Capítulo 1

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Los carruajes atravesaban el largo sendero para llegar al reino de Lyendor. Un sitio en el cual destacaba las exquisitas telas y el comercio de alimentos sabrosos. Un lugar muy cómodo y placentero. Se decía que el palacio era una obra de arte hecha por los mejores arquitectos del país, provocando un suspiro de envidia cada vez que veían atentamente los detalles de la estructura, que el parque real contenía cada una de las flores más hermosas nunca vistas por el hombre provenientes de los territorios encontrados por Colón. Según algunos era un palacio para dioses.

Al traspasar los grandes muros de la ciudad, se podía visualizar la torre del castillo mostrando su majestuosidad. La gran reunión entre la sobrina, Bell Gilberton, y el rey, Thomas Him, había sido furor entre las demás ciudades, tanto rivales como confiables. Todo el mundo se imaginaba que el encuentro iba a ser pronto pero al final los días se habían adelantado. Se creía que era un encuentro casual, familiar y normal, pero al perecer el rey tenía sus motivos para encontrase con su sobrina urgentemente.

El primer carruaje había frenado a unos cuantos metros del castillo, antes de llegar a las puertas principales se podía ver una alfombra roja que cubría el suelo de color verde, chiquicientos de soldados resguardando a la familia real y un señor de edad madura con un tapado de leopardo que cubría sus hombros, junto a él sus tres hijos. Uno de cabello rojizo, Brick, uno de ojos verdes penetrantes, Butch y uno con una sonrisa de oreja a oreja, Boomer. La señorita que apenas había tocado el suelo había hachado a correr a los brazos de su familia. Las lágrimas de tranquilidad y de alegría no se hicieron esperar. La joven princesa de cabellos blancos sonrío cómo nunca al ver a sus primos, hacía tanto que no los había visto. Detrás de ella, aparecieron los jóvenes que formaban parte de su corte, la mayoría mujeres. Thomas los recibió con una gran sonrisa, sabiendo que su querida sobrina había tenido un viaje placentero.

—Bienvenida de nuevo, Bell. —murmuró Thomas.

—Es grato ser recibida por ustedes en persona. —sonrío una vez más —Y es más aún salir de mi hogar y llegar a salvo.

—Es mejor que descanses, el viaje fue muy largo. —dijo Brick con una sonrisa cálida.

—Sí... —miró su vestido hecho de seda. —Espero que mi corte sea bienvenida como yo. —dijo al ver a la fiel servidumbre de su madre.

—Claro. —dijo Butch más serio de lo normal al analizar cada una de las personas que vivirían en su hogar.

•••

—Estas serán sus habitaciones por el momento. —dijo un señor con bigote canoso señalando los cuartos y abriendo las puertas.

Burbuja al llegar a su nueva habitación sacó rápidamente un papel y fue al tintero para escribirle a su esposo sobre su llegada. Cody seguramente estaba muy preocupado por no recibir ninguna carta durante catorce horas. Burbuja no había salido nunca de su pueblo pero ya sentía que algo le era arrebatado. Ya había trabajado bastante tiempo en la corte de la reina Annabeth, necesitaba un tiempo para ella y su amado esposo, pero según su alteza todavía tenía que terminar una tarea que llevaría varios meses hasta que se resolvieran los problemas en Feroland, acompañar a la princesa Bell en el reino de Lyendor. Algunas veces pensaba que nunca dejaría de trabajar y que moriría en un castillo hecha una anciana. Que nunca podría llevar una vida de aventuras encerrada en un palacio todo el tiempo. Cuando se casó con el reconocido Duque de Los Neutres pensó que todo cambiaría por acceder a nuevos lujos, sin embargo todo había seguido igual. Sentía la gran necesidad de tener una travesía que le cambiará por completo su mundo.

Princesas por casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora