-Encuentro-

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Cheonan, 13 de Abril de 1988


Curioso por naturaleza, el lobo fue siguiendo los extraños ruidos que su sensible oído captaba, era de noche y a lo lejos podía distinguir mucha luz.

Como si el sol iluminara esa zona, silencioso y precavido se acerco para saciar su lobuna curiosidad, lo que encontró fue a muchos seres humanos, con herramientas raras que no lograba entender.

Alzaban una gran barrera entre su amado bosque y ese lugar, sus dudas fueron resueltas por la hermosa luna, que resplandecía en lo alto del firmamento.

A pesar de que el lobo no lograba hablar, podía entender lo que los hombres decían, había aprendido el lenguaje de los humanos para escapar de ellos cuando intentaban ponerle alguna trampa para poder cazarlo, no entendía porque invadían su territorio, el no lastimaba al ganado, ya que siempre encontraba comida cerca del rio.

Los dioses lo bendecían con buena comida para poder sobrevivir, jamás había tenido curiosidad por visitar esa parte del bosque, por alguna razón algo le decía que debía ir hacia ese lugar.

Sin ser visto el lobo se interno entre la construcción, sigiloso se acercaba a oler y trataba de mordisquear las herramientas para saber a qué sabían. Al parecer construían para alguien importante que venía de la ciudad, no entendía de lo que estaban hablando así que no le tomo importancia, lo que si captaba su atención era el enorme lugar donde la gente salía y entraba, supuso que esa era la "casa" del hombre, era enorme y a pesar de que ya se veía avanzada en su construcción aún había lugares donde era peligroso.

La noche le daba una ventaja porque no podían verlo fácilmente, sin embargo logro captar a un pequeño cachorro humano de cabello castaño que escapaba de ese enorme lugar, los sollozos del pequeño se escuchaban en el silencio del bosque.

El pequeño se alejo con sus manitas cubriendo sus ojos, tratando de limpiar sus ojitos las lágrimas que aún escurrían por sus tiernas mejillas, no comprendía porque quería acercarse para hacer que dejara de llorar y poder lamer sus lagrimitas.

Lo siguió, vigilando que el pequeño no se pudiera lastimar. Su aroma era muy atrayente, de alguna manera era dulce pero no empalagoso, cerró los ojos un momento disfrutando de ese delicioso aroma hasta que sintió caricias en su hocico. Tenía frente a él al cachorro humano, el pequeño lo observaba sin miedo y curiosidad.

Mirándolo fijamente noto con sorpresa sus ojos, pues estos eran de diferente color, el derecho era color azul zafiro y el izquierdo de un tono marrón.

El pequeño tomo con sus manitas su cuello y se abrazo a él, sollozando y susurrando un "ellos no me quielen" o algo parecido, el lobo se quedo quieto, no se movió ni un centímetro mientras duraba el abrazo hasta que el humano comenzó a temblar levemente por el frio.

A lo lejos el lobo escucho los llamados desesperados hacia el pequeño humano, con su mandíbula tomo el suetercito del niño para guiarlo de regreso, lo que no se espero fue que el pequeño tomara su cola para guiarse, esa parte de su cuerpo era muy sensible y se ponía de malas cuando algún niño curioso intentaba tomarla pero para su asombro, que aquel cachorro humano la tomara de manera suave lo tranquilizaba de alguna manera.

Caminaron en silencio, sin poder evitarlo el lobo se detuvo para poder mirar al pequeño, acerco su hocico a sus mejillas para limpiar los rastros de lágrimas, el niño se rio mostrando sus blancos dientes, curioso por la tierna mirada del humano dio lametazos a sus ojitos rojos por el llanto.

Un jadeo de sorpresa salió de la boquita del pequeño, este se acerco al lobo acariciando suavemente sus orejas y dejando un besito en una de ellas se alejo corriendo a los brazos de su padre que lo cargo para llevarlo a casa.

El lobo se quedo unos segundos mirando como aquel pequeño humano se alejaba, se interno en el bosque y aulló a la luna sintiendo la alegría de conocer al tierno humano y la tristeza de alejarse de él.

El aullido del lobo fue escuchado solo por aquel pequeño castaño.

El lobo se acercaba sin ser visto para volver a ver al cachorro humano pero sus intentos fueron en vano, por lo que pudo escuchar de los hombres el padre del pequeño decidió irse a la ciudad por asuntos de negocios.

El lobo miro a la luna preguntándole si lo volvería a ver, la diosa luna alumbro un pequeño sendero que guiaba a una casa del árbol hecha por la naturaleza, no por el hombre, ya que solo un animal podría escalar hasta ella.

Con el pasar del tiempo, el lobo recordaba el dulce aroma de aquel cachorro humano, vigilaba aquella "casa" para saber si el pequeño regresaba.

Sabía que los cachorros humanos no se quedaban de esa forma durante mucho tiempo y noche tras noche miraba a la luna pidiéndole por la buena fortuna de aquel pequeño castaño.


Durante días la luna se oculto tras las nubes, no sabía porque la diosa se ocultaba de él, esa misma noche la luna se asomo en todo su esplendor iluminando el camino de un auto rumbo a la mansión del señor Cho.

El lobo curioso por tanto ruido se despertó caminando sin prisa rumbo a la "casa" como él llamaba, grande fue su sorpresa al observa a cierto joven castaño.

Al inicio dudo que fuera él pero por inercia el pequeño joven miro en la oscuridad del bosque tratando de encontrar algo y ahí confirmo que era aquel pequeño humano, sus hermosos ojos lo confirmaban.


My lonely wolfWhere stories live. Discover now