2. Cigarrillos

34 2 0
                                    

Tomé un cigarro pensando que eras tú, a quien llevaba de mi mano.
Lo subí hacía mi boca, lo encendí en busca de tus labios... Inhale despacio, sintiendo que el humo era tu aliento recorriendo cada parte de mí, cada parte de mi pequeño espacio haciéndome daño.
Aún queda una botella de alcohol, algunos cigarros y el temor interminable de no saber lo que ha sucedido con lo nuestro.
Madrugada, acabo de fumarme el último cigarro de la pequeña cajetilla, me supo a ti. Fume hasta lo último del cigarro, hasta donde quemaba, no quería que se acabará, fume hasta donde dolía, aún tenía esa gran satisfacción de que seguía entre mis dedos...
Acabo de terminarlo y no pienso encender otro, quedarme con ese sabor que me dejo, el recuerdo de la adición involuntaria que una misma, hace propia.
Debería dejar de fumar, debería dejar de pensar en ti y en tu maldita sonrisa, pero me encuentro en el punto mágico, tan mágico donde lo mismo que me hace respirar es lo mismo que me consume la vida y me va matando poco a poco.
Me negaría a soltarte aunque ya no estuvieras aquí.

Me duele apagar el último cigarro, pero el humo gris no sellara despedidas con olor a tabaco.
Se acabó.

Pensamientos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora