Capítulo 6

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—El gran Sipaktli me está hablando, dice que es hora de su tributo, y yo le respondo, gran Sipaktli, que no solo le daré su merecido tributo, sino también a este forastero que a venido a profanar nuestra tierra. Pero bueno, forastero, quiero que conozca a su compañera que lo acompañará en sus últimos momentos con vida.— El Tlatoani  chasqueó los dedos y 2 habitantes le trajeron a una jovencita amarrada y con la boca tapada.

Trajeron a una jovencita de al parecer 18 años, ella parecía más bien mestiza, como la imagen del mexicano promedio, o al menos la imagen que les han vendido los libros de texto escolares. En su cuello traía un rosario, el cuál el tlatoani  le quita con cuidado de la cabeza, lo miró fijamente, en la pieza central donde se junta el cordón que forma el circulo con los 12 granos y el cordón de donde cuelga el crucifijo, había una imagen de la vírgen de Guadalupe.

—¿Ves esto? es el legado de los españoles que fue perpetuado por las élites mexicanas, la virgencita, ¿quieres oírla o te sirvo de tributo de una vez?—

—¡Cuentela, cuéntela!— Responde Diodoro, más por querer ganar algo de tiempo que oír su cátedra de historia.

—Todo empezó con la llegada de Hernán Cortéz, un hombre cruel y despiadado, la clase de hombre que mandarían como conquistador a una tierra desconocida en un mugriento barco durante meses, si se moría a nadie le importaría, y al igual que su tripulación, eran la escoria de la que se querían deshacer, eran totalmente prescindibles. Al llegar fueron confundido con dioses, e impusieron su voluntad con mano de hierro sobre los pueblos que, creyendo que los conquistadores los librarían del imperio azteca los haría libre... ¡ja! inocentes que se dejaron engañar, les pasó lo que a Polonia cuando se alegraron que llegaron los soviéticos a liberarlos de los nazis.—

—Como quien dice, cayeron de la sartén al fuego— Responde Diodoro, para seguirle el juego al tlatoani.

—Así es, tu si me entiendes, y como iba diciendo, de tributo le dieron unas esclavas, entre ellas Malintzin, la Malinche, a quien Cortés fornicó, utilizó para su oscuros intereses, incluso actuar en contra de su propia raza, y que finalmente se convertiría en "la chingada madre" de los mil vástagos, esos bastardos serían los mestizos, hijos de la Malinche, los hijos de la chingada. ¡Pero eso no es todo! había que mantener controlados a esos mestizo y a esos indígenas, para eso estaba la religión, los idolos paganos fueron destruidos y reemplazados por santos y vírgenes, pero el pueblo no se identificaba ni con aquella deidad horrible llamada Coatlicue ni con la Vírgen María, así que tomaron a la Malinche e hicieron una mezcla de ambas deidades, y crearon a la Virgen de Guadalupe, que no es más que la malinche maquillada.—

—OK, todo iba bien pero... ¿que no a su vez la Vírgen María era en sí una adaptación de deidades paganas? vamos, la madre es una figura arquetípica común, por eso vemos grandes similitudes como la virgen e Isis, si nos vamos más lejos, podríamos comparar a Cristo con Buda u otros heroes mitológicos como Heracles u Orisis, y si nos vamos por la teoría de los antiguos astronautas, deidades como Quetzalcóatl en realidad eran seres de otros mundos..— Diodoro le respondía enérgicamente, olvidando un momento que el era un prisionero y el tlatoani le ponía atención.

—No todos. El tlatoani respira hondo, cuando llegué al pueblo, Sipaktli me contó de sus origenes, tiene más de 30,000 años, sus ancestros sobrevivieron a la gran guerra, donde una deidad se reveló contra el rey del cielo y lo manda a la Tierra, este junta un ejército de ancestros reptiles y algunos híbridos con el tiempo para contraatacar el cielo.—

—¿Diosauroides?— Pregunta Diodoro

—Sí, pero no, deja te sigo contando... Después dice que aquella deidad tomó un huevo y se creó un cuerpo de dinosaurio con 7 cabezas, atacó el cielo y sus huestes seguía controlando la pangea, hasta que nació un reptil evolucionado, los demás dinosaurios lo tomaron de mesías, y junto con las huestes del cielo, derrotaron a los rebeldes, el gran dinosaurio de 7 cabezas y de 100 metros de altura cayó en desgracia del cielo y chocó contra la tierra en lo que eh calculado fué en Yucatán—

—¿acaso es el cráter de Chicxulub?— Diodoro había olvidado que era un prionero y le ponía atención, difícil no hacerlo, tenía ese carisma que tienen la mayoría de líderes sectarios.

—Lo que provocó la extinción masiva de los dinosaurios fue la caída en desgracia de aquél dragón de 7 cabezas. Los diosaurios leales al dino-mesías evolucionaron en seres antropomórficos, otros lograron sobrevivir pero sin las formas antropomórficas. Los dinosauroides entrarían en conflicto con una raza reptiliana de otro planeta, el dino-mesías reencarnó, y hecharon a esa raza estranjera del planeta. Finalmente vino otra evolución, perdieron la cola y decidieron crear naves para viajar a otros mundos, entendieron que este planeta iba a ser dominado por mamíferos, y se fueron. Los que no se fueron son como sipaktli que físicamente no evolucionó pero obtuvo algunos poderes, como la telepatía, por la cuál me habla, y me encomendó repoblar la raza de hombres lagartos para combatir a los mamíferos y recuperar lo que es justo.—

—Oye, pero tú no eres reptil— Le responde Diodoro

—Bueno, obviamente yo seré su interprete y su consorte para ayudar a sipaktli en la batalla entre los kuetspalin y los mamíferos—

—O sea que eres el Malinche del lagarto negro— Diodoro al hacer ese comentario incisivo hace que el tlatoani se enfade.

—Muy bien, chico listo, creo que ya es hora de que conozcas a sipaktli en persona.—

Los pobladores abren la jaula y se llevan arrastrando a Diodoro, abren lo que parece ser un sepulcro abierto, la joven también es llevada a rastras y forcejeando para intentar escapar.

—Muy bien, los enviaré para que Sipaktli pueda comer, así que hasta nunca—

Diodoro y la joven son arrojados por el sepulcro  y caen a lo que parece ser una cueva debajo del templo, ponen la losa encima del sepulcro, y todo se vuelve muy oscuro...

El pueblo de las lagartijasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora