CAPITULO 2

5.1K 571 20
                                    

-Ese no es un corte normal, no fue una herida causada por algún accidente ¿Cómo te cortaste? –murmuro Alan sin poder dejar de ver la cicatriz, no se equivocaba, en muchas oportunidades se había visto obligado a atender cortes así, parecía haber sido hecho por un cuchillo, estaba casi seguro. Sara al ser consciente de lo que él acababa de ver, rápidamente intento bajar la blusa, pero el dolor en su espalda la detuvo, fue un golpe fuerte.

-No le interesa, ni siquiera debería haber subido mi blusa solo ayúdeme a levantarme y lárguese de mi casa que si no lo vuelvo a ver seria la mujer más feliz del mundo –él no pudo evitar preocuparse, ella le estaba escondiendo algo, algo grave, pero no quería importunarla, suficiente había hecho con causarle una caída tan fuerte, era un completo idiota y debía resarcir su error, era médico y tenía que hacer uso de ello.

-Lo lamento, no debí preguntar, pero debo revisarte ese golpe, fue una bestia y pude haberte hecho daño, déjame revisar tu espalda, por favor –Sara lo pensó por un momento, el dolor era fuerte pero seguro que no era algo de preocuparse, sin embargo, si él la revisaba ya luego no tendría que ir al médico, odiaba estar en un hospital, suspiro.

-Bien, pero hazlo rápido –se movió un poco hasta quedar boca abajo, tomo un profunda respiración y cerro sus ojos. Alan estuvo a punto de golpearse a sí mismo, sus manos estaban temblando y tenía miedo de ver su espalda, estaba comportándose como un completo imbécil, será mejor que se comporte.

Subió su blusa tanto que pudo ver su brasier blanco y llenándose de valentía, lo soltó, casi salta de la alegría al ver que ella no renegaba; sus manos intentando calentarlas un poco para luego ponerlas sobre su piel, tan suave como la imagino, además que el dulce aroma que desprendía era embriagante. Tomo una respiración profunda y empezó a moverse; con sus dedos, presiono en ciertos puntos cerciorándose de no haber causado ningún daño, para luego hacer un pequeño masaje y relajar el musculo, no era nada de gravedad, fue solo el golpe, un poco de descanso y el dolor desaparecerá.

-No es nada grave pero te recetare una crema para que apliques en la mañana y en la noche, eso desaparecer el dolor, tampoco creo que forme algún hematoma así que no hay de qué preocuparse, mi estupidez no dejara consecuencias –dijo mientras seguía moviendo sus manos en la blanca piel de la dama.

-Bien, y ya que el dolor ha disminuido considerablemente, agradecería que vuelvas a poner mi brasier en su lugar y bajes mi blusa, ¿Puedes hacerlo verdad? Seguro que así como puedes quitarlo con tanta facilidad, puedes volver a ponerlo –respondió Sara, aunque el masaje era considerablemente delicioso, no podía olvidar quien era él y lo mejor es alejarse y mandarlo al infierno.

-Solo deja que te ayude a levantarte –abrocho su brasier y bajo su blusa, ella giró y él, tomándola por la cintura, la ayudo a ponerse en pie, pero en cuanto se levantó, alejo sus manos de su cuerpo de un fuerte tirón,.

-Bien, se lo agradezco, puede enviarme la orden para crema por correo o puede que luego pase por ella al hospital, ahora, largo de mi casa –sacudió su jean y su blusa a pesar de saber no estaba sucia, estaba sobre la manta, era imposible llenarse de pasto o tierra, pero era la mejor forma de evitar mirarlo. Alan suspiro.

-Lamento lo que hice Sara, no debí lanzarte al suelo de esa forma, de verdad pensé que había algo bajo la manta que amortiguara tu caída –debía disculparse, al mejor por ello, fue un gran error por su parte y acababa de pagar por su estupidez, pudo causarle un gran daño.

-Ahora no importa, las consecuencias de ellos no son nada comparadas con lo que me hizo, me engaño, por su culpa, mi amiga está allí adentro lidiando con un esposo que lo único que le ha causado es tristeza, ¿Acaso no se le ocurrió pensar que Scarlett no quería ser encontrada? No, claro que no, usted es solo un idiota que simplemente no pensó en las consecuencias que podían tener su intervención, así que no quiero seguir viéndolo, largo, salga de mi casa, y si puede llevarse a su amiguito pues mucho mejor –lo miro y se cruzó de brazos, su mirada estaba llena de odio y rencor, cualquiera que la viera seguro que imaginaria algún daño realmente grave e irreversible.

Huyendo del amor - CAPITULOS DE MUESTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora