Ese día, Sara se había puesto uno de los mejores conjuntos de ropa interior que tenía, la mayoría de ella era de encaje, sí, pero no eran tan sensuales, eran más bien normalitos, pero ese día tenia puesto un conjunto de encaje color blanco que podría matar a cualquier; el brasier era strapless, pero en los bordes tenía unas pequeñas decoraciones que sobresalían de la copa y la transparencia que ofrecía sobre la piel era reamente hermosa, al igual que el panty, y ya que Alan quería jugar, pues ella va a participar, a ver quién termina peor, después de todo, para ella no sería difícil esconder la excitación, para él sí.
Alan, con manos ligeramente temblorosas, tomo la cremallera y la bajo lentamente, y aunque en un principio intento no mirar su cuerpo fijando su mirada en algún punto del techo, termino con los ojos pegados en ella, a medida que su piel iba quedando al aire, su respiración se aceleraba, su suavidad, su olor y esa ropa interior estaban a punto de acabar con él.
Cuando la cremallera llego a su fin, Sara metió sus manos entre la prenda y con un par de movimientos de cadera fue impulsando la presta hasta caer al suelo, pero para él, verla así, fue casi que su sentencia de muerte, era una diosa, una sirena, Dios, ni siquiera podía pensar en una palabra que pudiera definirla o describirla, todas se quedaban pequeñas, la que más se le acercaba era "perfección".
La dama empezó a caminar por la habitación con total tranquilidad como si estuviera buscando todo lo que necesitaba para cambiarse de ropa, aun cuando la maleta con todos sus objetos estaba sobre la cama, era un paseo innecesario, pero la cara de dolor de su observador lo valía, la complacía, de verdad parecía estar sufriendo, eso pasa cuando se juega con fuego, es muy fácil quemarse; en ese momento no pudo evitar pensar en una de las lecciones de su profesor de economía de la universidad, "relación costo – beneficio, a mayor riesgo, mayor ganancia", cualquiera es capaz de jugar hasta con un dinosaurio carnívoro si las ganancias son considerables, entonces, ¿Cuál es su propósito al hacer esto? Porque no es como que vaya a conseguir mucho haciéndola desnudar frente a sus ojos, no conseguiría más que un buen calentón, ella no pensaba hacerse cargo de la erección en sus pantalones, eso está más que claro.
Cuando vio que Alan apenas si respiraba mientras sus ojos estaban fijos en su cuerpo, fue hasta la cama y abrió la maleta, saco la blusa de tirantes y el pantalón que había traído, ambos se ajustaban perfectamente a su cuerpo, los había comprado pensado que algún día iría al gimnasio pero si instinto hambriento no se lo permitió; había traído un saco que era considerablemente enorme, parecido al que uso el día que él estuvo en su casa, pero ahora empezaba a replantearse la posibilidad de ponérselo, empezaba a gustarle aquello de torturarlo, solo había un problema: a este paso, no iban a terminar nunca el discurso.
Se sentó sobre la cama y mirando al doctor con una sonrisa burlona, puso las manos en su espalda tomando la parte trasera de su brasier entre sus manos, solo hacía falta un simple y pequeño movimiento para desabrocharlo, nunca fue muy amante de las varillas y las copas del sostén, prefería estar sin nada y aunque él no lo supiera, no se iba a desnudar así porque si, solo quería provocarlo; cuando él entendió lo que pretendía, su rostro se puso completamente pálido.
Alan no lo podía creer, desde el mismo instante en que la conoció se fijó en sus maravillosos pechos, era hombre, fue inevitable no hacerlo, hacia parte de su naturaleza, y desde ese mismo instante empezó a soñar con tenerlos libres y en plena disposición para él, disfrutar de su tacto, besarlos una y otra vez, ver como su rostro se des configuraba con el placer que podían generarle un par de caricias en los puntos correctos, pero ver que ella estaba a punto de acabar con él lentamente al cumplir su sueño, no supo que hacer.
Por un momento pensó en girarse, no mirarla y correr a darse una buena ducha con agua fría, aunque seguro que aquello poco podía hacer para solucionar el problema entre sus pantalones; también se planteó la posibilidad de quedarse viendo hasta perder los estribos y abalanzarse sobre ella como un lobo hambriento completamente loco por apoderarse de su presa, bien diría su madre: "víctima de su propio invento".
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Huyendo del amor - CAPITULOS DE MUESTRA
RomanceA veces, huir, puede convertirse en la mejor decisión, pero pocos son capaces de alejarse del amor. Alan es un joven y apuesto doctor que no tiene intención alguna de sentar cabeza y buscar matrimonio, es de los hombres que prefieren disfrutar y dej...