- II -

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Magnus

Su olor lo percibí desde que me bajé del coche, Ragnor también lo olió pero no fue tan intenso para él; ya que, ya tiene su pareja.

Su olor de omega es tan gozoso, que simplemente me lo quiero coger de ya.

Sigo el olor hasta la persona que lo emite, enojándome al instante cuando lo encuentro. No es más que un niño y para el colmo, es un virgen que me podría traer muchos billetes.

Su mirada transmite miedo con algo de curiosidad; no puedo evitar pensar que es un hermoso omega, con piel de porcelana, cabello negro azabache, creando una espléndida combinación con sus mares de ojos.

Lo marcaría cómo mío si pudiera pero, no. Ante todo, mi posición.

– Me lo llevo. Ahora. – Lo señalo mientras le grito a algún beta.

– Veo que escogiste a uno bueno Bane, su olor es realmente sabroso. – La asquerosa voz de Valentine y su comentario, casi me producen un gruñido.

– Por supuesto, no por nada estoy llegando al puesto número uno. – Le digo con orgullo.

Mientras muestra su mirada llena de ira, volteo a ver al niño que no ha parado de observarme.

– Señor Bane. – Dirijo mi mirada hacia un beta. – Éste es el precio original del omega, aquí tiene su información.

Me entrega un folder el cual abro al instante para saber su nombre.

– Alexander. – Alcanzo a escuchar un 'Alec' que salió como un susurro de sus labios. Lindo nombre. – Súbelo al coche Ragnor, buscaré más mercancía.

Alec

Después de esperar un largo rato en el coche, llegaron los dos alfas con más omegas, dos como de mi edad con el listón rojo y otros tres más sin el listón.

En cuanto el Sr. Bane sube al coche, llega de nuevo a mí ese peculiar y rico aroma que emite, es como una droga y no puedo controlar la lujuria que mi lobo transmite.

Mis nuevos compañeros me voltean a ver asustados, parece como si fuera a tener mi celo ahora, es demasiado para mí su olor, me perturba de manera anormal.

– Carajo, uno de los omegas está muy intenso. – Ragnor baja las ventanas del coche cuando se detiene en un alto.

– Agh, detén el coche, yo no puedo con esto. – Exige el señor Bane.

Aun en marcha, baja del coche tapándose la nariz con su mano.

– Oye, contrólate si no quieres ser violado en este instante. – Me dice en susurro uno de los omegas.

Pero no puedo, mi entrada se humedece cada vez más por su olor.

– Vámonos y rápido, necesita supresores el niño. – La ronca voz afrodisiaca me hace humedecer más mí entrada.

No quiero esto, este hombre me venderá, no me puede volver loco su aroma ni mucho menos su presencia. Nunca había querido algo con tantas fuerzas pero que a la vez... No debo.

Llegamos a un gran edificio lujoso, por fuera y por dentro está cubierto de guardias alfa, sus cuerpos se delatan y sobre todo cuando se aceleran cuando me bajan del coche.

Escucho un duro gruñido a mis espaldas haciendo que mi miembro se levante.

– ¡Tranquilos todos! ¡Cuidadores acérquense! – Varias personas que parecen muy relajadas con mi presencia se acercan después del grito del señor Bane.

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