Capítulo 140:

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  ¡Buenas noches! Ya llegué a traerles un poco de alegría a sus vidas C: Era hora de que les trajera el primer capítulo de este fanfic en el 2018. Lamento la demora, pero andaba corta de ideas y también el vicio de los videojuegos me consumió la poca alma que todavía me queda :'v Y para quienes también leen Guilty Pleasure, paciencia, estoy pensando en el siguiente capítulo que ya es el penúltimo (porque soy especial y ya escribí el final XD). ¡Pero mientras actualizo esa, disfruten mis amadas lectoras! Y nunca lo olviden, Hadrien es amor y es quien le da sabor a este fanfic.

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Debieron de haberse percatado de que todo sonaba demasiado bien para ser real. Debieron haber sospechado más del organizador y de quien estaba ayudándole a realizar aquel evento. Sin embargo, su ingenuidad y ansía de la victoria los llevaron a ignorar las señales de alarma que había y por ello, terminaron sin vencedor y con una serie de traumas agregados a su ya dañada existencia.

—N-No...más...No más...perros...por favor...—es todo lo que balbuceaba Kagami tras haber sido sacado de un centro de concentración canino en el que fue al dar después de haber sido perseguido por un gran danés mientras Amaya trataba inútilmente de detenerlo.

—Necesitará mucha terapia después de esto —Amaya era ahora, literalmente, la almohada humana que abrazaba el pelirrojo para liberar el estrés emocional del que era víctima. Una escena que resultaba graciosos para muchos.

—No quiero saber en qué fuimos bañados...—Kise, el compulsivo de lucir bien a cada momento, no dejaba de limpiarse con una esponja. Lo que fuera que cayó sobre él y Ju en el instante en que entraron al templo para luego resbalar hacia el fondo, era demasiado pegajoso y apestaba a especies con ajo—. ¡Esto no va a salir!

—Tan siquiera tú tienes el cabello corto, pero yo...—claramente ella sufría más por aquella trampa en la que cayeron—. Y al final valió para nada. Porque ese no era el templo al que debíamos llevar el amuleto.

—No hablen de tortura cuando no estuvieron en mis zapatos esta noche —Midorima estaba con las venitas saltadas. Su amuleto de la fortuna había sido destrozado en el instante en que Kiyoe lo tomó para arrojarlo contra lo que fuera que estaba moviéndose entre los arbutos.

—Yo cómo iba a saber que se trataba de un gato callejero. Pensé que era un animal salvaje agresivo que iba a comernos vivos —fue lo que la castaña dijo en su defensa—. Deberías sentirte agradecido de que una mujer te protegiera.

—Menos mal fuiste capaz de percibir las trampas antes de que entráramos al templo —Mila fue sin duda de las más afortunadas por tener a alguien tan confiable como Akashi de pareja.

—Desde un inicio supe que esto no sería fácil. Y mucho menos si era Kai quien estaría detrás de las trampas —el pelirrojo sonrió ligeramente, con cierto entusiasmo—. Es una pena que sin importar por dónde quisiéramos entrar, alguna trampa se armaría y terminaríamos del mismo modo que Hadrien.

—Bueno, siempre es un gusto ser el chivo expiatorio —expresó con cabreo el alemán al mismo tiempo que intentaba despintarse; porque ahora lucía como un gran manchón de tinta negra con otras sustancias lodosas.

—Y de igual modo no sirvió de nada. Ya que en cuanto estuvimos cerca, pisamos una trampa y el piso cedió y terminamos en aquel charco de fango —Aoi tampoco estaba nada feliz del modo en que terminaron.

—No deberían quejarse. Al final a todos nos lograron jugárnosla —Craig no estaba en las mismas sucias condiciones que el resto, pero la placa de perdedor también estaba colgada alrededor de su cuello—. ¿Cómo demonios se te ocurrieron tantas trampas? No había ni un maldito lugar seguro —recriminó al único que se había divertido de lo lindo aquella noche. Sí, ese mismo rubio que estaba sentado de piernas cruzadas viendo a cada una de sus víctimas morder el polvo y retirarse sin llevarse nada a casa.

P.D. I Love UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora