Capítulo VI

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Yuri sonreía mientras observaba a Otabek desayunar, acariciaba con sus dedos fantasmales al gato que dormía plácidamente en la encimera de la cocina.

— ¿Qué vas a hacer hoy, irás con JJ a algún lugar antes de la fiesta?

—Voy a leer en el ático.

—No cuentes conmigo, hay demasiados amuletos en el ático para mi gusto, tanta magia —Yuri se retorció y sacudió la cabeza de lado a lado.

El ático era la biblioteca privada de los Altin, con información sobre hechizos, supersticiones, catálogos sobre seres sobrenaturales, el árbol genealógico de la familia, historias sobre fantasmas y embrujos. Yuri odiaba el lugar tenían objetos malditos, amuletos que repelían o atraían a los fantasmas, libros con potentes hechizos de magia negra.

Otabek subió a su habitación y desprendió el ladrillo, allí estaba el amuleto terminado para Yuri: un brazalete blanco y negro, con hebras negras aparentando las rayas de un tigre, unos dijes colgaban del brazalete, el primero era una placa de hierro frio que tenía escrito en oro Yuri Plisetsky en cirílico, el dije de un gato y unas zapatillas de ballet.

Cada dije tenía una función para permitir que un fantasma pudiera adentrarse en el mundo físico completamente, una placa de hierro frio y oro debía contener el nombre del fantasma que debía obtener su forma física en su escritura original, otro dije debía ser bendecido para alejar a los espíritus malignos y los demonios del amuleto para que no obtuvieran poder y el último debía contener una donación voluntaria de sangre por parte de alguien vivo, en una ceremonia durante la luna nueva cerca de una festividad pagana, como Halloween, los equinoccios de primavera u otoño, los solsticios de verano o invierno, eclipses o incluso el día de la muerte o el nacimiento del fantasma al que se le otorga el amuleto. Los hilos con los que se fabricaban el brazalete debían hilarse o tinturarse durante la luna llena y ser bendecidos en una noche de luna nueva antes de tejer.

Otabek terminó el amuleto cuando eran las seis de la tarde, la fiesta iniciaba a las nueve de la noche y el kazajo no quería enfrentarse a Yuri teniendo en cuenta que conocía el enamoramiento que tenía el rubio por él.

Otabek no podía negar que se sentía atraído por Yuri, el rubio adoraba usar ropa ajustada que le sentaba de maravilla a sus piernas, camisas escotadas que dejaban poco a la imaginación y un sentido de la moda que a pesar de ser excéntrico le sentaba muy bien, junto con su actitud retadora, le otorgaban un atractivo que Otabek no podía negar.

Acariciando los tres dijes, Otabek pensó en lo frustrado que se sentía cuando tenía quince años, cuando Yuri se paseaba por la casa con las camisas escotadas, los pantalones ajustados y los diseños de animal print, y Otabek intentaba olvidar un enamoramiento pasajero por su amigo.

Luego conoció a JJ y lo usó como excusa para alejarse, y quizás se hizo creer a sí mismo que quería de manera romántica a JJ porque el canadiense era alegre, amable, hablaba y distraía a Otabek de sus pensamientos.

—Dudo que estar en un ático sea la mejor manera de pasar un cumpleaños, normalmente cuando se cumple la mayoría de edad a los niños les gusta ir a hacer cosas de adultos ahora que son legales.

—Termine esto —Otabek le mostró a Viktor el amuleto de Yuri—. Creo que nunca superé a Yuri, en el fondo sigo sintiendo lo mismo.

—Ve y dile a Yuri. Mi Yuuri no quería tener algo conmigo, era de la nobleza y debía casarme con una mujer, mi Yuuri no quería tener nada conmigo si debía casarme, lo convencí y luego morí porque me dispararon en el corazón mientras cazaba.

Otabek observó los brillantes ojos de Viktor, Otabek asintió y salió del ático, entro a su habitación y dejó caer el amuleto en el regazo de Yuri.

Ghost in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora