Capitulo 22

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Luego de tomar nuestras mochilas nos dirigimos fuera de la habitación. Hoseok me pidió que me quedara afuera en lo que se despedía de sus padres, se veía tan serio que me dolía demasiado por lo que no hice mucho más que seguir sus indicaciones.

 Estuve cerca de quince minutos esperándolo, el frío comenzaba a calarse por mis huesos y el invierno se volvía crudo en esa noche donde todo lo que había ocurrido comenzaba a desaparecer. Decidí adentrarme, estaba muriéndome de frío y no tenía siquiera una campera. Quizá entrar a su casa fue el peor error que cometí. Los gritos provenientes de la sala me pusieron en alerta y aunque mi cabeza continuaba gritándome que me alejara, mi corazón pedía a gritos que interviniera, no podía dejar que alguien ponga mal a Hoseok. No si yo estaba allí para defenderlo.


— Estoy cansado —susurró Hoseok, su semblante estaba serio y se encontraba masajeando su sien.

— Óyeme una cosa Jung Hoseok, no pienso permitir que pongas a nuestra familia en boca de todos ¿Comprendiste? —su madre lo señalaba con su dedo índice La expresión de ella era incluso más aterradora que la de Hoseok. Ella siempre era amable y risueña, siquiera podía imaginar porque se encontraba así de alterada. ¿Poner a su familia en boca de todos? ¿Qué diablos significaba eso? Jung Hoseok era un artista reconocido, no tenía sentido. Una risa seca, ronca, salida desde lo más profundo de las cuerdas vocales se oyó, era como si un pequeño gruñido se hubiese presentado. La cara de Hoseok era un completo acertijo, sus labios estaban torcidos en una mueca espantosa muy contraria a una sonrisa, mucho menos una sonrisa de él.


 Volvió a reír y alzó su vista hacia la señora Jung, parecía tan desafiante, tan corajudo, en sus ojos encontrabas un ápice de furia, no eran esos ojos esperanzadores, llenos de amor y vida, era una mirada sombría, pero a la vez podía verse que estaba tan roto por dentro, y aquello me hizo flaquear. ¿Por qué estaba tan destrozado?

— Entiendo... madre —enfatizó la última palabra alzando una ceja.— No voy a arruinarlo. Sulli es mi esposa, la luz de mi vida, yo nunca la dejaré, por nadie. —se puso de pie y comenzó a alejarse hacia el despacho de su padre. — Eso quieres oír ¿Verdad? Ahí lo tienes —finalizó.


— ¡Hoseok! —gritó pero él no volteó. Seguí la espalda de Hoseok hasta que se perdió de mi campo de visión, vi como la madre de él hacia un pequeño berrinche solo para terminar yéndose a su habitación, y yo solo pude retroceder lentamente hasta que mi propia espalda impactó contra una pared. Cubrí mis labios con ambas manos y estuve tentada a dejarme caer de rodillas contra el suelo, pero no podía hacerlo, así que con todo el esfuerzo que pude obtener y desde lo más profundo de mi dignidad, abrí la puerta y salí. Cuando el helado viento impactó contra mi rostro, cuando el aire ya no me ayudaba a respirar, cuando mis manos se vieron empapadas de mis lágrimas, justo en ese momento me permití sollozar. Las palabras de Hoseok resonaban en mi cerebro una y otra vez, me paralizaban, me hacían jadear. Quise gritar, patalear, maldecir, pero solo podía llorar. Entonces todo fue una mentira, este viaje, las cosas que hicimos, eran solo un espejismo, él no me amaba, ya no, su corazón le pertenecía a su esposa y nunca la dejaría. Los sollozos se hacían cada vez más audibles, quería que la tierra se partiera en dos bajo mis pies y me arrastrara hacia el abismo. ¿Así se siente uno cuando le parten el corazón? ¿Este es el sentimiento de cuando le roban el alma? Porque si la respuesta es afirmativa entonces no los quiero, no quiero ni mi corazón ni mi alma, porque ellos eran de Jung Hoseok, y ahora ya no existen.

 
Él salió de su casa en ese momento, limpié mis lágrimas antes que lo notara y comencé a caminar. Seguía mis pasos y ninguno se atrevió a decir algo. Cuando llegamos a la estación, compramos los boletos de vuelta a Seúl y apenas puse un pie en el bus, me quedé dormida. No quería hablar ni verlo o me pondría a llorar, solo quería llegar a casa, abrazar a mi madre y que me dijera que el dolor que sentía pronto iba a pasar. Un leve toque en mi brazo y un corto susurro diciéndome "Ya llegamos" me hizo abrir los ojos, la noche parecía resplandecer en la ciudad. Me permití suspirar antes de bajar del bus, todo lo que habíamos pasado, las cosas hermosas, todo quedaría en el pasado en cuanto pusiera un pie en Seúl, y aunque no quería que nada se terminara, debía seguir mi vida. Seguí a Hoseok, tomamos el primer taxi que vimos y él le indico una dirección que no alcancé a oír al taxista. Luego de unos treinta minutos finalmente llegamos, y luego de todo ese tiempo recién caí en la cuenta de donde estábamos. Alcé una ceja y miré a mi acompañante con la mirada más interrogatoria que jamás había dado. 

Todo Cambio.«Jhope&Tu» [2da Temporada/CVTuG?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora