MÍO

- V -

Magnus

Sé que el cachorro estaba totalmente dispuesto; sin embargo, su organismo no lo dejó continuar más de que ya había aguantado.

Querer solo 'jugar' con él, no es algo que sigue en mi mente, puedo tomarlo fácilmente cuando quiera pero ver su delicado cuerpo, me causa un conflicto interno.

Aunque no pueda ser mío aún, ambos sabemos que nos pertenecemos. Mis instintos alfa quieren domarlo cual bestia y tomarlo a mi disposición cuantas veces sea.

Estoy tan caliente que necesito desahogarme en algún otro omega de ya. Así que, en cuestión de minutos, bajo a la zona donde está toda la mercancía.

– Ragnor, baja al piso de los omegas. – Le mando a llamar por el teléfono.

– ¿Qué necesitas Magnus? – Pregunta en cuanto llega.

– Necesito un omega limpio. – Ragnor me ve extrañado y sé que está a punto de soltar una carcajada.

– ¿De qué hablas? Tu limpio omega está allá arriba.

– No puedo... No puedo dañarlo, es muy pequeño para mí, mi lobo lo lastimaría. – Con solo pensarlo me caliento más. – Dejaré que crezca un poco pero por ahora me desahogaré con alguien más.

– No puedes hacer eso Magnus, tal vez aún no lo marques pero sabes que así lo lastimarás más. – Me dice seriamente.

– Es una orden Ragnor, consígueme un omega. – No me gusta usar mi voz alfa pero es la única forma de quitarme ésta ansiedad.

Alec

No sé cuánto llevo dormido, está amaneciendo y estar semi desnudo no ayuda con el frío. Magnus no está aquí pero percibo su fuerte olor, es mucho para mí y para mí lobo, tal vez el efecto de los supresores ya pasaron.

Maldito celo, no ahora.

Me empiezo a retorcer en el sillón, siento como si me arrancaran lo de adentro lentamente, sobre todo tengo muchas ganas de estar lleno por un alfa... Por mí alfa.

Salgo a arrastras del cuarto para seguir el olor de Magnus, no soporto los dolores, mi entrada se humedece cada vez más y mi visibilidad se llena de lágrimas.

– ¡Aaah! – Con un grito caigo al suelo, mis lágrimas empiezan a salir.

¿Dónde estás Magnus?

– Tranquilo cachorro. – No distingo bien al alfa que me levanta pero por su voz sé que es Ragnor.

– Ne-necesito a Magnus. – Le digo entre sollozos. – Alcanzo a ver su cara de preocupación.

– Yo... Más tarde lo verás, te llevaré con los betas, resiste. – Me levanta cargándome al estilo princesa.

– Mierda... Tú olor es muy potente y los guardias no me harán caso a mí. – Ragnor nos mete a otro cuarto cerrándolo con seguro.

Mi cuerpo se desgarra por dentro y solo consigo caer de rodillas al piso.

– ¡Ragnor! Por favor... Búscalo. – Mi voz sale entre gritos desesperados y sollozos. Se pasa la mano por la cabeza antes de contestarme.

– En un momento vuelvo, no salgas, no podré detener a los otros alfas si lo haces. – Sale corriendo del cuarto, dejándome a oscuras y retorciéndome en el piso.

Siento como mis ojos cambian y mi cuerpo empieza a crujir. Mi lobo es más fuerte para soportar el dolor.

Cuando termino de transformarme a pesar del dolor, hago el mayor aullido que nunca había hecho.