Huyendo del amor - CAPITULOS DE MUESTRA

CAPITULO 5

Sara gruño y a fuertes zancadas fue hasta fue hasta la cocina, necesitaba un poco de agua, seguro que eso debía ser traición, debía averiguar se podía juzgar a su madre por ello, era imperdonable, ella era su hija, debía preferirla por sobre todo, es más, si ella le decía que ese hombre lo único que mereces es veneno pues ella ya debería estar buscando la forma de acabar con él, eso era apoyo.

Le dio un largo trago a su vaso con agua y respiro profundo, lo peor es que si su madre se llegaba a enterar del beso que se dieron en el jardín o de las insistencias de Alan por molestarla y volver a besarla, seguro que encuentra la forma de traerlo a vivir a casa y hasta empieza con los preparativos de la boda, ella siempre ha soñado con tener nietos pero sus dos únicos hijos no parecían dispuesto a ello, su hermano tenía una novia pero por lo que había escuchado, un bebe no está entre sus planes, y ella, bueno, ella no tenía ni quien le hiciera un hijo, además no se sentía preparada para dar un paso tan grande e importante.

Luego de recuperar su vida, no fue capaz de volver a confiar en un hombre, si hasta prácticamente les huía, todo aquel por el que llegaba a sentirse mínimamente traía simplemente lo alejaba, y de forma permanente, aunque su madre y su padre le repitieran una y otra vez que todo estará bien y que llegara el hombre indicado, que no todos son malos, Sara prefería continuar sola, estaba mucho mejor así.

Es una lástima que la poca experiencia que tenía en aquello de tener novio y hacer el amor haya terminado tan mal, los recuerdos eran insoportables y los miedos demasiado grandes como para poder ignorarlos, y siendo sincera, en eso se estaba convirtiendo Alan, en su mayor tentación, en su mayor temor, su cercanía la afectaba de alguna forma y no se sentía preparada para lidiar con algo así, mejor se quedaba soltera por lo que le quedaba de vida y adoptaba unos 5 cachorros, los gatos no eran de su total agrado.

Dejo el vaso vacío en el platero y fue hasta una de las estanterías más altas de la alacena, la abrió y tomo un pequeño frasco de color negro y sin etiqueta, ahí estaba el secreto de su éxito, de su buen humor, de su alegría, hasta de su vida.

-Vale, no me envenenes, por favor, prometo ser un buen hombre –ella se giró hacia la puerta y lo miro con el ceño fruncido– el frasco –explico él–aunque soy médico, no puedo atender un envenenamiento a mí mismo, causaría mi muerte inmediata, si quieres acabar conmigo al menos hazlo a besos, por un beso como el que me diste aquella noche en el jardín hasta me dejo asesinar, es un precio justo, valdría la pena, seria por una buena causa –Sara, suspiro frustrada, como le gustaría que aquel frasco estuviera lleno de veneno, no sería difícil hacerlo y su conciencia quedaría tranquila, le estaría haciendo un favor a la humanidad.

-¡Te beso! –exclamaron tras Alan; al escuchar esa voz, la joven estuvo tentada a ponerse a llorar de frustración, el universo parecía haber conspirado con el karma o lo que sea que cause el mal en el mundo– Dios mío, ¿Son pareja? ¡Y eres medico! No tenemos médicos en la familia eres bienvenido siempre que quieras, te serviré un poco de tarta, ¿O quieres que te prepare algo en especial? Soy una excelente cocinera –dijo su madre emocionada tomando la mano del caballero y llevándolo hasta el centro de la cocina, lo dicho, estaba completamente fascinada con él, seguro que su cabeza ya hasta estaba llena de vestidos de novia y diseños de tarjetas, incluso hasta puede que tenga en mente un par de nombres para bebes.

-Mama, por favor, tenemos trabajo que hacer, vamos a representar a una de las fundaciones en un evento para donativos, si puedes evitar molestarnos, mucho mejor, seguro que puedes darle la tarta cuando terminemos, espero que esto no tarde mucho, tu –lo señalo–sígueme, el único lugar en que podremos trabajar sin problema alguno es en mi habitación –los ojos de Alan brillaron de emoción pero ella no lo noto, ya le había dado la espalda y caminaba hacia la salida de la cocina.