Capítulo 7

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Otro día más, sí, hoy es el bendito examen de biología, para el que me tuve que despertar a las 5 A.M. para estudiar. Así que la misma rutina de siempre, después de estudiar hasta las 6, me dispuse a bañarme, y a los 20 minutos me encontraba con cara de muerto viviente tomando el café con leche. Nada raro, es un proceso de todos los días. El examen va a tener probablemente todo lo que estudié. Y no estoy para nada nervioso; es más, sé que la voy a romper.

- Querido hijo, ¿podrías apurarte? Ya deberíamos estar en camino al colegio. – Dice mi madre con su "sutileza".

Sutileza digna de un ladrillazo en la cabeza. Pero como es mi madre, debo contestar (como cualquier otro esclavo) de buena manera.

- Ahí voy, madre, estaré en dos minutos en la puerta. – Respondo con la mejor cara de feliz cumpleaños que me salió.

Odio con todo mi corazón tener que ir al colegio de mañana, más cuando hay examen, pero siento que no podría ir de tarde, porque no aguantaría estar ocupado hasta las 5:30 o 6:15 P.M. sin poder hacer nada en ese tiempo más que estar en un colegio que tiene la misma alegría que una cárcel. Pero la vida es así, son cosas que pasan, ir al colegio de mañana, nomás quedan 3 años sin contar este. Así que me apresuro a guardar todo en la mochila, sin olvidarme de mis resúmenes para el examen, y voy hacia la puerta.

Estoy con mis audífonos puestos, con una calidad de sonido similar a la de una obra en construcción, sonidos poco nítidos, con muchos agudos que aturden y con malas frecuencias bajas. Lo que es vivir en la pobreza... Pero, de todas formas, obviamente escucho música de The Beatles. Justo empieza la canción "I'm only sleeping" (en inglés, "solo estoy durmiendo"), que en este momento me representa mucho, porque si me llegaba a ver en un espejo, creo que el espejo se iba a querer suicidar. La cara de dormido que manejaba era infernal.

- Chau, hijo, suerte en el examen. - Me dice mi madre.

- Gracias, Ma. Nos vemos en casa. – Me despido bajando a la vereda del colegio.

No se escuchaba ruido desde afuera, eso ya era un índice de que algo raro pasaba, porque tengo compañeros más gritones que los vendedores de helado de algunas playas en Brasil (y Uruguay también). En la puerta de entrada me encuentro con la señora rectora, que estaba sola, como si estuviera aguardando mi llegada.

- Hola profesora, ¿qué sucede? – Intento hablar formalmente, aunque parezco más un viejo que alguien que trata de usted a alguien.

- Estamos sin agua desde hace 40 minutos, así que hemos tomado la decisión de suspender las clases por el día de la fecha. Lamentamos no haber podido informar, pero a las 7 A.M. la mayoría de alumnos se encontraban viniendo. Hubiera sido inútil, así que lo estamos informando ahora, como podemos. – Me contesta ella con su cara de indiferencia de siempre.

- Ahh, muchas gracias profesora, volveré a mi casa. Que tenga un buen día. – Me despido y giro sobre mis talones.

Yo no puedo creer mi mala suerte, estudié mucho y no hubo clases. Para colmo a esta hora ya debo volverme a mi casa. No traje ni celular para avisarle a mi madre, ni las llaves de la casa. Me siento más estúpido que nunca, es imposible ser tan desordenado. Cosa no tan habitual en mí, pero con esto de la pesadilla, el examen, y el imbécil de Lucas, no puedo concentrarme en ordenar.

Me pongo a hablar con un amigo para organizar un encuentro en la tarde. Este amigo es francés, se llama "Robert", que podrá parecer un nombre inglés, pero sin embargo él es francés. Nos conocimos en las clases de inglés de la academia, él vivía en París, hasta los 9 años, y había nacido en la ciudad de Niza. Como va alrededor de 5 años viviendo acá y, por lo tanto, hablando español, es una cruza rara y un poco graciosa. Lo típico, suele pronunciar las "R" con un sonido similar a una "g". Cuando se enoja empieza a decir que no le "ggompan las pelotas". Yo no puedo explicar lo gracioso que es escucharlo así. A él no le molesta que le digan nada al respecto de esto, ya está acostumbrado.

Robert me dice que puede venir a casa a las cuatro de la tarde. Eso es genial, así que espero con ansias esa hora. Mientras tanto, ya se hicieron las 11:50 A.M., mi madre está a punto de llegar. Así es, llega 20 minutos más tarde, pero con ganas de cocinar, cosa poco común en ella. Esta vez hizo algo mejor que la típica sopa, hizo unos "ravioli" ("ravioles" en italiano) de espinaca, los cuales eran geniales. Comí dos platos enteros, luego me acosté a dormir la siesta. Y me levanté a las 3:40 P.M., por suerte antes de que llegue Robert.

A pesar de que Gabriel es mi mejor amigo, Robert no se queda muy atrás, siendo un amigo que conozco hace más tiempo, pero no somos tan cercanos. No nos conocemos muy a fondo, tanto que no me acordé que él suele llegar 10 minutos antes, y yo salí a las 4 a abrirle.

- Peggo estuve tocando el timbgge de mieggda media hogga. – Empieza a quejarse cuando me ve.

- Oye, calma, amor y paz... A ver, decí "amor". – Le pido.

- Amogg. – Intenta.

- No, "amorRR". - Le digo marcando la "RR".

- Foggo de mieggda, caiate. – Me dice.

Olvidé mencionar que aprendió un español que se habla en España. Así que dice todas las "ll" o "y" como "i". Además, dice "Grazias", porque la "C" y "Z" se pronuncian de esa manera.

Luego de horas, se va. Pasamos una tarde medianamente buena, tomando mate, escuchando música y charlando. Y estoy exhausto, como de costumbre, así que voy a repasar lo de biología, comer, y dormir.

Luego de la asquerosa sopa, me duermo.

En un momento empiezo a oler un olor raro, tanto que me despierta. Es olor a pescado. Abro los ojos, y entiendo muchas cosas. Estoy en el puerto de mi ciudad. No sé ni cómo llegó mi cama aquí, pero solo veo que adelante mío hay un reloj gigante que marca las 3 A.M.

Dreams are Only DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora