Capítulo 15

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Bombón fue rápidamente hacia la habitación que compartía con la sirvienta, Burbuja. Se arrepintió al no haber tocado la puerta. Allí estaba Burbuja con lágrimas en el rostro sumida en su pensamientos. Bombón la vio con pena, no tenía una relación estrecha con aquella muchacha pero ella había sido tan amable que era inevitable no sentir pena por ella.

Se acercó discretamente hacia ella y con cautela le tocó el hombro, llamándola. Ella, asustada y sorprendida, se dio vuelta. La vio con alivio pero rápidamente se limpió las lágrimas.

—Señorita Bombón, —pasó una mano por su rostro para verificar que no había rastro de su tristeza. —no la oí entrar.

—No... no se preocupe. Yo no he tocado la puerta antes. —ella vio una carta sobre el escritorio. —¿Se encuentra bien? La veo un poco decaída. —la rubia vio la nota al frente suyo, y luego dirigió su mirada a la gitana.

—Mi familia me envió una carta. Los hecho de menos, y algunas lágrimas han salido. —dijo con una pequeña sonrisa aliviando el ambiente. —No me he acostumbrado a la falta de la familia. —murmuró mientras pensaba en su padre, madre, hermana y... esposo. —¿Usted tiene familia señorita Bombón?

La pelirroja se sorprendió por la pregunta. No esperaba que alguien, que no fuese de su círculo de confianza, preguntara algo privado. Sin embargo le agradaba pensar que ella se interesaba genuinamente.

—Los gitanos somos una familia. —le sonrió Bombón mientras se arrodillaba al frente de la sirvienta. —Pero tengo una madre y un hermano más pequeño, con los que comparto sangre. —le explicó.

—¿Y marido? —preguntó sorprendida. —¿O está comprometida? —preguntó aún más intrigada. Bombón negó con la cabeza.

—Aún no lo estoy. Ningún gitano me ha elegido como su mujer. —se acarició el cabello un poco apenada. Las gitanas solían casarse a una edad muy joven. A penas ellas podían concebir un hijo, los gitanos las pretendían. Bombón ya había cumplido los diecinueve años y aún no estaba comprometida. —Mi apariencia no es de agrado para los hombres de comunidad. —dijo señalando su aspecto. Especialmente los ojos rosas y el cabello como el color del fuego.

—¡Oh! —exclamó Burbuja sorprendida por aquella respuesta. Si ella fuera de una familia cristiana sería de las más preciosas de las mujeres. —¡Pero usted es un encanto! Es tan preciosa y ¡tan encantadora! Cualquier rey o príncipe caería a sus pies. —la halagó Burbuja con una gran sonrisa provocando una sonrisa en la gitana.

—Le agradezco los cumplidos señorita. Pero yo solo espero casarme antes de volverme una anciana. Sería una vergüenza para mi familia. —demostró preocupación al hablar del matrimonio pero ella aún no estaba lista para las responsabilidades de un compromiso.

Burbuja, aún afectada por la carta, se vio a sí misma en Bombón. Hacia unos cuantos meses ella también estaba así de preocupada por su matrimonio. Ahora estaba aún más preocupada que para ese entonces.

Burbuja observó por unos instantes a Bombón. Ella se veía preocupada y también muy sola. No le costó adaptarse al ambiente del palacio pero como a ella, la falta de la familia también causaba tristeza.

—Señorita, ¿le gustaría escribir una carta a su familia? —se animó a preguntarle. —Quizá no pueda ir con su familia pero una carta con noticias suyas aliviará a la preocupación de su madre. —Bombón le respondió con una sonrisa pero luego recordó que su hogar era vigilado por guardias. Esa zona estaba totalmente cuidada y acercarse sería peligroso.

—Agradezco su oferta señorita, pero será imposible para mí llevar la carta hasta mi hogar. Muchos soldados sospechan de mi identidad y no me gustaría poner en peligro a mi pueblo. —Burbuja apoyó una de sus manos en el hombro de Bombón.

—No será un problema si yo la llevo. Todo el mundo sabe quién soy, y nadie sospecharía de mí. ¡Sería perfecto! —Burbuja rápidamente se levantó y buscó papel y tinta. El entusiasmo de la joven sirva contagió hasta Bombón, quién no estaba muy segura del plan. —¡Vamos señorita! No pierda más tiempo. —dijo ayudándola a levantar para sentarla en el escritorio. Bombón sonrió por aquel gesto.

•••

Bellota estaba cambiada con un vestido refinado cuando su padre había llegado a su casa. Le saludó como lo hacía todas las veces, sólo que esta vez él estaba diferente. Se lo notaba distraído por algo.

—¿Todo va bien padre? —le preguntó entrando al escritorio de Francisco. En la mesa había unos planos y algunos libros apilados. Dirigió su mirada rápidamente hacia él.

—No sucede nada pequeña. Solo algunos asuntos en el palacio. —le sonrió. Era cierto que su padre había pasado todo el día en el castillo. —Por cierto, ¿cómo va tu relación con Brick? Espero que solo haya avances. —dijo sentándose en la silla con pieles de animales sobre ella.

Bellota se quedó sin habla por unos momentos. Estaba sorprendida por la pregunta. Pensaba que había olvidado lo que había pasado en la fiesta de bienvenida de la princesa Bell. Esa fiesta había sido una completa farsa.

—Bueno... yo... —empezó a tartamudear.

—Las sirvientes me han dicho que sales mucho últimamente, espero que sea con el príncipe Brick. —arqueó una ceja curioso por el comportamiento extraño de su hija.

—Sí... por su puesto. —mintió tratando de ocultar la verdad.

—¿Acaso no tenía una novia? —preguntó su padre acordándose de las insistencias que había dicho Bellota en la fiesta de Bell.

—No era nada serio. —continuó su discurso. —Hoy salimos desde temprano.

—Eso es imposible. —dijo Francisco confundido. —Él estuvo hoy en la junta de los caballeros.

—Bueno... me refería a después de eso. Nos encontramos después. —dijo tratando que la mentira fuera creíble. —Paseamos un rato y luego nos despedimos porque tenía que hacer unos asuntos...

—¿Te habló de la junta? —preguntó Francisco levantándose de la silla y viendo la biblioteca.

—Por supuesto... Tenemos confianza mutua. Confiamos el uno en el otro. —dijo con determinación y seguridad. Si metía la pata podría empeorar toda la situación. Francisco de acercó a ella. Acarició la parte superior de su cabello.

—Parece que no te lo has tomado mal. —ella asintió. —Me alegra de que haya sido así, me has quitado un peso de encima. —se separó un poco de su hija. —Partiré en unos días. Estarás al cuidado de las sirvientas y, por su puesto, tu amado Brick. —sonrió de lado. —Me llena de orgullo verte con Brick. —Bellota sonrió ante aquellas palabras. Si supiese la verdad ni siquiera orgullo sentiría por ella. —Tendré que pedirte que me dejes unos momentos a solas. Ve a preguntar por la cena. Mañana tengo que estar muy temprano en el palacio.

—Por supuesto, padre. —dijo cerrando las puertas del escritorio luego de salir de allí. Suspiró de alivio cuando se alejó de aquella habitación. No había sido fácil mentirle a su padre. ¡Y más cuando había sido temas del corazón! Ahora tendría que comentarle algo a Brick sobre su nuevo romance.

No perdió tiempo y subió a su habitación. Debía escribir una nota de petición de reunión con él. A pesar de ser su amigo, iba a ser imposible verlo solo si no pedía permiso antes. Escribió la nota rápidamente para no perder más el tiempo. Llamó a uno de sus sirvientes pidiéndole que llevara la nota al palacio lo más rápido posible.

—Y por favor sea discreto. —le pidió al final dandole el sobre al siervo.

Realmente esperaba poder reunirse con Brick antes que su padre mencionara algo sobre su relación.

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Esta vez es un capítulo cortito pero quería que conocieran un poco más sobre todo a Bombón y la situación de las demás chicas.
¿Qué piensan?

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