Si lo que quieren es una explicación de cómo, cuándo y por qué llegué ahí, solo les podré responder que ocurrió mientras dormía. La razón no la conozco, y menos conozco el método que habrá utilizado para transportarme quien me trajo hasta este punto.
Me parece que lo correcto en este caso, es explicarles algunas cosas más sobre mí. Una cosa muy importante, más que nada en este momento, es que no sé nadar. Nunca me interesó aprender a hacerlo, y jamás me vi totalmente obligado a tomar clases de natación. En esta situación, ya que me veo flotando en mi cama a la mitad del río, me sería de total utilidad poder transportarme, pero me veo obligado a quedarme quieto y esperar por ayuda.
Y así fue. Esperé mucho rato, y llegó una lancha que pasaba cerca. Era un hombre de aspecto amigable, quien parecía tener una edad de 40 años, que me ayudó a llevar mi cama hasta la superficie.
- ¿Cómo llegaste acá? – Me pregunta alegremente.
- No sé, realmente, no sé. – Le contesto, todavía confundido por la situación.
- Ah, es normal, en mis tiempos solíamos hacer bromas peores, más que nada cuando iba a la facultad. – Me contesta riéndose. – Acostumbrate, hijo.
- Gracias por la ayuda. – Intento demostrar mi agradecimiento.
- No es nada. – Me dice. – No estaba haciendo mucho que digamos por acá, solo paseaba un rato.
- ¿Le gusta navegar? – Pregunto curiosamente.
- Antes solía ir a otros lugares con mi lancha, pero ahora me dedico a quedarme en el río de la ciudad, cómodamente, así puedo pasar más rato con mi familia, y puedo volver más rápido a casa. – Explica.
- Eso debe ser muy lindo, realmente. – Contesto.
- Sí, me gusta la tranquilidad. – Comienza a decir. – Es lo que me saca de la rutina, y me hace vivir felizmente, y, como dijo Gandhi, "Ante las injusticias y adversidades de la vida... ¡calma!".
- Interesante. – Contesto yo, asombrado del contexto en el que me encontraba.
Estaba con un hombre que me rescató del río, donde estaba flotando en mi cama. Para variar, este hombre me citaba frases sobre temas de los cuales hablaba, y se veía bastante tranquilo y poco preocupado.
Más tarde, me despedí, volviéndole a agradecer la ayuda que me había dado. Volví a mi casa. El sol ya había salido, pues eran las 9 de la mañana. Mi cabeza explotaba. Qué pensaría mi mamá, cómo explicaría la situación al resto, si lo único que conocía era cómo salí del río, y no cómo llegué hasta allí,
Llego a mi casa. Mi mamá no estaba. ¿Qué habrá pasado? No tenía ningún mensaje ni llamada de voz perdida en el celular. Todo demasiado normal para como estaban las cosas últimamente. ¿Dónde está mi mamá? ¿Habrá hecho la denuncia policial? ¿Quién me llevó hasta el río? No podía contestar ninguna de esas y muchas más preguntas que me hacía constantemente.
Mejor voy al colegio, y trato de disimular lo que pasa, aunque no entienda nada en lo que va del día. Llego a las 9 y media pasada.
No había nadie.
¿Cómo no me di cuenta? El martes había asamblea docente, por lo que entrábamos a las 10 y media. Por eso seguro mi madre ni se fijó si yo estaba, ya que siempre se va antes, esperando que yo me levante solo tipo 9, o 9 y pico. En la escuela se viene otro día aburrido, obviamente, con materias aburridas, inútiles, como de costumbre, pero no tengo mucho más que hacer, así que no me queda otra.
Matemáticas, una de las materias más pasables, fue lo que tuvimos en el "primer" módulo, que era el tercero, pero por la asamblea, este se convertía en el primero. Lo bueno de esta materia, una de las cosas, es que los exámenes casi ni contienen teoría, y es puro pensamiento lógico, por lo que son exámenes prácticos, para los cuales no debo estudiar, solo practicar. No quiero decir que no me guste estudiar, sino que... Bueno, lo admito, no me gusta estudiar para nada.
Por cierto, no les presenté a mi otra gran amiga de mi curso. ¿Su nombre? Isabela. Ella destaca en una cosa que no sé si categorizar como algo bueno, o como algo malo, pero no sé. Yo diría que es bueno que sea tan mala en esto. Lo que más hace ella, es contar chistes, los cuales son muy malos, hasta hacerte reír de lo paupérrimos que pueden llegar a ser estos.
Hoy se veía de buen humor, bueno, difícilmente la vas a encontrar de otra manera, siempre tirando chistes para todos lados, riéndose, hablando, y, sobre todo, con mucha energía, incluso los lunes a la mañana. Es de esas personas que siempre ves con energía y alegres, y no entendés cómo están así tanto tiempo.
Se acercó a mí, con una cara de felicidad que sé qué significaba. Lamentablemente, siempre supe qué significa esa cara.
- ¡Tengo más chistes! – Me gritó alegremente al llegar junto a mí.
- ¿Alguna novedad? – Le digo indiferentemente.
- ¡Estos son mortales! No te los podés perder, en serio, estos vuelan. – Dice.
- A esta altura de la vida, creo que puedo vivir sin tus chistes. – Le contesto esperando que no cuente ninguno.
- ¿Por qué el tomate no toma café? – Pregunta esperando mi respuesta con una cara de felicidad y ganas de rematar.
- Escuchame, todo bien, pero jamás me puse a pensar en qué toman y por qué lo hacen los tomates. – Le respondo.
- ¡Porque toma-té! – Se empieza a reír muchísimo.
- Uy. – Contesto poniendo los ojos en blanco y sacudiendo la cabeza.
- Es buenísimo, ¿entendiste? Tomate, toma-té. – Se reía cada vez más.
No hay nada más triste en mi opinión que tener que explicar un chiste que sea así de malo, porque, aunque todos lo entendimos, la persona se preocupa por explicar el chiste de todos modos. La quiero mucho de todas formas, siempre me contagia la alegría, y por lo menos, escuchar esos chistes es mejor que estar flotando en el río sobre mi cama.
Al terminar el módulo nos avisan que la profesora de la siguiente materia se encontraba ausente, y que por ese motivo nos íbamos a retirar a las 12. Fui por un módulo al colegio, pero valió la pena. Salgo por la puerta delantera, y hay mucha gente.
De repente, veo a alguien cuyo pelo me parece conocido.
Gabriel.
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Dreams are Only Dreams
Teen FictionSoñar es ver la vida de otro modo, pero no siempre es el modo que nosotros desearíamos...