Sara salió corriendo escaleras arriba y no se detuvo ni siquiera cuando al toparse con Elliot estuvo a punto de chocar contra él y caer al suelo, pero por suerte, luego de equilibrarse rápidamente, fue hasta su habitación y se encerró en ella, fue hasta su cama, tomo una de sus almohadas y abrazándola, se acurro sobre las cobijas y cerro sus ojos con fuerza intentando eliminar de su cuerpo y de su mente todas las sensaciones y recuerdos que le provocaron el profundo y apasionado beso que Alan acababa de regalarle, nunca llego a imaginar que uno de los hombres que más odiaba en su vida pudo lograr que su cuerpo temblara con tanta violencia, que su corazón se acelerara hasta parecer casi una vibración y que sus labios rogaran por otro acercamiento, sus brazos y manos se morían por acariciar su masculino cuerpo, desear con tanta fuerza otra de sus caricias la trastorno, no sabía cómo manejar la situación, nunca llego a pasar por situación similar, no sabía cómo comportarse, como evitar lanzarse a sus brazos y no rogar por sus besos, es definitivo, se estaba volviendo loca.
Abrió sus ojos y fijo su mirada en la pared de su habitación, era de un verde menta muy suave, el techo estaba pintado de azul cielo y el cubre lecho de su cama, azul, siempre le encantaron esos tonos, según ella, eran relajantes y femeninos, pero hoy, al verlos, lo único que se le venía a la mente era un apuesto médico que la miraba fijamente, sus ojos estaban llenos de deseo, sus labios la buscaban, suspiro, tenía que olvidarse de todo a como dé lugar, no podía olvidar que lo único que ese hombre podía provocarle era odio.
No era el primer hombre que la besaba, claro, puede que ni siquiera sea el último, pero ni el amante más experimentado que paso por su cama provoco que sus piernas flaquearan y casi cedieran a su peso, lastimosamente, tenía muchas experiencias con las que compararlo y aun así, a pesar del odio y la repulsión que debería sentir, no sería capaz de negarse si volvía a tomarla de la cintura y la besaba.
Gruño y lanzo la almohada contra la pared, era como si su propio cuerpo la estuviera traicionando y con su peor enemigo, pero seguro que no tendría que volver a verlo, mucho menos toparse con él, no había razón, después de todo, Scarlett ya se había re encontrado con su esposo y era poco o nada lo que podía hacer.
¡Scarlett! Sara solo esperaba que todo haya terminado bien para su amiga, seguro que pronto se lo contaría todo; sabía que Scar amaba profundamente a su esposo así como él la amaba ella, es completamente inevitable que ellos tengas su felices para siempre, lo merecen, están hechos el uno para el otro y tienen la familia más hermosa del mundo, lo único que podía desearles es mucha felicidad en los años venideros.
Se levantó de la cama fue hasta una de las ventanas, la que tenía vista a la estrada de la casa, desde allí pudo ver cuando Alan y Elliot caminaban hasta su auto y luego de subir, desaparecían a lo lejos en la avenida, estuvo tentada a correr, buscarlo y rogar por algo que temía conocer, pero justo a tiempo, como si el mismísimo cielo estuviera de su lado, un suave toque en la puerta de su habitación la trajo de vuelta a la realidad y evito que cometiera tal error. Fue hasta la entrada, quito el seguro y abrió la puerta, encontrándose a su mejor amiga con una enorme sonrisa en sus labios.
-No me digas, ahora tendré que vestir de rosa en tu boda, ¡No me castigues así! Sabes que odio ese color, ¿Qué tal el azul? Ese tono perfecto con mi piel –dijo Sara con diversión al mismo tiempo que acaricia la piel de su brazo, su piel era de un moreno muy suave, no era blanca leche, era más bien de un blanco ligeramente bronceada, le encantaba el tono de su piel, además, necesitaba distracción.
Scarlett soltó una carcajada, entre en la habitación y cerró la puerta, tomo la mano de su amiga, la llevo hasta la cama y se sentamos en el medio de esta la una frente a la otra con las piernas cruzadas.
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Huyendo del amor - CAPITULOS DE MUESTRA
RomanceA veces, huir, puede convertirse en la mejor decisión, pero pocos son capaces de alejarse del amor. Alan es un joven y apuesto doctor que no tiene intención alguna de sentar cabeza y buscar matrimonio, es de los hombres que prefieren disfrutar y dej...