que sí sabía Diodoro era que se acercaban a una extraña edificación, parecía ser una construcción ciclópea, hecha a base de juntar enormes rocas, de la albañilería más básica. Diodoro no era un experto en arqueología ni nada de eso, pero de seguro debe de ser precolombino.
La carreta se detuvo, los pobladores bajaron a Diodoro con todo y jaula en una plataforma hecha de 2 troncos con una tela, Diodoro fue trasladado hacia la construcción como si una virgen paseara por las calles del pueblo, pero aquí los fines serían nefastos.
Lo 1.º que vio fueron un par de cadáveres desollados cerca de unas lámparas, gente alrededor, y al fondo vio un generador de gasolina de 7,500 watts que iluminaba el lugar, por lo que recordó que los 200 habitantes que había visto hasta ahora debían ser los que se habían negado a irse, y no ha dejado de llover, ¿que tanto podría tardar en inundarse la aldea ahora que construyeron la represa?
—¿Así que este es el forastero que vino a profanar nuestra tierra?— Un hombre con una túnica blanca, el no tenía rasgos indígenas, con su piel blanca, cabello largo, barba de Che Guevara y nariz aguileña, hasta se podría decir que parecía un criollo.
—Buenas tardes, yo soy el tlatoani, máxima autoridad de la Ecclesia Lacerta Nigra—
—Perdone mi pregunta, pero usted no se parece a los demás habitantes, no tiene esa finta ni los ojos amarillos—
—Sí, así es, y por lo que me dijeron intentó capturar a un kuetspalin— el tlatoani se acerca a la jaula
—La verdad sí, es una criatura fantástica, imagine lo que la comunidad científica haría con el—
—Lo disecarían, harían experimentos con el, entre otras linduras, pero yo se algo mucho mejor, y ¿sabe que? me agradas... y por eso serás el último en morir hoy— dijo el tlatoani, lo que preocupó a Diodoro.
—Verá, yo nací en Tampico, estudié filosofía y letras en la universidad, de joven me interesé por el indigenismo, también sobre la teología de liberación, mientras buscaba entre los viejos libros de las bibliotecas que tiene la iglesia, encontré unos textos sobre la misión de San Euplo, que es donde estamos— El tlatoani se sienta en una silla que le acercó uno de los pobladores.
—Como le iba diciendo, un misionero llamado Gabriel Heim llegó al pueblo llamado Kokone Mazatl y ahí convivió con los aldeanos y se topó con la leyenda del lagarto negro, este era enorme, de hecho comía venados de un bocado y también empezaba a atacar personas, entonces Heim peleó contra la bestia, y la encerró en ese sepulcro que ves allá. Finalmente fundaría la misión de San Euplo y ya conocemos el resto de la historia.—
—De acuerdo, pero... ¿como terminaste de tlatoani y esas lagartijas de donde salieron?—
—Sí, para allá voy, resulta que abrí el sepulcro y en el fondo estaba el lagarto negro, me prometió poder, a cambio de ofrendas y ayudarle a hacer su voluntad, entre ellas perpetuar su especie. Ahí es donde entran los kuetspalin, verás, este lagarto, o su especie es ovovivípara—
—Los reptiles son ovíparos, ponen huevos como las aves y peces— Responde Diodoro, como si fuera algo muy obvio
—Pero los ovíparos se dividen en clasificaciones, en este caso particular es ovo-vi-vi-paro, lo que significa los huevos se quedan dentro del cuerpo de la madre, hasta que el embrión se desarrolla por completo—
—Ah sí, como los tiburones, y algunas vívoras, es cierto— Diodoro encoje los hombros por olvidar algo así, no era zoólogo pero le pareció algo que cualquiera con Animal Planet debería saber.
—Entonces le llevo mujeres para que las fecunde con sus huevos, y el resultado es un híbrido como varios que ves aquí con sus ojos amarillos y algunos muestran escamas, bueno, de esos se juntan parejas de hombre y mujer 50% humano y 50% reptil se juntan y crean un ser 75% reptil y 25% humano, lo que da como resultado un kuetspalin, como el que quisiste encerrar.—
Diodoro oía sorprendido, pero sino fuera por lo que vio en el transcurso del día, no lo creería.
—Para ser su tlatoani primero tuve que «tomar prestadas» algunas mujeres, prostitutas, viejas locas, de poblados cercanos, después nos ganamos la confianza acabando con cierto grupo de delincuentes que estaban haciendo alboroto y prácticamente tenían a los habitantes e este pueblo sobre explotado y obligándolos a sembrar droga, acabamos con esos tipos, desollándolos y colgándolos y mucha gente se unió al grupo, la iglesia la fundé en 1994, la cuál logró atraer a varios feligreses de la iglesia protestante local, este auto llamado padre Elías era un dolor de cabeza, así que mandé a que le cortaran la cabeza, irónico ¿no es así? y de ahí todo bien, el PRI prácticamente nos dio impunidad a cambio de votos, pero ahora quieren echarnos, y pues no nos dejamos.
Un poblador se acerca y le dice algo al tlatoani, este le responde algo.
—Muy bien, los kuetspalin tienen hambre y es hora de darles lo que merecen.
Una joven está maniatada a un altar, su cabello estaba suelto y era castaño, y sus ojos verdes, su piel era más clara que los habitantes, al igual que sus ropas, debía ser de algún pueblo cercano, parecía drogada o sedada pues no parecía mostrar alguna emoción, la gente se congrega ante ella, varios kuetspalin se acercan. Uno de ellos, se acerca a olfatear y lamer bajo las axilas, con sus garras desgarró la blusa.
Otro kuetspalin tomó las piernas de la joven, empezó a lamer con su larga lengua las piernas, hasta que finalmente tocó con su lengua la entrepierna, con sus garras desgarró aquella falda, ahora la joven estaba en ropa interior.
Otro kuetspalin toma la ropa desgarrada y la guarda.
Un 4.º kuetspalin se acerca a los senos, pone sus extremidades delanteras que parecen manos en la espalda de ella, y logra quitarle el sostén, acerca su boca a los pezones, y se queda sin saber que hacer, sus genes humanos le han de recordar la lactancia materna, pero ya no era mamífero, el kuetspalin se aleja y llega el primer kuetspalin que le quitó la blusa, se agacha y se acerca a su vientre, con sus manos baja el calzón dejando al descubierto sus glúteos.
Finalmente se alejan un poco para darle paso al que era el más grande y al parecer el mayor de los 4 abre sus fauces y se las clava en el cuello, y utilizando los grandes y poderosos músculos del cuello, le retuerce la cabeza como si estuviera destapando un refresco, hasta que los huesos del cuello truenan y queda la cabeza colgando como muñeca hasta que finalmente rompe la piel y esta cae los pies de ella, la sangre empieza a brotar, los reptiles se abalanzan sobre el cuerpo, dando grandes mordiscos, desgarrando la carne del cuerpo como si desgarraran una tela, dos kuetspalin se peleaban una pierna, cada uno en un extremo diferente.
Diodoro estaba en shock, viendo con pavor semejante escena, no podía dejar de mirar, ni siquiera se fijó en los habitantes que estaban congregados viendo la escena sin inmutarse, o la cara del tlatoani de felicidad y que tomó la cabeza y la puso cerca de donde estaba sentado. Entonces empezó a gritar de desesperación ante su inminente tragedia.
—¡Se la están comiendo! ¡Y después me comerán a mí! ¡Oh Dios mioooooooooooooo!
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El pueblo de las lagartijas
HorrorUna criatura extraña aparece muerte en una calle en un pueblo, un hombre se encuentra con un ser reptiliano, y un pueblo cuyos habitantes se han aislado del resto de la sociedad, un hombre intentará descubrir que hay detrás de ese lugar cuyos habita...