Capítulo 8

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Diodoro cojeaba, la mordida de Sipaktli le empezaba a cobrar factura, Vanessa lo apoyaba, y caminaban hacia el pueblo, tratando de encontrar la camioneta y poder salir de ahi. Algunas calles ya se habían inundado varios centímetros y se podía ver que ya les había entrado el agua a sus casas. En lo que iban caminando por la calle principal, vieron a la multitud congregada y al tlatoani arriba de un templete, se escondieron en un callejón, y pusieron atención a lo que decía.

—Pueblo, se que muchos han dejado de sentir la presencia de sipaktli, pero eso no quiere decir que nos haya abandonado, todo es parte de una profecía, sí, les digo, si nuestro pueblo se inunda, sobreviviremos, como la mayoría de especies sobrevivieron al diluvio universal—

—¿Como lo haremos si nos han prohibido evacuar el pueblo en 1er lugar?— Grita uno de los presentes

—Ah pues, lo que debemos ahcer es continuar excavando en la cueva para liberar a Sipaktli de aquél encierro, nos metemos los que ya tienen sangre de reptil y ahí hibernamos hasta que haya una sequía, entonces saldremos y para entonces saldremos a reconquistar la tierra.—

—Ni yo ni mi familia tenemos sangre reptil, ¿que será de nosotros?— Pregunta otro poblador

—Servirán para alimentar a nuestros vástagos— Replica un poblador con características reptilianas

—¿Qué? ¿por que tenemos que sacrificarnos? ¿que clase de dios pide eso?—

—El dios judeocristiano le pidió a Abrahán que sacrificara a uno de sus hijos y este obedeció sin quejarse.

—Pero esa solo fue una prueba, y en todo caso es el dios del antiguo testamento, el del nuevo hasta sacrificó a su propio hijo para que pudieran comer su carne y beber sus sangre todos los domingos— Le recrimina un 3er poblador no reptil

—La teofagia es una abominación, deben saber ustedes su lugar en la cadena alimenticia.—

—¿Qué? entonces como dice el dicho, si Dios te da limones, búscate otro Dios, yo me largo—

—No irás a ningún lado infiel— El poblador es detenido por un reptiliano, el y el reptiliano entonces se empujan y empiezan a discutir, y caen al suelo

—¡Aaahh! me está mordiendo! ¡Luis me está mordiendo!— Gritaba el humano, y en eso otro humano le pega al reptiliano con un tubo en la cabeza.

Eso fue el detonante para una batallada campal donde había dos bandos, humanos y reptiles, el Tlatoani resultó ser un fraude como líder, la gente se cansó que le vendieran espejitos y sin Sipaktli para ayudarlo, solo era una hombre, el tlatoani bajó con ayuda de los kuetspalin que quedaban, y corrieron.

—¡Rápido! hay que sacar a Sipaktli de esa cueva, vaya por su abuelo— Decía el tlatoani mientras subía a un vocho.

—OK, ya se fueron, debemos irnos, en lo que se pelean entre ellos, aprovechamos y escapamos—

Diodoro y Vanessa le sacaron la vuelta a la plazita donde estaba la trifulca, y siguieron su camino durante un buen rato, el no dejaba de llover, el agua no dejaba de subir y sentía que si no llegaba pronto, le llegaría el agua hasta las rodillas. Finalmente encontraron el templo católico donde había dejado su camioneta.

—Maldición, costará mucho quitar esos rayones, al menos no poncharon las llantas— Diodoro ponía su mano en la nuca, mostrando preocupación

—¡Largeumonos ya!— Le dice Vanessa a Diodoro que se quedaba nomás viendo el vehículo.

Finalmente los dos suben, prende la camioneta y se van.

—Oye, ¿tienes saldo en tu cel?— Pregunta Vanessa

El pueblo de las lagartijasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora