III

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La obsesión mezclada con la avaricia no es lo mismo que el amor; existe una diferencia tan marcada entre estos componentes, que quien sea incapaz de ver esta diferencia, es una persona verdaderamente estúpida...

Una persona estúpidamente enamorada.

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─ Su nombre completo es Fitzgerald Malt, es el hijo mayor del conde Malt, uno de los nobles más ricos y con gran influencia dentro de la aristocracia de Sommevesle y de los reinos aledaños ─ la rubia chica que presentaba su informe dio una pausa para observar a su interlocutor, quien solo se mantenía viéndola fijamente sin expresión, con su copa de vino a medio camino. Ella lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando el príncipe heredero al trono estaba a punto de explotar él se mostraba exageradamente tranquilo e inexpresivo ─ su riqueza proviene de su compañía, industrias Malta; manejan todo tipo de telas exóticas y de primera categoría, joyas y perfumería, entre otras cosas. Para resumir; manejan todos los gustos de la nobleza y en lo que normalmente las personas ricas tiran su dinero.

La hija del conde Schuberg pudo apreciar como el gobernante de su reino se levantaba lentamente de la silla donde estaba sentado y rodeó su escritorio, que en ese momento se encontraba lleno de papeles, para después dirigirse a la chimenea y lanzar la copa de vino que apenas había probado. El violento sonido de la copa al quebrarse más el avivamiento de las llamas por el alcohol la sorprendió, mas no la asusto, ella no era una debilucha fácilmente impresionable.

─ El conde Malt es una de las sanguijuelas mejor pegadas al duque Yuuki, quien más cosecha beneficios y quién más quiere usarlo como monigote contra mí ─ dijo Kazuto con un tono mortal impregnado en su voz, dándole la espalda a la única persona que lo acompañaba en su estudio ─ Y ahora el malnacido tiene la mirada puesta en mi reina...

─ Tal vez a ese tal Fitzgerald le atrae Asuna-sama ─ después de externar su opinión la chica recibió una mirada de burla que parecía gritarle que no fuera estúpida.

─ Dime una cosa Alicia ─ ella le frunció el ceño en respuesta, sabía mejor que nadie que cuando la llamaba "Alicia" era porque lo había sacado de quicio; desde que ella llegó no había hecho el idiota, así que no entendía el origen de la molestia ─ ¿Por qué esa inmundicia se interesó en ella hasta ahora? Ese maldito conde ha estado tratando de cosechar beneficios del duque Yuuki desde hace años; si tuviese un interés directo en mi reina lo hubiese exteriorizado desde hace mucho.

─ Tal vez porque ella se veía como una mujer ese día en el baile, antes de ese día parecía un ratón amorfo.

─ Otra cosa que le tengo que agradecer a esa condenada duquesa Yuuki, pero no es eso querida; estás actuando como una tonta, dale un uso a esa cabeza tuya y pon a trabajar ese cerebro ─ la hija del conde Schuberg se vio tentada a contestarle con una de sus típicas respuestas cargadas de veneno. Ese era uno de los pocos días en el que ella no estaba haciendo burla de nada, actuando seriamente y, el imbécil real se descargaba en ella, pero se contuvo a si misma; era la primera vez que lo veía de esa forma, si ella no se equivocaba juraría que el pequeño mimando berrinchudo estaba enamorado. El amor era una cosa muy seria para ella; jamás haría uso de ello para sus burlas.

─ ¿Habrá escuchado del compromiso? ─ al ver como la oscura cabeza asentía sin siquiera girarse a darle una mirada, con ambas manos apoyadas en repisa encima de la chimenea, lo cuestionó ─ Pero ¿Cómo podría? Se supone que el duque Yuuki quería mantenerlo en secreto por el momento para dejar que su bebé se adaptara a la idea y yo me encargue de esparcir el chisme hasta el día siguiente; no hay pauta para que se diera por enterado.

Lo que anhelaba el príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora