Vendetta

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Palabra clave = Satisfacción

Los inviernos en la URSS eran casi tan despiadados como sus soldados, pero ese invierno era el peor de todos: había escasez de comida, las personas que no tenían muchos recursos para sobrevivir de milagro conseguían un poco de ropa para calentarse, los soldados vigilaban a todos los habitantes y la mínima insinuación de crítica hacia el régimen era castigada con la pena de muerte.

Todos los recursos se destinaban a la guerra, las mejores cosechas, los abrigos, el dinero, todo era para los militares.

Algunas tiendas habían entrado en bancarrota y las familias lograban sobrevivir con lo poco que aportaba el gobierno, los museos y los teatros eran edificios vacíos, sin financiamiento y con los artistas demasiado ocupados buscando dinero suficiente para mantenerse vivos.

Los pocos que podían ir al lugar no lo visitaban por el tenebroso ambiente, acostumbrados a verlo lleno de vida, entrar al lugar sucio y solitario provocaba escalofríos a más de uno, pocos eran los valientes que entraban.

Yuri Plisetsky, conocido como el Tigre Ruso, era uno de los pocos capaces de entrar, siempre iba al salón de entrenamiento para bailar, aunque terminaran muy cansado luego de los trabajos pesados que debía realizar, visitaba la sala y hacía lo mínimo para no perder la costumbre como bailarín.

Yuri, un moscovita con un talento impresionante para el ballet, se había visto obligado a abandonar la danza para dedicarse a cientos de encargos para conseguir un poco de dinero.

Pero era muy difícil conseguir un trabajo, su abuelo estaba demasiado enfermo para ayudar, él aparentaba ser delicado y débil, y en los mercados necesitaban de hombres fuertes y musculosos.

Yuri apenas comía, su peso había disminuido drásticamente, sus costillas se marcaban y el largo cabello rubio había perdido todo su brillo.

El famoso e imponente Tigre de Rusia era hora un gatito hambriento que rebuscaba sobras en la basura. Del joven con brillante cabellera dorada y fieros ojos verdes no quedaba nada.

Pero el gato callejero, por más débil que se encuentre, siempre tiene las garras afiladas y listas para atacar.

Yuri lograba salir adelante, a pesar del frío, a pesar de la falta de comida, a pesar de todo, el Tigre de Rusia aún tenía su voluntad de acero para cumplir todas sus metas.

Nadie se atrevía a molestar a un tigre, todos le respetaban, pero los gatitos callejeros eran animales con los que podían jugar.

Por eso un grupo de soldados que hace poco entraron en la milicia, con la misma edad que Yuri, se divertían a costa del rubio. Lo usaban como a un saco de boxeo y lo humillaban, pero el rubio ganaba dinero por mantenerse en silencio.

Las garras de un tigre son potentes, de un tajo podían arrancar extremidades, pero los gatos callejeros con suerte lograban hacer un rasguño significativo.

Yuri guardaba el secreto de los soldados y ellos guardaban el secreto del rubio, pero estos tenían la fuerza y el poder suficientes para destruirlo, ya sea físicamente o económicamente si se atrevía a romper el trato.

Porque en un mundo donde amar a quien querías era un delito que se pagaba con la muerte y las personas del común te aceptaban a regañadientes porque tu familia era importante, cualquier desliz significaba la muerte.

Yuri cometió un error, y tenía que pagar, lo hiciera en un campo de trabajos forzados, frente a un batallón de fusilamiento o en un callejón, debía pagar.

Debía pagar por amar a otro hombre, debía pagar por no sentir deseo hacia las mujeres, debía pagar por estar sucio y corrompido.

Pero el ruso no se arrepentía de su desliz, no se arrepentía de amar, no cuando una persona iluminó, por poco tiempo, su vida.

Ghost in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora